Queremos mentiras nuevas
Empieza la temporada, pese a que algunos en servicio permanente como Luis María Anson nunca interrumpieron la tarea a la que siguen entregados al servicio insobornable de los intereses públicos. Un año más pudo comprobarse que ni siquiera durante el puente más transitado, el de la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto, faltó Anson a su despacho ni a su encuentro con el retén de guardia en la redacción de su periódico. Pero el grueso de la formación, que anduvo más o menos anestesiado, cara al sol, acaba de regresar a las angosturas de sus ciudades de origen y laboreo.
Todos se apresuran a ocupar sus localidades porque están sonando los timbres anunciando que de un momento a otro se alzará el telón con las obras en cartel. Hay cansancio de representaciones ya repetidas hasta la saturación y en línea con la viñeta dibujada por El Roto para un primero de año se diría que los recién llegados se hubieran agrupado tras otra pancarta como aquella que decía: '¡Queremos mentiras nuevas!'.
Otra cosa es que, conforme a la sucesión de las estaciones, todavía y hasta el 21 de septiembre pueda decirse que 'En España es Verano', según proclamaba cotidianamente aquella sección inolvidable implantada por Anson en las páginas del Abc verdadero. Pero es que, hora es ya de reconocerlo, con la generalización del derecho a vacaciones se ha restringido mucho el hábito prestigioso de veranear.
En todo caso, pese a las restricciones aludidas, los contactos con la naturaleza, o mejor con las naturalezas, han permitido comprobar la exactitud de las Glosas a Heráclito de nuestro poeta de cabecera Ángel González, según las cuales 'Nadie se baña dos veces en el mismo río. Excepto los muy pobres'. Mientras que 'Los más dialécticos, los multimillonarios: nunca se bañan dos veces en el mismo traje de baño'. Lo que en su peculiar traducción al chino vendría a ser 'Nadie se mete dos veces en el mismo lío'. (Excepto los marxistas-leninistas). Y en una interpretación pesimista, 'Nada es lo mismo, nada permanece. Menos la Historia y la morcilla de mi tierra: se hacen las dos con sangre, se repiten'.
Volvemos al estribillo, a los Estatutos, a la Conferencia de Presidentes de Comunidades Autónomas, a la insoportable levedad de algunas cosas y a la insufrible pesantez de otras. Se abre la pasarela de la Moncloa para escenificar nuevos desplantes y desacuerdos del invitado Mariano Rajoy, tan cargado de razón como ayuno de probabilidades, salvo causa de fuerza mayor o de desplome del escenario. Se oyen todavía los claros clarines interpretando la partitura de los suculentos negocios de broker emparentado, al parecer muy bien urdidos en la cubierta del yate de Silvio Berlusconi por Alejandro Agag, a quien con tanta pompa y ceremonia casamos en El Escorial. La Oposición de Su Majestad, ahora a cargo del PP, sigue extraviada por abruptos senderos y entregada a deportes de riesgo más adecuados para gentes temerarias en plan puenting, descenso de ríos de rápido curso y ejercicios de surfing para cabalgar la incomparable y desaparecida ola de Mundaca que susceptibles de difundirse entre un número suficiente de electores no fanatizados, caladero irrenunciable para lograr la victoria en las urnas.
Los partidos políticos reúnen sus ejecutivas y comités federales o como se llamen en cada caso, cantan maitines, vísperas, de todo ello intentan dar cuenta a la prensa para que contribuya a difundir una ambientación favorable a los proyectos y propuestas de cada cual.
Los ministros competentes comparecen de urgencia para exponer el proyecto de financiación de la Sanidad y empieza a quedar claro que las comunidades autónomas van a ser invitadas a gravar con impuestos a sus contribuyentes, siempre legítimamente deseosos de recibir servicios mejores mientras se relamen con la lluvia de promesas cargadas de nuevas reducciones fiscales.
El incansable Alfredo Pérez Rubalcaba busca nuevos apoyos, por si hicieran falta, para garantizarse la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado que están a punto de entrar en el horno parlamentario. Los expertos hacen horas extra para dictaminar sobre la compatibilidad de los proyectos de Estatutos con la Constitución. Y la economía española crece un 3,4%, tres veces más que la media de la zona euro. Llegados aquí, recordemos a Leticia, la madre de Napoleón, a quien daban el tratamiento de madame la mère, cuando después de recibir las noticias de las victorias del emperador sentenciaba impasible: pourvu que cella dure.