Tecnología enana, España apura su última oportunidad
Industria manda a la EOI que busque recursos en el tejido productivo para no quedar rezagados en el manejo del átomo
Los augures del futuro que visten la casulla científica de la prospectiva han descubierto que más allá de la Sociedad de la Información, que tantos disgustos está deparando al orgullo patrio con su lenta llegada, existe otro nuevo universo tecnológico al que también estamos obligados a aspirar. El nombre de este nuevo paradigma es la nanotecnología.
Estos gurús dan por descontado que, desde el punto de vista de las oportunidades de negocio, en el mercado de la Sociedad de la Información ya está todo el pescado vendido. Y, por tanto, que España, como país, sólo puede seguir aspirando a no quedarse descolgado del furgón de cola en un proyecto planetario en el que nunca ha podido estar cómodamente situado.
Los profetas del futuro en economía y tecnología aseguran que España, para recuperar el tiempo perdido, debe mirar a horizontes más largos, intentando engancharse desde el comienzo a un tren que ahora mismo ha comenzado a ponerse en marcha. Y ese tren no es otro que el de las ciencias y las tecnologías que construyen soluciones y productos a partir del mundo convergente de lo infinitamente pequeño.
La nanotecnología es una actividad de futuro que se constituye de abajo arriba, combinando átomos, bits, genes y neuronas en la esfera de lo diminuto. Su objetivo es conseguir textiles que cambian de color y de grosor, prótesis inteligentes, alimentos interactivos, sustancias que comen contaminación, pilas que se recargan en un segundo, materiales 1.000 veces más resistentes que el acero, medicinas capaces de curar células... Una nueva generación de tecnología cuyos resultados tendrán propiedades y habilidades que serán (en algunos casos son ya) radicalmente superiores a las conocidas.
Los estudios de mercado vaticinan que este nuevo ámbito estratégico movilizará hacia el año 2015 un volumen económico de un billón de euros anuales a nivel mundial.
Consecuente con la idea de que el mañana tecnológico debe ser para España menos propicio que el pasado mañana, el Ministerio de Industria ha animado a la Escuela de Negocios EOI, única institución de este tipo que cuenta con una significativa participación de capital público, que estudie los recursos que el tejido productivo nacional pudiera tener para catapultarse y situarse en vanguardia en la incipiente aventura de la ciencia, la tecnología y la industria surgidas en el universo de lo más pequeño.
La Escuela de Negocios, en la que además del Ministerio de Industria participan Ericsson, Vodafone, Auna, Iberia, la Confederación de Cajas de Ahorro y la Caixa, ha lanzado un ambicioso programa, denominado 'Desafíos' para promover el debate y divulgación sobre las oportunidades que ofrece la convergencia de las cuatro tecnologías 'nano-bio-info-cogno'. El fruto central de este programa es la formación de un equipo de expertos dirigido por el catedrático Emilio Fontela y en el que se integra su colaborador Juan de Castro, que debe dar a conocer en diciembre un completo informe sobre el estado de la cuestión en España.
EE UU da prioridad al uso militar
En EE UU ya hay más de 500 empresas con actividades relacionadas con la convergencia tecnológica, lo que le sitúa a la cabeza de la investigación mundial en este campo, a una gran diferencia de Alemania que es el segundo país más activo, que registra unas 80 compañías, según NanoInvestorsnews. Pero la baza europea está en la aplicación de estas investigaciones.En el último informe del Centro de Evaluación Tecnológica (WTEC) del gobierno estadounidense ya se marcaba como prioridad principal las aplicaciones militares y en el campo de la seguridad para anticipar amenazas, crear vehículos de combate o para mejorar el rendimiento humano sin drogas. En contraste, la visión europea tiene otros planteamientos orientados en grandes líneas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos o combatir la degradación ambiental.Estos dos planteamientos se reflejan muy bien en las investigaciones más conocidas que se están llevando a cabo. Una de ellas es la del prestigioso Instituto de Massachusetts (MIT), que tiene 44 profesores trabajando en la aplicación de la nanotecnología para los soldados de modo que sean menos vulnerables ante el enemigo. Primero a través de un uniforme con grandes capacidades tecnológicas y de poco peso, pero también modificando la piel y el metabolismo para notar menos las condiciones ambientales o mejorar la masa muscular contra el impacto de las balas.En el otro lado, está la Universidad de Lund en Suecia que quiere crear una mano artificial que pueda ser controlada desde el cerebro a través de motores capaces de interpretar las señales eléctricas generadas en los músculos por electrodos o de chips implantados en el sistema nervioso.
ECONOMÍA REAL. Cinco solitarias empresas nacionales
El informe que elabora el grupo de expertos que lidera el catedrático Emilio Fontela no se conocerá hasta fin de año. No obstante existe un análisis previo sobre la materia elaborado por la Red Española de Nanotecnología (Nanospain), que no ofrece demasiadas razones para el optimismo.El número de instituciones que desarrollan algún tipo de actividad en este universo de lo diminuto en España son 93. De ellas, 84 son Universidades y Organismos Públicos de Investigación.Estos centros están trabajando en programas de desarrollo de nanotubos, materiales moleculares, nanomagnetismo, nanoelectrónica, computación cuántica, nanoestructuras organizadas, química supramolecular, química bioinorgánica y orgánica, nanobiotecnología y en nano dispositivos y nanomáquinas.La economía real española, sin embargo, está aún muy lejos de esta promesa del futuro tecnológico. Nanospain sólo contabiliza en este sector cuatro centros tecnológicos (Tecniker, Cidetec, Inasmet y Parque Científico de Barcelona) y a cinco empresas ( Nanotec, CMP-Científica, Didetec, Ramen y Unimetrik).Un abismo separa ya la realidad industrial nacional de la de otros países a los que intenta igualarse. Por ejemplo, el gasto público en Alemania dedicado a esta actividad ascendía a 350 millones de euros, mientras el español fue de 1,5 millones en 2003.El profesor Juan de Castro afirma que en España existe un número importante de científicos y grupos de investigadores jóvenes que tienen conocimientos y habilidades tecnológicas en este nuevo campo. Sin embargo, afirma, del lado del mundo empresarial no existe una conciencia sobre la materia que permita aprovechar la sabiduría de este colectivo cualificado.En los últimos grandes programas nacionales elaborados por los sucesivos gobiernos españoles para impulsar la investigación y el desarrollo (Info XXI, I+D+i o Cenit) la atención que se presta a la nanociencia y nanotecnología es marginal.