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Tribuna
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Impacto relativo en la economía

Siempre resulta frívolo hablar del impacto que sobre el ciclo económico y los mercados financieros pueden tener los atentados terroristas o los desastres naturales, al generar cierta sensación de despreocupación por la desgracia humana. Como economista, supongo que ésta es la contribución que puedo hacer y son otros los expertos a los que corresponde aportar una visión más acertada sobre los efectos sociales y políticos, que, sin duda, son más intensos.

Los terribles atentados de ayer en Londres se producen en una posición del ciclo económico mundial muy relevante, ya que estamos inmersos en una fase de desaceleración, posterior al fuerte crecimiento del pasado ejercicio. Hasta ahora, la pérdida de dinamismo se estaba produciendo de forma ordenada y con un gran control de los riesgos inflacionistas. Incluso, los índices de sentimiento empresarial y del consumidor publicados en los últimos días habían experimentado una ligera recuperación, constatando que la economía mundial no estaba sufriendo en exceso los efectos de los nuevos máximos históricos de la cotización del petróleo o del endurecimiento de las condiciones monetarias decididas en algunos países.

¿Qué impacto real tiene un atentado terrorista sobre la economía? Para dar respuesta a esta pregunta contamos, desgraciadamente, con varias experiencias históricas. Ahora bien, entre ellas se aprecian importantes diferencias. En el 11-S la economía mundial atravesaba una fase de desaceleración y contaba con margen de actuación (finalmente utilizado) tanto en política monetaria como fiscal. Paradójicamente, los atentados contra Nueva York marcaron el inicio del fin de la desaceleración económica (el 20 de septiembre de 2001, el índice AFI de renta variable mundial alcanzó un mínimo al que no volvería hasta finales de 2002). En cuanto al 11-M, la economía mundial se encontraba en el momento de máxima expansión y, por lo tanto, parecía poco vulnerable a este tipo de factores. Aunque las Bolsas cedieron, de media, un 4%, fue más bien el resultado de un proceso de toma de beneficios tras las revalorizaciones acumuladas hasta el momento que el de un deterioro de las expectativas de crecimiento económico.

Hoy estamos inmersos en una fase de desaceleración económica, por lo que existe el riesgo de que los atentados de Londres intensifiquen la pérdida de dinamismo. A tenor de la reacción de los mercados financieros, podemos apuntar que la confianza en el ciclo es ahora algo menor. Así, las caídas en las Bolsas o la cesión en los niveles de rentabilidad de la curva de tipos (hasta mínimos históricos en el caso de la referencia soberana a 10 años europea) son un reflejo del incremento de la prima por riesgo exigida por los inversores (en el mercado de divisas hemos observado menos movimiento, posiblemente porque en Londres se concentra un tercio del volumen de negociación mundial). También la caída del precio del petróleo aporta señales en la misma dirección: expectativas de un menor crecimiento.

Ahora bien, en nuestra opinión, y más allá del impacto sobre la confianza de los agentes (mucho más sensible, volátil e impredecible), la importancia relativa sobre el PIB mundial de un atentado en una determinada ciudad es mínimo y, por lo tanto, el comportamiento de hoy de los mercados debe calificarse de sobrerreacción. En el caso concreto de Reino Unido, su ciclo económico, ante la mayor subida de tipos decidida por su banco central (4,75%), está mucho más maduro, como constata el estancamiento del precio de la vivienda o la ligera caída del consumo. De esta forma, los atentados sí pueden tener algo más de repercusión sobre aquel país, adelantando el inicio de las rebajas del Base Rate e intensificando la depreciación de la libra.

En cuanto a las perspectivas para los tipos de interés, la negativa del BCE a recortar el repo y los mínimos alcanzados por la curva advierten de cierto riesgo de reacción al alza. Y en la renta variable, los atentados pueden ser una buena excusa para materializar parte de las plusvalías conseguidas en la mitad del año. Como muestra, un último comentario: todas las llamadas de clientes que hemos recibido iban en la misma dirección: ¿entonces, aprovechamos las caídas bursátiles para comprar?

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