El desigual reparto de los 'petrodólares'
Flujo intenso de petrodólares, pero escasos beneficios para los ciudadanos. Tres décadas después de la primera crisis petrolera, la que en 1973 llevó el precio del crudo a cuadruplicarse, los once miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tienen unos niveles de desarrollo humano decepcionantes. Sólo los tres microestados de la península arábiga (Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, ninguno de los cuales excede de los tres millones de habitantes) están entre los 50 países con mayor desarrollo humano, según el índice que elabora anualmente la ONU. En el resto, con niveles de población considerable, la estructura social pasa factura.
Los más poblados, Indonesia y Nigeria, son los que peores cifras de renta per cápita manejan: 3.230 y 680 dólares respectivamente, frente a los 21.460 que tiene España (los datos son de 2002). Nigeria ocupa el puesto 151 en desarrollo humano según la ONU, sobre un total de 177 países. La esperanza de vida al nacer apenas supera los 51 años en ese país.
La afluencia masiva de petrodólares no ha servido para construir unas economías fuertes por sí mismas. A día de hoy siguen dependiendo de forma apabullante de la cotización del petróleo en los mercados internacionales. El ejemplo de Arabia Saudí, que acapara un tercio de los ingresos totales de la OPEP, es representativo: el oro negro supone el 40% de su producto interior bruto (PIB), el 75% de los ingresos públicos y el 90% de sus exportaciones. Según estimaciones del Departamento de Energía estadounidense, la OPEP ingresará este año 430.000 millones de dólares netos por venta de petróleo, un 27% más que en 2004. En términos reales, la cifra queda lejos del récord obtenido en 1980, tras la revolución iraní: 567.000 millones. En medio, el peor año para los once del cártel fue 1998, cuando la reducción de la demanda derivada de la crisis asiática llevó el barril por debajo de los 10 dólares. Resultado: 'sólo' 123.000 millones de ingresos netos.
Esta dependencia de los ciclos de cotización del petróleo dificulta la planificación a largo plazo, y pone palos en las ruedas de las posibles reformas económicas. A ello hay que añadir, claro está, la corrupción institucionalizada en países donde la democracia, cuando existe, tiene graves problemas de funcionamiento. La ostentación y el lujo campan a sus anchas entre las élites que custodian la caja de petrodólares, mientras la base de la población tiene difícil el acceso a la salud, la educación o el empleo. Si observamos el incremento medio del PIB entre 1990 y 2002, todos los miembros de la OPEP acumulan cifras modestas para tratarse de países en desarrollo. Arabia Saudí sólo creció un 1,5% anual; Venezuela un 0,6%, y Libia apenas un 0,3%, en un periodo en el que una economía avanzada como la española se elevó al 2,5% anual. Venezuela, que este año ingresará 35.500 millones de dólares netos por la venta de petróleo, sigue siendo un país atrasado, incluso si se compara con algunos de sus vecinos sudamericanos: apenas 5.380 dólares de renta per cápita, frente a los 9.820 de Chile, o los 7.770 de Brasil. Hay un dato que manifiesta bien a las claras las desigualdades sociales que imperan en el país caribeño, al margen de sus vaivenes políticos: el 10% más rico de la población posee un 36,5% de la riqueza del país.
Una de las más llamativas que facilita la ONU es la del gasto en salud, medido en porcentaje del PIB. Entre los miembros del cártel, sólo Irán y Venezuela alcanzan el 6%, mientras que Libia ni siquiera llega al 3%. La comparación con un país como España (7,5% del PIB) refleja la escasa preocupación social de los mandatarios de esos países. El Departamento de Energía de EE UU sostiene que los escasos avances logrados por los miembros de la OPEP, acompañados de un excesivo nivel de endeudamiento, se deben a la caída de los precios del crudo de los años ochenta y noventa, además de malas políticas económicas, corrupción y guerras. Los pueblos, entretanto, siguen esperando.
Al capricho de la cotización del crudo
La OPEP, agrupación de países productores nacida en 1960 con la intención de lograr sacar del petróleo un 'precio justo', consiguió influir en éste por primera vez al limitar la oferta en 1973. La crisis energética puso en jaque a las economías desarrolladas, al conseguir que los precios se cuadruplicaran. Un lustro después, una nueva crisis, derivada de la revolución iraní, hizo que la cotización volviera a doblarse. Después vino una década de reducción paulatina de los precios, para repuntar en la primera guerra de Irak (1991) y volver a caer tras la crisis asiática (1997). La invasión estadounidense de Irak en 2003 ha desencadenado una nueva cuesta arriba.El comportamiento cíclico de la cotización del crudo es vital para la OPEP, pues determina de forma directa su éxito o fracaso económico. Ciclos, además, inevitables y que tienden a autoajustarse: cuando suben los precios se abren más pozos y se contiene la demanda; cuando bajan, sucede lo contrario.El despilfarro, la corrupción y la mala gestión han hecho que el statu quo permanezca, impidiendo patrones de crecimiento sostenido. Además de la volatilidad de los ingresos según el precio del barril, los años transcurridos desde la fundación de la OPEP también han registrado cambios en la participación de los 11 miembros sobre el conjunto de la exportación. El caso más llamativo es el de Arabia Saudí, que ha pasado del 16% de las ventas en 1971 al 34% actual. Irán e Irak han visto reducirse su cuota, debido fundamentalmente a conflictos políticos y armados.