Por qué invertir en Brasil
Brasil se ha convertido en un mercado con grandes oportunidades. Los empresarios no pueden obviar que este país es el quinto más extenso del mundo y también el quinto más poblado. Las empresas españolas están llamadas a jugar un papel importante en el proceso de desarrollo que está viviendo Brasil, habida cuenta de las grandes carencias que aún presenta en sectores como la energía y la construcción.
Brasil se ha destacado como un imán para las inversiones españolas, lo comprobé en mi etapa como embajador en España y lo sigo comprobando ahora desde otro prisma que está aún más ligado a los avatares económicos. Su cultura, su tradición, su situación, su población y su atractivo potencial constituyen los activos más importantes del país carioca que España ya supo ver hace una década. Lejos de los paisajes paradisíacos de sus playas y su música caribeña, Brasil encierra muchas y diferentes oportunidades de mercado.
No es de extrañar que, dados los lazos culturales y amistosos que han unido desde siempre a estos dos Estados, España sea la segunda nación del mundo, por detrás de Estados Unidos, que más invierte en Brasil y el primer inversor entre los países de la Unión Europea. No quiero convertir estas líneas en un cúmulo de cifras que después caen en el olvido, pero merece la pena destacar que, en 2003, España destinase al país 974 millones de dólares, lo que representa el 2,02% de la importación total brasileña.
Actualmente, gran parte de las empresas españolas están presentes en los principales sectores económicos del país. Telefónica Móviles, a través de su empresa conjunta con Portugal Telecom es líder del mercado brasileño en el que cuenta con 23,5 millones de clientes. Iberdrola y Endesa suministran energía eléctrica a diversos Estados brasileños y el número total de clientes supera ya los diez millones. Asimismo, Sol Meliá cuenta con una amplia representación en el área hotelera y Repsol YPF en el sector petrolero; pero sin duda alguna, es el sector financiero el que más ha contado con el aval español en los últimos años. SCH y BBVA han intensificado su presencia en el país sudamericano y se han asegurado un crecimiento imparable con vocación de permanencia.
Las profundas reformas estructurales llevadas a cabo por el presidente del Gobierno, Luiz Inácio Lula da Silva, han conferido nuevos aires de estabilidad y seguridad, que lejos de salpicarse con las crisis vecinas que sumieron en un auténtico caos a países como Argentina o Venezuela, han aprovechado el tirón del crecimiento para atraer el flujo de capitales extranjeros.
El Gobierno de Lula, gracias a su política ortodoxa, la reducción del desempleo y de la inflación (el talón de Aquiles del país) y las políticas de crecimiento, ha conseguido situar al país entre los más atractivos de Iberoamérica para invertir.
Y todo esto combinado con una política económica que presta especial atención a los programas sociales, entre los que destaca especialmente el Programa Hambre Cero, con el que se pretende erradicar el hambre en cuatro años.
El inversor español ha sabido confiar en la recuperación económica de Brasil. Las razones, muchas. El presidente Lula tiene un firme compromiso de inversión en sectores como el transporte, la energía, las infraestructuras o la educación, que se presentan como una buena oportunidad para el sector privado, donde el capital español tiene una gran representación. También hay una necesidad galopante de invertir en áreas como el turismo, ferrocarril, redes de saneamiento o el sector medioambiental, habida cuenta del alto grado de contaminación que hay en algunas áreas del país.
A todo ello hay que sumar la esperanzadora noticia de que la comisión de Educación y Cultura del Parlamento brasileño ha aprobado el proyecto que introducirá el español en la enseñanza de secundaria, lo que permitirá, además de la entrada de grandes grupos editoriales españoles (algunos ya presentes en el país); salvar la barrera del idioma, una circunstancia que ha podido frenar el proceso expansionista de algunas empresas españolas. Asimismo, el enorme potencial de crecimiento de Brasil se presenta como una valiosa opción para las futuras empresas que piensen instalarse allí. Somos un país con una gran credibilidad para las grandes empresas y también para las pequeñas y medianas. Y esa credibilidad se ve, además, reforzada por la estabilidad económica de la que hoy disfrutamos.