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Carrera hacia la Casa Blanca

Garantizar el futuro de las pensiones

El candidato republicano George Bush ha desempolvado para la segunda legislatura algunas de las propuestas de hace cuatro años, aún no puestas en marcha. Una de ellas es la de la reorganización de la Seguridad Social, que es como se conoce en EE UU al sistema de pensiones. Ya entonces, Bush dijo ser consciente de que tocar la caja de las pensiones es delicado políticamente, pero necesario. 'Para arreglar la situación hay que tocarla y yo quiero arreglarla', dijo.

En los primeros cuatro años le han podido otras prioridades más digeribles a corto plazo pero en su última legislatura, Bush quiere dar un cambio de timón a cuestiones claves del Estado y, entre ellas, las pensiones ocupan un lugar destacado.

El presidente tiene la vista puesta en 2019, fecha en la que según la Oficina Presupuestaria del Congreso (un órgano técnico), la Seguridad Social ingresará menos a través de las cotizaciones de lo que tiene que abonar al creciente número de pensionistas. Los cálculos de esta oficina se hacen más borrosos a la hora de predecir la debacle y apuntan a que en 'algún momento entre 2042 y 2053' el sistema de pensiones no tendrá recursos.

Kerry asegura que el plan de Bush supone la privatización del sistema

Dos son las razones: una que los baby boomers (los nacidos entre la II Guerra Mundial y 1964) aumentarán el número de pensionistas a porcentajes acelerados. La segunda es que las mayores expectativas de vida fuerzan a desembolsos durante más tiempo.

Con estas variables, los políticos quieren preparar al Estado para adaptar el programa puesto en marcha por Flanklin Delano Roosevelt en 1935.

Actualmente las pensiones públicas se financian con las contribuciones de empresarios y empleados, un 6,2% de los salarios cada parte, lo que hace que la contribución total se eleve al 12,4%. Además, éstas se actualizan no con respecto a la inflación sino al crecimiento de los salarios.

Bush propone en su programa la creación de unas cuentas de ahorros privadas en las que los menores de 55 años ingresen un porcentaje que va entre un 2% y un 4% de su actual cotización. Es decir seguirán pagando su 6,2%, pero parte de ello lo ingresará el Gobierno y el resto se destina a esta cuenta que será opcional.

Cuando les llegue el retiro, el cheque que les envíe la Seguridad Social estará en consonancia con lo que hayan cotizado (el 4,5% en caso de que desvíen el 2% a la cuenta de ahorros) aunque, según el plan de Bush, en menor escala que ahora, puesto que se quiere actualizar los beneficios con respecto a la inflación para que no crezcan tan rápidamente como hasta ahora. El resto del dinero llegará de la cuenta de ahorros. Para los que están ya jubilados o próximos a ello, Bush asegura que no hay recortes ni cambios de esquemas.

Los abogados de esta propuesta dicen que los trabajadores pueden compensar la rebaja del pago de la pensión invirtiendo el dinero en acciones y bonos de empresas (y no del Estado que es lo que hace la Seguridad Social para arriesgar menos a cambio de menor rentabilidad). La apuesta eleva el riesgo de los ciudadanos, algo que en este momento puede no convencer a muchos ciudadanos que han visto explotar la burbuja de la Bolsa hace cuatro años y conocido fuertes escándalos empresariales y de inversión.

La Oficina Presupuestaria del Congreso estudió esta propuesta en 2001 y las conclusiones eran duras. Por un lado se rebajarán los beneficios pero además, de salir adelante, la transición coincidirá con los años de retiro de los primeros baby boomers, y eso tiene un coste. Según esta oficina, el cambio de sistema impedirá que se dejen de ingresar entre 1,5 a 2 billones de dólares en los próximos 10 años si se desvía el 2% de las cotizaciones a las cuentas privadas. ¿Cómo financiarlo? Bush no ha dado detalles aunque sigue hablando de recortar impuestos de forma permanente y reducir el déficit. La caja de las pensiones puede quedarse vacía antes de lo calculado.

A los demócratas no les cuadra y el candidato John Kerry califica el plan de Bush de privatización. Los demócratas no tienen un programa elaborado para las pensiones porque no están convencidos de que sus problemas no se puedan arreglar una vez corregido el déficit presupuestario. Kerry cree que la Seguridad Social sólo es un problema si sale adelante el plan Bush y una de sus críticas es que la idea de las cuentas deja de facto fuera del sistema a quienes no tengan capacidad de ahorro. æpermil;l dice que está en contra de privatizar, recortar beneficios que se adeudan a los cotizantes o subir la edad de jubilación.

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