Responsabilidad social corporativa y mecenazgo
Responsabilidad social corporativa y mecenazgo son dos términos de trascendente actualidad, pero que fuera de su contexto, habitualmente, se confunden. Mecenazgo hace referencia a la protección o ayuda que se da a las artes o a las letras. Grandes mecenas fueron los Medici o, ya en España, el Habsburgo Felipe IV -conocido como el Rey Planeta-, bajo cuyo reinado, en el siglo XVII, convivieron figuras como Calderón de la Barca o Velázquez.
Filántropo era la persona que se caracterizaba por su amor al género humano y por su inclinación por hacer obras a favor de los demás, o sea un benefactor, que se manifestaba en la realización de actos humanitarios. Un camino entre mecenazgo y filantropía lo marcaron dos afamados y prósperos empresarios, el armenio Calouste Gulbenkian y el portugués António Champalimaud, ambos egregios coleccionistas de arte, y al mismo tiempo, soportes de dos de las fundaciones en sanidad e investigación más importantes del mundo.
La versión actual de la filantropía es la RSC (responsabilidad social corporativa), que hace referencia al compromiso que tienen las compañías, no sólo hacia los empleados o los accionistas, sino también con la sociedad.
Esta misión ha existido siempre, en esencia es la también llamada responsabilidad corporativa, si bien se ha hecho más latente en los últimos años, fruto de una mayor sensibilidad de la sociedad, de la globalización, de la labor de las ONG, y como consecuencia, de áreas que necesitan cubrirse en países del Tercer Mundo u occidentales que por razones varias no son viables o eficientes (véanse casos de atención sociosanitaria o proyectos que requieran una importante inversión sin que los resultados esperados sean puramente económicos).
En relación al gasto social ajustado al poder adquisitivo (según Eurostat), o sea, sanidad, educación y acceso a la vivienda, España está en el vagón de cola, y es que algunas comunidades autónomas le otorgan una mayor prioridad a determinadas infraestructuras, más vendibles políticamente, que a la sanidad o a la I+D+i. Esto hace que cada vez haya una mayor cooperación público-privada con fines sociales o sanitarios, tal es el caso del nuevo CNIC. El mayor centro cardiovascular de Europa, que se situará en Madrid, no es, paradójicamente, obra de Esperanza Aguirre, sino que ha sido auspiciado por la ministra de Sanidad, Elena Salgado, con el importante apoyo de la iniciativa privada.
El CNIC, Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, circunscrito al Instituto de Salud Carlos III, en Madrid, pretendía erigirse en centro piloto, referente y coordinador de esfuerzos de investigación. La España de las 17 comunidades autónomas -con distintas velocidades, recursos y problemáticas- ha dado al traste con la iniciativa En esa encrucijada, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometió, a través del plan de dinamización presentado por el director de la Oficina Económica, Miguel Sebastián, a converger con la UE en I+D+i y competir con EE UU. También, recientemente, el presidente ha anunciado su compromiso Ingenio 2010 de desarrollo tecnológico.
Para el nuevo CNIC se ha buscado como líder a Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular Mount Sinaí, de Nueva York, aunque su presencia será parcial durante cuatro años (su papel será el de presidente del Comité Científico Evaluador Externo) y sólo en 2009 se incorporará al centro en Madrid.
Los impulsores privados del mayor centro de investigaciones cardiovasculares de Europa han sido, fundamentalmente: José María Castellano (Inditex), Emilio Botín (Santander), Isidro Fainé (La Caixa), Isidoro Álvarez (El Corte Inglés) y Jesús de Polanco (Prisa), que han constituido la Fundación Pro-CNIC.
El presupuesto del renovado CNIC será de 45 millones de euros al año. La financiación está asegurada a través de dos vías: una parte pública (60%) y, el resto, recursos privados (40%).
Las claves del éxito serán, en primer lugar, transparencia financiera. En segundo lugar, transparencia científica, y en tercer lugar, un nuevo concepto de dirección, con dos vertientes: por un lado, el coordinador científico, y por otro, un gerente económico.
El futuro proyecto del CNIC es una apuesta, como acción social, de cinco importantes empresas junto con un ministerio, y abre un hito de cooperación público-privada en investigación, así como un nuevo modo de gestionar la sanidad. En definitiva, 'hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos' (Juan Donoso Cortés).