Eso que llaman buen gobierno
Buen gobierno. ¿Qué es el buen gobierno más que hacer las cosas bien? El ex presidente de la CNMV Blas Calzada solía aludir a esta cuestión cuando salía el tema de la responsabilidad de los gestores. Pero no era una forma fácil de salir del paso. Porque, en realidad, es difícil concretar un concepto tan difuso.
Esta imposibilidad de definir cuándo un gestor mira por el interés propio o por el de quienes le pagan -esto es, los accionistas- llevo a los códigos de buen gobierno, desde el Olivencia hasta el Aldama. Y, en la línea de 'legislación blanda' que tanto gusta en los mercados, los códigos no son de obligado cumplimiento, pero las compañías sí están obligadas a decir públicamente si siguen dichos códigos o no.
Hecha la ley, hecha la trampa. Buena parte de las irregularidades contables de Enron no se recogían en secreto escondidas en una caja fuerte del lugar más oculto de la empresa, sino que estaban a la vista de los inversores en la información pública de la SEC. La transparencia, como el buen gobierno, no debe ser una palabra hueca o un trámite administrativo, sino una práctica real. Y si la transparencia está escondida en miles de tomos de información legal, mal negocio para el inversor.
La actitud de un fondo de inversión británico, que ha pedido a la Deutsche Börse que no entre en una puja por la Bolsa de Londres que perjudique al accionista, devuelve a colación los asuntos de buen gobierno, que se olvidaron a medida que la Bolsa empezó a subir.
La respuesta del mercado ante la petición del citado fondo ha sido una importante revalorización de la acción. ¿Tiene razón el fondo? ¿Ha de retirarse la Deutsche Börse de la puja, dado el comportamiento del inversor? El buen gobierno -el hacer las cosas bien- es algo que no se puede juzgar en una sesión de Bolsa. De hecho, un excesivo cortoplacismo no debería ser un ejemplo de buen gobierno. El foro donde juzgar a los gestores es la junta. Pero sería deseable que los asistentes acudiesen a ella a votar, y no a por un mechero.