El desafío demográfico
Las previsiones sobre evolución demográfica publicadas ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran una clara tendencia al alza en el número de habitantes que se sustenta, fundamentalmente, en la llegada de población inmigrante. España alcanzará los 45,6 millones de ciudadanos en 2010, superará los 50 millones en 2025 y puede tocar techo en 51 millones en el año 2070. La tasa de fecundidad aumentará algo, pasando de 1,2 a 1,5 hijos por mujer, gracias también a la población llegada del exterior. Y, pese a ello, el grado de envejecimiento de la población española seguirá avanzando de manera inexorable.
Los ciudadanos de 65 o más años prácticamente duplicarán su peso relativo sobre el total de la población, pasando del 16,80% del total en 2005 al 30,85% en 2050. Es decir, que ni siquiera la llegada constante de remesas de inmigrantes podrá evitar que la ratio de cotizantes por jubilado disminuya de manera notable.
Según cálculos del Ministerio de Trabajo, la ratio mínima para que el sistema de Seguridad Social sea solvente es de 2,1 cotizantes por cada jubilado. Y nueve comunidades autónomas: Asturias, Galicia, Castilla y León, Cantabria, Extremadura, Aragón, Castilla-La Mancha, País Vasco y La Rioja carecen ya de un número de ocupados suficiente para financiar a sus pensionistas. En el conjunto del país, la relación cotizantes-pensionistas ha pasado de 2,06 en 1996 a 2,52 en julio pasado. Con estas cifras sobre la mesa, es evidente que sólo con políticas más valientes de fomento de la natalidad y una reforma profunda de la jubilación en España, tal y como se encargan de recordarnos periódicamente organismos como la OCDE, podrá mantenerse a largo plazo la cuantía actual de las pensiones. De lo contrario, el sistema en vigor tiene los años contados.