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Columna
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Cómo recortar el diferencial de inflación

Entre 1999 y 2004 España ha acumulado un diferencial de inflación, medido por el índice de precios al consumo armonizado (IPCA) con respecto a la media de la zona euro de 6,2 puntos, es decir, un punto porcentual como media del periodo. Como consecuencia de tal hecho España ha ido perdiendo competitividad, tanto en el mercado interior como en el exterior, algo que muestra el fuerte déficit de la balanza comercial, el segundo del mundo con respecto al producto interior bruto (PIB). Tal situación preocupa fuertemente por su repercusión sobre el crecimiento de la economía española.

El boletín de mayo del corriente año del Banco Central Europeo publica un artículo sobre La política monetaria y los diferenciales de inflación en un área monetaria heterogénea, cuya metodología vamos a utilizar para proponer para España un conjunto de medidas tendentes a contrarrestar el diferencial de inflación que tenemos con la media de la zona euro, que como hemos dicho ha sido un punto porcentual como media del periodo 1999-2004, con una desviación máxima de 1,4 puntos en 2000 y una mínima de 0,5 puntos en 2001.

La incidencia en el diferencial de inflación puede provenir de factores internos (costes internos) y de factores externos. En el periodo 1999-2003 los costes internos influyeron en España en la variación media anual del deflactor de la demanda final en 1,2 puntos porcentuales más que en el conjunto de la zona euro, mientras que en los costes externos (importaciones) el diferencial en la inflación de la demanda final fue de sólo 0,3 puntos. La variación total fue de 1,5%.

Los factores internos que principalmente dieron origen al diferencial de inflación en términos del deflactor del PIB fueron los costes laborales unitarios y el excedente bruto de explotación, con desviaciones con respecto a la media euro de 0,7 y 0,8 respectivamente. Dentro de los costes laborales unitarios la contribución a la variación fue en total del 1,1%, debida al crecimiento de la remuneración por asalariado, ya que la desviación de la productividad del trabajo con respecto a la media de la zona euro fue nula.

Dada la elevada ponderación del sector servicios en el IPCA español la evolución de los precios de los servicios es el factor que más contribuye a explicar el diferencial de inflación en este sector con respecto a la media de la eurozona, incidido fuertemente por el elevado porcentaje del coste de la remuneración por asalariado, como hemos visto. En conclusión, podemos decir que los factores a los que se debe atribuir principalmente el diferencial de inflación español con respecto a la media de la zona euro son: la evolución de los salarios, el excedente bruto de explotación y el peso del sector servicios.

Dado que España registró antes de la entrada en la unión monetaria tasas de inflación elevadas, la implantación del euro ha dado lugar a una fuerte reducción de los tipos de interés y de los costes financieros. Y también a un mayor grado de integración con los mercados de capitales de la zona euro. Todo ello ha originado un aumento de la demanda interna de casi dos puntos del PIB sobre el potencial de crecimiento de nuestra economía, que ha ejercido una fuerte presión al alza sobre los precios, especialmente en los sectores de los bienes y servicios no comerciales. Por ello considero que una política fiscal de fuerte superávit en el Estado hubiera sido el mejor instrumento para tratar de controlar la inflación.

Las importaciones españolas proceden en más del 50% de la zona euro, por lo cual su efecto sobre la desviación con respecto a la media de la eurozona fue sólo de 0,3 puntos porcentuales, en tanto que la contribución de los costes internos fue de 1,2 puntos porcentuales.

Si el mecanismo de formación de los precios y los salarios está sometido a rigideces, éstas retrasarán el ajuste necesario de los precios relativos entre regiones y sectores, lo que puede dar lugar a la aparición de diferenciales de inflación entre España y la media de la UE. En nuestro país el sector servicios explica la mayor parte de la evolución de los precios del sector de bienes no comerciables, por lo que las medidas a tomar para controlar el diferencial de inflación deberían dirigirse a desregular e introducir mayor competencia en dicho sector, incluidos los servicios públicos, así como a que las propias empresas se preocupen de controlar los costes salariales, dada la gran importancia relativa de los mismos en el coste de producción de dichos servicios.

La fijación de los salarios y el mercado de trabajo están muy regulados en España, la indiciación automática de los salarios nominales a la inflación introduce una espiral inflacionista, con un diferencial sobre la media de la unión monetaria, por lo que las medidas a adoptar deberían ir dirigidas a flexibilizar el mercado de trabajo, a que las indemnizaciones de despidos se armonicen con las existentes en los países miembros de la Unión y a que los salarios se fijen a nivel de empresa, teniendo en cuenta la productividad y no la inflación.

La política de precios administrados, la política fiscal cuando se utiliza de forma inadecuada, dando lugar a efectos procíclicos, y las políticas encaminadas a influir en la estructura del mercado de trabajo han dado lugar en España a una desviación de la inflación con respecto a la media de la unión monetaria. Las medidas a adoptar deben ir dirigidas a eliminar las ineficiencias originadas por las intervenciones públicas que acabamos de enumerar.

El problema de la inflación constituye un verdadero cáncer para la economía española, para combatirlo el Gobierno debería adoptar las medidas oportunas, arrostrando con valentía el rechazo que se producirá en algunos colectivos. El beneficio que para el interés general se producirá será la recompensa.

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