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Columna
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Los mayores de 55 años en el mercado laboral

La tasa de empleo de los mayores de 55 años en España está sensiblemente por debajo de la media comunitaria. El autor aboga por la aplicación en la UE de medidas globales tendentes a aprovechar la experiencia de los trabajadores de más edad

La preocupación de las autoridades comunitarias por la prolongación de la vida activa de los trabajadores ha pasado a ser un objetivo básico en la política de empleo comunitaria. El Consejo Europeo de Estocolmo de 2001 acordó que la mitad de la población de la UE de edades comprendidas entre 55 y 64 años debía estar empleada para 2010. El Consejo Europeo de Barcelona de 2002 acordó que, para 2010, deberá intentar elevarse progresivamente en torno a 5 años la edad media efectiva a la que las personas cesan de trabajar en la Unión Europea.

Hoy, en la UE, la tasa de empleo de los trabajadores de más edad (porcentaje sobre la población de 55 a 64 años) es del 42,3%. Pero a pesar de que en el último año aumentó en más de un 5%, todavía se está lejos de alcanzar dichos objetivos, y es preciso hacer esfuerzos mayores para avanzar.

En España, la tasa de empleo de mayores de 55 años se sitúa ligeramente por debajo de la media comunitaria. Sin embargo, según Eurostat (oficina estadística de la Comisión Europea), la diferencia con relación a determinados países miembros de la UE es relativamente mayor. De hecho, algunos ya han conseguido, prácticamente, los objetivos de Estocolmo. Es el caso particular de Holanda (45%), Finlandia (50%), Irlanda (50%), Portugal (52%), Inglaterra (56%), Dinamarca (60,5%) y Suecia (69%). Lo mismo sucede si comparamos con países miembros de la OCDE: Estados Unidos (58%) y Japón (63%) .

Pero donde se encuentran la diferencia más acusada es en la tasa de empleo de las mujeres de edades comprendidas entre 55 y 64 años (22% frente al 30% de la UE), especialmente por el elevado índice de paro (14,3% frente al 8,7% de la UE).

La jubilación anticipada puede parecer un medio útil para que las empresas compensen el impacto negativo de las reducciones de plantillas, pero acarrean una pérdida de capital humano prematura y permanente sin mejorar la calidad del empleo. Según el Ministro de Trabajo y Asunto Sociales, Jesús Caldera, 'cada vez se entra más tarde en el mercado laboral y las personas se jubilan antes. Esto es malo para sostener el sistema'

Por ello, se necesitan medidas políticas para mantener la oferta de mano de obra y garantizar la empleabilidad, incluso en períodos en los que el crecimiento general del empleo es lento.

En este sentido, los Estados miembros deberían elaborar y aplicar estrategias globales que integren los factores clave para mantener el empleo de los trabajadores de más edad: incentivos financieros para no fomentar la jubilación anticipada y garantizar la rentabilidad del trabajo, acceso a estrategias de formación y de aprendizaje permanente, y buenas condiciones de trabajo que promuevan la conservación del empleo, atendiendo a aspectos como la higiene y salud, las condiciones de trabajo flexibles (incluidos el tiempo parcial y las interrupciones de la vida profesional) o los servicios asistenciales.

Evidentemente, los incentivos para que los trabajadores de más edad permanezcan en activo deben reflejarse en perspectivas reales de empleo. De igual forma, es preciso estimular un cambio cultural en la sociedad y en las empresas que conduzca a una mayor y mejor valoración de la experiencia y el conocimiento.

Para la economía en su conjunto, el aumento de la participación y de las tasas de empleo de las personas de más edad son cruciales para aprovechar plenamente la oferta de mano de obra a fin de apoyar el crecimiento económico, y asegurar la sostenibilidad de los sistemas de protección social. El envejecimiento, motivado por la caída de la tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida, generará un incremento de los gastos relacionados con las jubilaciones y atención médica entre el 4 y el 8% del PIB (el gasto público en pensiones supone en la actualidad el 8,2% del PIB).

La percepción de los cambios demográficos (hasta el 2015 el grupo de edad 20-29 descenderá el 20%, mientras que el de 50-64 aumentará un 25%), conduce a que los trabajadores de más edad sean reconocidos como lo que son: un elemento central de la oferta de mano de obra y un factor clave para el desarrollo sostenible de la Unión Europea.

Por todo ello, es preciso promover la prolongación de la vida activa introduciendo los necesarios cambios en la gestión del 'factor edad' para hacer del trabajo una opción para todos. Pero nada se conseguirá sin la contribución de los interlocutores sociales y económicos. Su participación es esencial para incitar a las empresas a definir un enfoque amplio y a posibilitar carreras profesionales mejores y más largas.

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