Políticas creíbles
La semana pasada el FMI hizo público el texto de un discurso de su economista jefe, Raghuram Rajan, pronunciado en Sydney, en el que decía que aunque no hay que ser alarmista con respecto a la caída del dólar, ésta es una señal a los políticos para que corrijan los desequilibrios que podrían afectar la economía mundial, entre ellos, los déficits americanos.
Este economista admitía que sin los estímulos fiscales y el consumo privado (a costa de una tasa de ahorro del 0,2%) no habría habido recuperación económica en EE UU y 'el mundo aún estaría en recesión'. Rajan parecía mostrarse comprensivo también con las razones de la caída de la divisa americana al citar a quienes consideran que esta depreciación es necesaria para aumentar las exportaciones y reducir el déficit comercial. No obstante, este economista cree necesario asegurarse de que la caída está cuidadosamente medida para evitar movimientos forzados en los tipos de interés en Europa y EE UU.
Y ese cuidado en la depreciación tiene que ser transmitido a los mercados. 'Si los inversores ven que hay en marcha políticas creíbles que reduzcan los desequilibrios, entonces entenderán que la necesaria mayor depreciación del dólar será relativamente pequeña y estarán dispuestos a mantener activos financieros americanos', dijo. Rajan cree que el objetivo de EE UU no debería ser tener superávit por cuenta corriente 'sino reducir el déficit a un nivel sostenible a medio plazo' y explicó que si se ponen medidas creíbles para conseguir esta disminución, los mercados seguirán financiando los desequilibrios con la confianza de que algo se está haciendo.
Las palabras de Rajan coincidieron con la celebración de una conferencia en Washington, organizada por la Casa Blanca, y en la que participó el equipo económico de George Bush y responsables de empresas elegidos por la Administración. La conferencia trataba de promocionar la agenda económica de la segunda legislatura, ya explicada en la campaña.
Bush ligó la reforma de las pensiones a la sostenibilidad del déficit a largo plazo (aunque evitó hablar del corto) y su vicepresidente, Dick Cheney, dijo que era necesario hacer indefinidos los recortes de impuestos de la primera legislatura. A juzgar por los aplausos, a los asistentes aquello les resultó muy creíble.
A los inversores, que financian los desequilibrios de los que hablaba Rajan, no tanto. Muchos economistas dicen que la transición al nuevo modelo de pensiones obligará al Estado a endeudarse más. 'Creo que será negativo para el dólar', decía Sung Won Sohn, economista de Wells Fargo a Los Angeles Times. Un buen número de académicos asegura que con el plan de Bush el déficit se disparará.
Los demócratas creen que Bush está dando una imagen catastrofista y poco honesta de la situación de las pensiones (y Bush necesita algunos votos de este partido para aprobar su plan). Pero incluso los republicanos se lo van a poner difícil ya que cada vez más miembros de este partido creen que sus planes son insuficientes.
Tampoco los ciudadanos creen del todo en el proyecto de Bush. Según una encuesta de The Wall Street Journal, el 50% cree que es mala idea reformar las pensiones, frente al 38% que cree lo contrario. La mayoría se inclina además por dejar la ley tributaria como está. Curiosamente, el recién elegido Bush tiene aún que ganar la batalla de la credibilidad.