La Copa reaviva las cuentas del Liverpool
El Liverpool no sólo recibió su quinta Copa de Europa el pasado miércoles en el Estadio Olímpico Atatürk de Estambul. Su sorprendente victoria ante el Milán, en la que varios españoles han tenido un papel protagonista, empezando por el entrenador Rafa Benítez, le ha proporcionado además un cheque con muchos ceros, un balón de oxígeno para su maltrecha economía.
El himno oficial de los reds reza el famoso You'll never walk alone (Nunca caminarás solo). Los hinchas han sido fieles al estribillo. Las finanzas no. Este año se conmemora el vigésimo aniversario de la tragedia de Heysel. El viejo estadio belga sirvió de triste escenario para una de los puntos más negros del fútbol contemporáneo. 39 aficionados, en su mayoría italianos, murieron asfixiados antes de la final europea entre Juventus y Liverpool.
A partir de ahí nada fue igual para el club de Anfield Road. Los equipos ingleses fueron castigados con seis años fuera de las competiciones europeas. Cuando se levantó la sanción el fútbol había cambiado mucho. Los ingresos por televisión y marketing se habían multiplicado y ni siquiera la vieja Copa de Europa era ya la de toda la vida. Su nombre había mudado a uno más pomposo y comercial, acorde con los nuevos tiempos. Ya era la Champions League.
æpermil;xito económico y triunfos deportivos se retroalimentan en el fútbol moderno, salvo excepciones como la de esta semana, que mantiene la fe de los modestos. Al expirar la condena por los sucesos de Heysel varios clubes ingleses se dieron cuenta mucho antes que el Liverpool de las nuevas reglas del juego. Manchester, Arsenal o Chelsea salían a Bolsa, planificaban giras comerciales por Asia y son objeto de deseo por parte de tiburones financieros como Roman Abramovich o Malcolm Glazer.
Los reds seguían apegados a la tradición. Consecuencia: salieron de la aristocracia balompédica, que ahora, más que en títulos, se cuantifica por ingresos y presupuesto. El club lleva varios años en números rojos. La temporada pasada cerró con unas pérdidas de 31 millones y una deuda de 22,8 millones.
Por tanto, la final de Estambul no sólo era un duelo entre dos estilos futbolísticos. Se trataba de un partido entre clases sociales. Nuevos ricos contra la nobleza venida a menos. El Milán, de la mano de Silvio Berlusconi, es el tercer club más acaudalado del mundo, por detrás de Manchester y Real Madrid. Genera unos ingresos de 222,3 millones de euros anuales, según el último informe de Deloitte. El Liverpool ha caído hasta la décima posición, con 139 millones.
La reconquista del cetro europeo significa para los ingleses un salvavidas en sus maltrechas finanzas. El triunfo en la final supondrá a las arcas del club unos ingresos, según las tarifas marcadas por la UEFA, de 17,5 millones de euros. Además, puede tener un efecto secundario de gran trascendencia. En junio, el máximo organismo del fútbol europeo se reunirá para discutir si admite al Liverpool en la próxima edición de la Liga de Campeones, con lo que ello significa en cuanto a ingresos por la venta de entradas y derechos de televisión. Al no acabar entre los cuatro primeros de su liga no tenía derecho a una plaza en la máxima competición.
Además, el penalti parado por Dudek a Shevchenko acerca un poco más el trampolín sobre el que piensa impulsarse el club. Se trata de la construcción del nuevo estadio, con capacidad para 60.000 espectadores, 15.000 más que el actual. El Liverpool ya tenía permiso de las autoridades. Sin embargo, lo costoso del proyecto (174 millones) y su delicada situación financiera habían dejado el objetivo en el aire.
El efecto domino que provoca la victoria en la Champions mueve dos fichas más. Por un lado, mantenerse en la elite del fútbol europeo permite al club asegurarse la continuidad de sus dos patrocinadores, Carlsberg y Reebok. Con la firma de ropa ha renovado esta temporada el contrato, que le asegura unos ingresos de 151 millones de euros en los próximos seis años. Además, podrá negociar desde una mejor posición con su capitán y estrella, Steven Gerrard, que hasta la final de Estambul parecía dispuesto, como ya hizo Michael Owen, a dejar caminar solo al club de sus amores.
El éxito de un líder austero y metódico
Rafa Benítez (Madrid, 1960) es una persona seria, un punto austera (en la rueda de prensa posterior a la final no exteriorizó signos de alegría), metódica y apasionada por su trabajo. Desde su llegada entendió que el Liverpool no es un club cualquiera, sino que representa el orgullo de una ciudad industrial venida a menos, y supo mantener, pese a llenar el equipo de españoles, los valores tradicionales de la entidad. Por eso siempre quiso expresarse en las ruedas de prensa en inglés.Además de ser entrenador de fútbol es licenciado en Educación Física. Es tal el control que ejerce sobre los jugadores que delimita lo que deben comer. En su etapa en Valencia, por ejemplo, llegó a racionar los helados y las paellas a sus jugadores.