El Banco de España alerta sobre el déficit tecnológico y educativo
La convergencia con Europa en capital tecnológico y humano todavía queda lejos. Un informe del Banco de España advierte de que, pese a los avances de los últimos años, la brecha respecto a la Unión Europea sigue siendo excesiva en los dos factores decisivos para la productividad.
El credo económico del Gobierno socialista, preconizado en cuanto tiene ocasión por el vicepresidente Pedro Solbes, tiene tres ejes fundamentales: estabilidad presupuestaria, tranparencia y productividad. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, su número dos, sostiene que esta última es la apuesta necesaria para la economía española si quiere seguir compitiendo en el mercado global. Y también que no hay atajos para mejorar la productividad de las empresas, más allá de los deberes habituales: inversión en capital humano y tecnológico.
De la importancia fundamental de estas dos últimas variables se ha hecho eco el último informe del Banco de España, que califica sin tapujos de insuficiente el esfuerzo realizado por nuestro país en ambos campos. En la educación, nos acercamos a Europa por el descenso de la población, pero gastamos menos en porcentaje de PIB. En tecnología, pese a los grandes avances de los últimos lustros, ni siquiera alcanzamos el 50% de la media comunitaria.
España ha mejorado su PIB per capita desde el 77,2% de la media de la UE en 1989 hasta el 86% en 2002. Más aún: después de la ampliación de mayo del año pasado, la producción española alcanza ya el 98% de la comunitaria. Un resultado satisfactorio, con un cuestionable desarrollo futuro, en vista del mantenimiento de la brecha en capital humano y tecnológico.
España se mantiene a un punto de PIB de Europa en cuanto a inversión en I+D+i
La convergencia ha sido algo más rápida en el caso del capital tecnológico, debido, según el Banco de España, a la menor inercia de este tipo de riqueza, más fácilmente mejorable. Sin embargo, el informe refleja que el desfase entre nuestro país y la media de la UE-15 es muy superior en capital tecnológico que en capital humano. Desde 1980 hasta 2002 se ha pasado de un 24,7% de la media europea a casi doblar este porcentaje (45,3%). La reducción de distancia fue especialmente pronunciada hasta 1995, para moderarse desde entonces. En cualquiera de los casos, la brecha tecnológica de España se mantiene casi en la misma medida que en 1989: en torno a un 1% del PIB. El Banco de España destaca que las tasas de inversión en capital tecnológico son todavía muy inferiores a las de la UE, por lo que el avance en la convergencia 'pasa necesariamente' por incrementar este tipo de inversión.
Los Presupuestos Generales del Estado de 2005, aprobados hace tres semanas, contemplan un incremento de la inversión en I+D+i del 16,3%, hasta casi 5.000 millones de euros. La parte correspondiente a investigación civil alcanza los 3.642 millones, un 25,4% más que en 2004.
Malas notas en educación
Donde no parecen estar tan claras las soluciones es en materia educativa. El Informe PISA, realizado mediante cuestionarios a 250.000 alumnos de 41 países, sitúa a España a la cola de la OCDE tanto en comprensión de textos como en matemáticas. El Banco de España se hace eco de estos preocupantes resultados, y enfatiza que el acercamiento del nivel de gasto por alumno respecto a la UE no se debe a un mayor esfuerzo inversor, sino a la caída de la natalidad y la convergencia del PIB real.
El informe del Banco de España refleja varios indicadores educativos: en porcentaje entre el número de años de escolarización de las personas en edad de trabajar y el que se alcanzaría si toda la población tuviese educación superior, España obtiene un ratio del 57,5%, seis puntos menos que la media de la UE. Introduciendo una serie de variables para reflejar la calidad general del sistema educativo, el nivel de stock de capital humano de España se situaba el año pasado en el 87% de la media europea, nueve puntos más que en 1992.
Si el análisis se centra en las generaciones más jóvenes (lo que resulta más adecuado para evaluar el éxito o fracaso de las políticas públicas), la distancia respecto a la media de la Unión Europea se reduce (92% en 2003). Aún así, sigue siendo considerable, debido, según el Banco de España, al menor número de años de escolarización y la menor calidad del sistema educativo.
España se aleja de la UE en esfuerzo en educación
La estadística fría puede resultar engañosa: el gasto público en educación por habitante ha pasado del 58,4% de la media de la Unión Europea en 1989, al 75,3% en 2001. Un avance impresionante hacia la convergencia, que podría reflejar el resultado de un gran esfuerzo educativo si no fuera por la coexistencia de dos factores decisivos: la demografía y el crecimiento económico.El Banco de España deja claro en su informe sobre capital humano que este recorte de distancia se ha debido al crecimiento del PIB per capita (España pasó en ese periodo del 77,2% al 83,4% de la media de la Unión Europea) y a la disminución del número de alumnos, como consecuencia del bajón de la natalidad.De hecho, en los doce años analizados España perdió terreno en cuanto al porcentaje de PIB dedicado a la educación. En 1989 nuestro país gastaba el 92% de la media de la Unión Europea; doce años después, apenas se superaba el 90%. La entidad presidida por Jaime Caruana lanza un claro aviso en este sentido: 'Si la demografía o la convergencia real no fuesen tan favorables en el futuro, el patrón actual no sería suficiente para mantener la convergencia en el gasto por estudiante con la Unión Europea'Los datos del informe PISA son concluyentes en este aspecto: las pobres calificaciones cosechadas por España contrastan con el fuerte progreso de países como Polonia, que ya compite de igual a igual en el mercado único. A mucha distancia, y lejos de dormirse en los laureles, continúan los países nórdicos, con otro de los miembros de la Unión Europea a la cabeza: Finlandia.