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CincoSentidos

Los obstáculos de los cooperantes

Pusieron un pie en la zona cero un día después de que la fuerza del mar devastara el sudeste asiático. Dejaron su hogar a miles de kilómetros para echar una mano a quienes lo habían perdido todo. Un sentimiento solidario fue el que les impulsó y por el que rompieron con su rutina.

Desde finales de diciembre, hombres y mujeres españoles han dejado en suspenso sus vidas durante dos o tres semanas. Son voluntarios, profesionales en medicina, logística o salvamento, que han sorteado una carrera de obstáculos para ayudar de forma altruista. Y es que el deseo de ayudar a los damnificados de una catástrofe, cuenta en ocasiones con los reparos de las compañías en las que trabajan los voluntarios o con los recelos de su propia familia.

Víctor López, responsable de comunicaciones de Bomberos Unidos sin Fronteras, fue de los primeros en socorrer a la comunidad de Kinniya en Sri Lanka. Recién aterrizado en España, ha vivido una experiencia que, según asegura, no podrá olvidar. Aunque ha participado en labores de salvamento en catástrofes naturales en Cuba y Nicaragua, a lo largo de los ocho años que colabora con la ONG, asegura que 'esta catástrofe no tiene precedentes'.

La noticia del tsunami le pilló por sorpresa mientras presentaba un festival benéfico en Madrid. 'Cuando me llegó el mensaje sobre lo que había ocurrido intuí que iría hacia allí', explica López, que trabaja como bombero profesional en Leganés. Justo un año antes, un grupo de compañeros sacrificaba sus Navidades para socorrer a los afectados por el terremoto de Bam (Irán). 'En un primer momento me mostré receloso, pues tenía un último examen en la facultad', reconoce el voluntario.

Las palabras de su pareja fueron las que finalmente le convencieron. 'Me dijo que valía la pena mover el mundo entero para salvar una vida', se sincera. También encontró el apoyo de sus compañeros de trabajo. 'Tuve que cambiar cuatro guardias', indica. Pocas horas después se embarcaba en un avión del Ejército hacia Sri Lanka.

López no cree que quienes quieran ayudar a los damnificados por un desastre natural deban de tener un perfil determinado. 'Hay que tener corazón, dar lo mejor de ti, porque también lo recibes todo de ellos', apostilla.

Juan Pérez pertenece al grupo de Ayuda de Catástrofes de Andalucía. Un médico especialista en emergencias de Cádiz, que está disponible las 24 horas durante siete días a la semana para trasladarse allá donde se requiera una intervención urgente, dentro y fuera de nuestras fronteras. Es miembro de la Sociedad Española de Medicina de Catástrofes (Semeca), ONG a través de la que se desplazó a Banda Aceh (Indonesia). Para desempeñar las tareas de ayuda, explica que la formación en este tipo de sucesos es indispensable además de estar dispuesto a sufrir un desgaste. 'La mayoría estamos acostumbrados a trabajar para dar el 100% en una emergencia que dura un cierto tiempo. Allí este tiempo se prolonga 24 horas'.

Otro voluntario, José Soriano, permanece desde el 5 de enero en un campamento de refugiados de Sri Lanka. También es miembro de Semeca y trabaja en el Samur de Alicante. Su decisión de ir a la zona del desastre topó con el rechazo de su familia, aunque finalmente logró su apoyo. Su reencuentro se producirá el 20 de enero.

Cuando echar una mano se convierte en profesión

La ayuda de voluntarios se suma a la labor que las grandes organizaciones no gubernamentales españolas e internacionales realizan sobre el terreno con su personal en nómina. Médicos sin Fronteras es una de las ONG capaz de realiza en menos de 24 horas un envío a cualquier parte del mundo con material de primeros auxilios y personal médico y logístico.Según explican desde la organización, la primera fase de un proyecto se inicia con una misión exploratoria, en la que se evalúan las primeras necesidades de la población. El equipo está formado por dos personas con un perfil distinto, sanitario y logístico, que ha de realizar en un máximo de tres días su evaluación. Desde Médicos Sin Fronteras, admiten que hacer de la ayuda al prójimo una profesión 'es un estilo de vida que no te permite combinar con la vida familiar y es difícil que alguien pueda dedicarse más de tres años'.Tras un primer envío de emergencia, Intermón también ha desplazado a la zona, concretamente a Maldivas, un equipo para coordinar las ayuda. La Fundación Vicente Ferrer, en cambio, ha optado por centrar su trabajo desde su cuartel general en Anantapur. Cooperación Internacional centrará la ayuda en la población de Payagala, una ciudad de pescadores cercana a Colombo.

dificultades en el terreno

ImpactoAlgunos de los voluntarios que se desplazan a zonas afectadas reciben atención psicológica previa a su salida para aprender a sobrellevar las emociones que pueden sentir en el territorio devastado. Aún así, explica José Soriano de Semeca, 'te impacta igual'.La barrera idiomáticaLa comunicación con los afectados no resulta sencilla. Lo voluntarios recurren a los nativos con conocimientos de inglés, que hacen de intérpretes desinteresadamente, para relacionarse con la población.CaosEn muchas zonas no existe una autoridad que organice a las ONG un reparto del territorio donde ubicarse.

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