La deslocalización a 90 kilómetros
Para los analistas mundiales hoy la deslocalización es la mayor convulsión laboral desde la revolución industrial del siglo XIX. Es una tentadora posibilidad para las empresas de reducir costes trasladando su actividad de un país a otro. De momento, los efectos se empiezan a notar sobre todo en los trabajadores industriales. En 2003 se destruyeron en España 95.000 empleos en la industria, de los cuales 10.000 fueron causados directamente por la deslocalización. Samsung, Philips, Bayer, Panasonic, Levis o Moulinex son algunas de las empresas que ha preferido salir de nuestro país para buscar horizontes más rentables. Entre los sectores más avanzados se encuentran la automoción, la electrónica, textil, calzado y juguetes.
Los argumentos más extendidos para excusar este fenómeno por parte de las empresas son las enormes diferencias salariales entre España y países del Este de Europa, Magreb y Asia, con lo que, para algunas, continuar en el país exige un recorte de costes salariales de hasta un 40%. Las empresas se escudan en que en España hace años se dejó de haber salarios bajos, flexibilidad y ventajas fiscales. Si el argumento es el coste de la mano de obra, tres euros la hora, cuando la media europea es de 22, y su salario mínimo es de 131 euros, frente a los 460 españoles. Otro de los motivos que se expone es que es la oportunidad de extraer ahorros por la reducción de los costes laborales, pues que las empresas argumentan enormes diferencias entre España y países del Este de Europa, Asia y el Magreb.
Los sectores más azotados por la deslocalización son automoción, textil, electrónico y bienes de consumo. Desde mediados de los noventa, en paralelo a la globalización, se ha producido un cambio en la división internacional del trabajo: manufactura para Asia y Magreb; electrónica y motor para Europa del Este y los trabajos más cualificados para EE UU, Finlandia o Irlanda. Esto sitúa a España en una posición de aparente desventaja competitiva. Ante estos datos, cabría la posibilidad de preguntarse ¿dónde están los costes ocultos? Porque son importantes al afrontar un proceso de deslocalización: idioma, diferencia horaria, choque cultural, costes logísticos, etcétera, que merman toda la ganancia salarial.
Antes de comenzar con un proceso de deslocalización sería interesante comparar los costes visibles con los ocultos para desmitificar la idea de que otros países son más baratos y optar por otro tipo de deslocalización como la que se puede realizar a unos pocos kilómetros.
Es decir, determinadas provincias españoles suponen un foco de actividad económica e inversión con importantes subvenciones públicas para empresas que mantengan su producción en territorio español. Uno de los grandes retos de las empresas interesadas en la deslocalización de su producción es determinar si el cálculo de los costes totales que conlleva es real, como puede ser la elección de una fábrica, proveedores y transportistas; el gasto de tiempo y dinero en formación (know how) y maquinaria apropiada; el seguimiento de las fases de producción; el traslado del trabajo a otro centro, lo que supone de un 2% a un 3%; el reajuste de la plantilla interna; la optimización de los procesos de desarrollo; los costes logísticos de transporte de materias primas; los costes logísticos de transporte del producto acabado a los destinos finales; la imposibilidad de ofrecer a los clientes productos personalizados; problemas de tiempos de suministro y plazo de entrega; o la pérdida de mano de obra cualificada y de innovación.
De ahí que se pueda deducir que una deslocalización provincial sea una opción más que válida, si se tiene en cuenta que determinadas comunidades autónomas apelan a medidas proteccionistas para paliar este proceso.
Un claro ejemplo de esto es la Generalitat de Cataluña, la cual anunció que obligaría a las empresas que recibían fondos públicos a devolverlos si se marchaban antes de siete años. La UE ha propuesto medidas similares y el Ministerio de Trabajo da ayudas a las empresas que apuesten por mantener la producción en el territorio español, sin olvidar los acuerdos con universidades y la potenciación del nivel académico en España.
Este tipo de procesos tiene unos objetivos también claros como el reforzamiento de los procesos de investigación tecnológica, de la cualificación de la mano de obra y la creación de nuevas producciones de alta tecnología.