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Tribuna
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La democracia blanca de EE UU

En sus orígenes, la democracia estadounidense garantizaba el derecho a voto únicamente a los ciudadanos varones, blancos y con propiedades. El resto tuvo que luchar duramente para conseguir que se respetasen sus derechos políticos. En los tiempos de la guerra civil norteamericana, el voto era prácticamente universal para los hombres blancos (tuviesen o no propiedades y fuese cual fuese su credo religioso). Las mujeres consiguieron el derecho a voto en 1920 y los negros tuvieron que esperar hasta bien entrados los años sesenta del siglo pasado para conseguir pleno acceso a las urnas... Al menos, eso es lo que cuenta la historia oficial.

En la práctica, los afroamericanos siguen teniendo muchos más problemas que los ciudadanos de cualquier otra raza a la hora de ejercer su derecho a voto. Según un estudio que acaba de publicarse en EE UU, el 14% de los afroamericanos de Atlanta no podrán votar en las próximas presidenciales debido a las leyes que limitan este derecho a los convictos que estén en prisión o en libertad bajo fianza. En Providence (Rhode Island), el porcentaje de negros sin derecho a voto es del 32% en la franja de entre 18 y 34 años. Unos datos que no son baladíes: en las elecciones de 2000, cuando George Bush se impuso al demócrata Al Gore por sólo 537 votos en Florida, unos 600.000 ciudadanos de este Estado habían perdido su derecho a voto por cometer delitos. Y una mayoría abrumadora eran de raza negra.

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