La superficie de cultivo de maíz transgénico en España casi se duplica en un año
España es el único país de la Unión Europea con una superficie representativa de cultivo transgénico. El año pasado la superficie cultivada del maíz modificado genéticamente Bt creció en el país un 80%.
España se ha convertido en una potencia mundial en cultivo transgénico. En 2004 pasó a ser uno de los 14 países -la mayoría de ellos en vías de desarrollo- que en todo el mundo cuentan con más de 50.000 hectáreas dedicadas a este tipo de cultivos. Y es el único país de la Unión Europea con tierras sembradas con semillas modificadas genéticamente con fines comerciales (Alemania y Francia cuentan con hectáreas con cultivos biotecnológicos, a modo de experimento).
Sólo el año pasado el cultivo del maíz modificado genéticamente Bt creció en España un 80%, ocupando en total 58.000 hectáreas. Este tipo de maíz ha sido modificado genéticamente para incluir en él la proteína Bacillus thuringiensis (Bt), eficaz contra las plagas de orugas, y fue aprobado en la UE en 1998. A pesar de ser resistente a estas plagas y de que gran parte de la comunidad científica asegura que su consumo es inocuo, lo cierto es que sólo España ha apostado por él en Europa. Un hecho para el que existen explicaciones económicas y políticas.
Por un lado, según se puso ayer de manifiesto en un encuentro organizado por la fundación Antama en Madrid y que reunió a expertos en biotecnología, España requiere de este tipo de cultivo en mayor cuantía que sus socios europeos porque España importa la mayoría del maíz que consume, al contrario que otros países europeos que no tienen una necesidad imperiosa de dedicar hectáreas al maíz transgénico. Pero, por otro lado, lo cierto es que el más mínimo cambio en la legislación europea que regula el cultivo de estas variedades transgénicas puede convertirse en un arma política de gran alcance.
El 85% de todo el maíz que se cultiva en España está dedicado a la elaboración de piensos para animales y, según científicos españoles consultados, prácticamente el 100% del maíz transgénico. Según la actual regulación europea, la elaboración de alimentos que provienen de animales alimentados con este tipo de piensos no tiene por qué indicarse en las etiquetas de cara al público. Si hubiera un cambio regulatorio que obligara a informar que tal o cual alimento proviene de animales alimentados con piensos en los que hay un componente modificado genéticamente, esa información sería posiblemente empleada por la competencia que no los usa para restar valor al producto que sí los emplea. Lo que podría acarrear una crisis sin precedentes en el sector alimentario.
No obstante, tras la crisis de las vacas locas, el uso de estos piensos se ha extendido en toda la UE. La elaboración de piensos con proteínas de origen animal, donde parece que está el origen de la enfermedad, está prohibida desde el año 2000 lo que ha disparado la demanda de proteínas de origen vegetal. Entre estas, la más asequible es la proveniente de cultivos transgénicos, principalmente de soja.
Una oportunidad, no un problema
Las heladas, la falta de mano de obra, los pueblos abandonados o la escasez de agua 'sí que es un problema para la agricultura española, la entrada de cultivos biotecnológicos no es un problema, es una oportunidad', destacó ayer en el encuentro organizado por Antama Esteban Andrés Soto, secretario general de la organización agraria Asaja en Aragón. Soto incluso solicitó ayer la llegada de más cultivos transgénicos resistentes a plagas.
La superficie mundial de cultivos transgénicos creció el año pasado un 20% alcanzando los 81 millones de hectáreas, según un informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Biotecnológicas (Isaaa). Más de 8 millones de agricultores de 17 países sembraron el año pasado cultivos transgénicos, el 90% de ellos en países en desarrollo. El año pasado fue el primero en el que la superficie sembrada con cultivos biotecnológicos fue superior en los países en desarrollo que en los industrializados. China, India, Argentina, Brasil y Sudáfrica están llamados a liderar el mercado mundial.
¿Dónde están las etiquetas informativas?
Hace cerca de un año que es obligatorio etiquetar los alimentos y piensos procedentes de plantas modificadas genéticamente. Sin embargo, encontrar estos alimentos con su respectiva etiqueta es casi imposible en España -el único país europeo que de momento ha apostado por el cultivo biotecnológico con fines comerciales-, a no ser que se acuda a tiendas especializadas. La razón, según expertos de la distribución consultados, es que los grandes grupos de alimentación todavía no se atreven a incluir estos productos por el miedo a ser boicoteados por grupos ecologistas. De hecho existe un buen número de artículos que antes eran elaborados con 'aceites vegetales', muchos de ellos con componentes modificados genéticamente, que ahora son producidos con aceite de girasol.