Blair, Schröder y Chirac buscan un acuerdo presupuestario para la UE
El primer ministro británico, Tony Blair, recorre entre ayer y hoy Berlín, Luxemburgo y París para fijar sus condiciones a un acuerdo sobre los presupuestos de la UE. Londres condiciona un aumento de su aportación a la revisión del gasto agrícola que beneficia actualmente a Francia.
Del resultado de la gira de Blair dependerá en buena medida la posibilidad de que los Veinticinco cierren un acuerdo el próximo viernes en Bruselas sobre los presupuestos comunitarios para 2007-2013. Los ministros de Exteriores, reunidos en Luxemburgo desde el domingo, han llevado ya la negociación hasta el punto en el que la última palabra depende de sus jefes de filas.
Las miradas se centran en el Gobierno de Blair, al que los 24 socios restantes exigen una reducción del llamado cheque británico. Los contactos multilaterales han entrado ya en punto muerto, a la espera de que Blair explique hoy en privado al primer ministro luxemburgués y presidente de turno de la UE, Jean-Claude Juncker, su margen real de maniobra.
El punto de partida, según algunas delegaciones, resulta esperanzador. Por primera vez en 20 años, la renegociación del llamado cheque británico ya no resulta tabú, ni siquiera para Londres.
Francia aporta a la Unión menos de la mitad que el Reino Unido
Blair, de hecho, volvió ayer a hablar abiertamente desde Moscú sobre la posibilidad de discutir la vigencia de esa compensación presupuestaria arrancada por Margaret Thatcher en 1984.
Juncker intentará aprovechar ese resquicio para presentar el próximo viernes en Bruselas un compromiso sobre el presupuesto aceptable para los Veinticinco, con un techo de gasto de en torno al 1,05% del PIB comunitario.
Pero el primer ministro británico, recién reelegido por tercera vez, supedita su oferta de negociación a negociar a la apertura de 'un debate general sobre el sistema de financiación de la Unión Europea, incluido el hecho de que el 40% del presupuesto se destine todavía a la agricultura, un sector que sólo ocupa al 5% de los trabajadores europeos'.
Blair reabre así una batalla que no pudo plantear a finales de 2002, cuando los Quince negociaron el presupuesto para el ingreso de los países de Europa del Este. El canciller alemán, Gerhard Schröder, y Chirac pactaron entonces a sus espaldas aplazar hasta 2006 la reforma de la Política Agrícola Común y congelar a partir de ese año el presupuestos de ese capítulo.
Londres cree llegado el momento de garantizar que en el próximo marco presupuestario el gasto agrícola comenzará a reducirse drásticamente. Y con ese duro mensaje llega hoy a París para reunirse con Chirac.
El presidente francés, mucho más debilitado políticamente que su homólogo británico, ha mostrado su disposición a 'hacer algún gesto' para facilitar el acuerdo, pero descartando una revisión de la Política Agrícola Común (PAC).
La última propuesta de la presidencia luxemburguesa propone destinar 377.000 millones de euros al capítulo agrícola, un 25% más que a la política de cohesión. La cumbre que se inicia el próximo jueves recortará previsiblemente esa cifra sin que París plantee demasiadas objeciones.
Pero Londres exige además una reestructuración global del presupuesto para centrarlo en las áreas más competitivas y con mayor valor añadido. Blair se reunió anoche con Schröder, principal aliado de Chirac, para explicarle su posición. Berlín considera que en el acuerdo de 2002 todos los sacrificios los hizo Francia y ahora corresponde a otros socios aportar su parte para financiar la UE ampliada.
Francia, sin embargo, sigue aportando en términos netos menos de la mitad que Reino Unido. En 2003, Londres aportó 9.971 millones de euros y recibió 6.068 en fondos comunitarios (el 66% en subsidios agrícolas). Su saldo neto negativo ascendió, por tanto, a 3.903 millones.
Francia, en el mismo ejercicio, recibió 13.119 millones de euros (más de la mitad, procedente de la PAC) a cambio de una aportación de 15.154 millones.
Es decir, la UE le costó a París 2.036 millones de euros, la mitad que a Londres. Una bagatela, en todo caso, para dos de los países más ricos del mundo.
Respaldo a las lenguas autonómicas
La Unión Europea admitió ayer el uso en las instituciones comunitarias de las lenguas cooficiales españolas, que no tendrán reconocimiento oficial, pero sí podrán ser utilizadas por los ciudadanos para dirigirse a la Unión y por los representantes autonómicos para hablar en las reuniones. El Consejo de Ministros de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores de la UE dio el visto bueno al acuerdo logrado previamente a nivel de embajadores, que posibilita el uso de las lenguas cooficiales españolas, según explicó el secretario de Estado español de Asuntos Exteriores, Alberto Navarro.Con esta decisión 'sobre el uso oficial de las lenguas adicionales', se 'abren las puertas de Europa al uso oficial de estas lenguas', que entre 11 y 12 millones de españoles tienen como lengua materna, precisó Navarro. Por ello consideró que 'hoy es un gran día', porque 'se acerca Europa a los ciudadanos', dijo el secretario de Estado español, que agregó que aún queda mucho por hacer. El 'difícil' acuerdo se logró frente a la oposición de Holanda y Austria, que argumentaban que es un sistema demasiado complejo, y a pesar de que 'ningún otro país' apoyaba la iniciativa de España.El conseller primer de la Generalitat de Cataluña, Josep Bargalló, consideró 'muy positivo' el acuerdo adoptado, del que resaltó que es un primer paso para 'conseguir la oficialidad total del catalán' en las instituciones europeas.