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Tribuna
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Sociedad de la información; no nos mires, únete

Estos días estamos viendo presentaciones de estudios de distintas entidades sobre el desarrollo de la sociedad de la información (SI) en España, con diversos enfoques, criterios y alcances: centrados en nuestro país o con una perspectiva internacional, detallados por tipologías de usuarios, por comunidades, por tipos de acceso a la información, por penetración de tecnologías, o por clase de aplicaciones. Es cierto que para solucionar un problema hay que empezar por conocerlo, pero lamentablemente parece que ninguno de esos estudios muestra algo que ya no se conociera.

A pesar de tanto esfuerzo por mirar la sintomatología de una sociedad que evoluciona demasiado lentamente a interactuar electrónicamente, tanto a nivel de ciudadanía como de empresas, nos falta información de diagnóstico sobre las causas, barreras, temores o principios que están en la génesis de esa situación.

Se coleccionan estadísticas de disponibilidad de accesos, de tecnologías, de oferta de servicios, etc., pero se sabe muy poco de los criterios de decisión de los usuarios para adoptarlos y para usarlos, de los valores esperados en su adopción y de su puesta en precio, de los temores e inseguridades que les frenan. Se conoce cuántos usuarios y de qué tipo los han adoptado, pero poco de cómo se usan esos medios técnicos si es que se usan, del tipo de transacciones o comunicaciones que se hacen, de por qué esos tipos y no otros, de qué les motiva a usarlos de esa manera, etc.

Y lo que puede ser peor, falta información de los problemas con que se enfrentan los usuarios en el uso de esos medios, sea de falta de procedimientos amigables de uso, de insuficiente calidad de servicio en las redes, o en los proveedores de servicio, de falta de asistencia técnica asequible, de seguridad en las redes, etc. El desconocimiento de la realidad operativa impide la elaboración de normativa regulatoria (definición de parámetros de calidad de servicio para esos medios técnicos y para los proveedores de servicio, salvaguardas contractuales, códigos de conducta), y la realización de actuaciones para superar esas dificultades. El riesgo de esta jungla en la que todo vale es el posible desencanto y abandono de los que, no siendo manitas, han adoptado esos medios.

Con tantos informes acumulamos datos analíticos, pero aún desconocemos la enfermedad y cómo tratarla. No nos puede sorprender, por tanto, observar cómo las recomendaciones de esos estudios son coincidentes con las que se llevan haciendo más de un lustro, tanto en nuestro país como a nivel de la UE.

Ante la falta de ese diagnóstico, y en un ejercicio de prueba y error, se recetan antibióticos de amplio espectro, esperando que el supuesto enfermo mejore por sí mismo. Somos un país donde abundan los profetas, que dicen, sin arriesgar mucho, lo que hay que hacer, pero en el que faltan los apóstoles que hagan no sólo conversiones sino también milagros.

Nos preguntamos si no sería más eficiente potenciar el Observatorio de la SI, creado por la Administración en la entidad Red.es para que fuera la referencia nacional sobre la situación de la evolución hacia la SI, con estudios periódicos basados en metodologías y parámetros reconocidos internacionalmente (UE y OCDE), y algunos genuinos si fueran necesarios, para tener la analítica requerida en cada momento.

Como parte de su función podría hacer estudios multidisciplinares, para tratar de conocer mejor el comportamiento y la posible reacción de la demanda, tanto en la fase de adopción como en la de uso de los medios técnicos, así como en la operativa cotidiana de los mismos. Estos estudios proveerían una información valiosa para la elaboración de los planes nacionales de promoción de la SI.

Así resultarían innecesarios tantos estudios similares y solapados. El volumen de recursos humanos, técnicos y económicos que se liberarían, bien coordinados, permitirían experimentar, y quizá hacer I+D de aplicaciones básicas, comprometiendo a grupos de usuarios en el éxito de su aceptación y uso. Para las entidades valdría el dicho: 'No nos mires, únete'.

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