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Referéndum

El pueblo luxemburgués avala la Constitución europea

Luxemburgo se convirtió ayer en el segundo país, después de España, que ratifica la Constitución europea por referéndum. El respaldo popular del Gran Ducado eleva a 13 el número de países que apoyan el texto, pero tiene pocas probabilidades de resucitarlo tras la reciente victoria del no en Francia y Holanda.

El pueblo luxemburgués ha decidido respaldar la Constitución aún sabiendo que resulta prácticamente imposible que el texto votado entre en vigor tal cual. La victoria del sí, con sólo 56,5% de los votos emitidos, rompe la secuencia de tropiezos iniciada en Francia el 29 de mayo y repetida en Holanda, tres días después.

El Gobierno de Jean-Claude Juncker ha conseguido hacer frente al riesgo de contagio que suponía la contundente victoria del no en sus dos países vecinos, aunque, significativamente, los contrarios a la Constitución han ganado en todos los distritos fronterizos con Francia.

A pesar del resultado, pocos creen que la ratificación del texto por referéndum en un país de 451.600 habitantes (el 39% extranjeros) pueda servir de punto de inflexión para salvar el proyecto constitucional.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, mostraba ayer su 'gran satisfacción' por la victoria del sí, pero admitía que el futuro de la Constitución es 'incierto'. El propio Juncker ha basado su campaña, además de en su prestigio personal, en el argumento de que una ratificación en estos momentos fortalecerá la posición de Luxemburgo a la hora de renegociar el Tratado.

Por ahora, sólo Juncker, y el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, disponen del activo de haber obtenido el respaldo popular. Y ambos, en unas consultas que eran las primeras que se celebraban en sus respectivos países sobre un asunto europeo.

El sí luxemburgués evita, al menos, un agravamiento de la crisis provocada por los referendos francés y holandés. Juncker había prometido su dimisión si una mayoría de los 233.000 inscritos en el censo electoral (el voto es obligatorio para esas personas) hubieran rechazado el proyecto de Constitución firmado por los 25 líderes de la Unión el 29 de octubre de 2004. El Consejo Europeo habría perdido así su miembro más veterano y, más grave aún, el Eurogrupo, reunión de ministros de Economía de la zona Euro, habría perdido a su primer presidente estable, un cargo recién creado que Juncker ocupa desde el pasado 1 de enero.

La apuesta personal de Juncker ha servido para romper una tendencia de rechazo popular a la Constitución, aunque la elevada proporción del no (43,5%) delata un creciente descontento, incluso en un país como Luxemburgo que quizá no existiera sin la UE. Juncker reconoció que 'la diferencia no es muy grande ... y tenemos que escuchar ese mensaje'.

Un guiño optimista para un año de reflexión

La victoria del sí en el referéndum luxemburgués sobre la Constitución europea supone poco más que un alivio simbólico en un proceso de ratificación que descarriló el 29 de mayo en Francia. Pero el primer aval popular en un país fundador (Alemania, Bélgica e Italia optaron por la vía parlamentaria) puede servir para añadir unas gotas de optimismo al período de reflexión sobre el futuro de la UE que el Consejo Europeo decretó el pasado 17 de junio.Tras esa decisión, Luxemburgo fue el único país que decidió mantener el referéndum, mientras que la mayoría de los países suspendieron indefinidamente los procesos de ratificación. Londres ni siquiera esperó a la reunión del Consejo y tras la victoria del no en Holanda, el 1 de junio, canceló el referéndum.El referéndum luxemburgués, probablemente, no va a reactivar el proceso de ratificación. Pero sienta un precedente totalmente diferente al de los tres celebrados hasta ahora y añade nuevos ángulos a la reflexión sobre Europa.El pequeño estado centroeuropeo ha respaldado la Constitución a pesar de ser uno de los principales contribuyentes al presupuesto comunitario (circunstancia que alentó el no en Holanda) y a pesar, también, de los temores provocados por la reciente ampliación y por el posible ingreso de Turquía (factores muy sensibles en Francia).A diferencia de España, cuya condición de principal receptor de fondos comunitarios favoreció, según algunos análisis, la victoria del sí en la consulta del pasado mes de febrero, Luxemburgo es el país con mayor renta per capita de la UE (223% de la media comunitaria) y ninguna de sus regiones figura entre las más pobres de Europa.Los dos países coinciden, sin embargo, en estar capeando bien la actual coyuntura económica, con un crecimiento por encima de la media de la zona euro.Luxemburgo y España, a pesar de sus diferencias de tamaño y población, han demostrado tener poco miedo a una integración del viejo estado-nación en un proyecto político supranacional, un salto que no parecen dispuestos a dar Francia y Holanda, como tampoco Dinamarca o Reino Unido si tuvieran oportunidad de pronunciarse.

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