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Columna
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Un nuevo modelo de desarrollo

Voy a dar mi opinión sobre cómo es posible cambiar el modelo de desarrollo incrementando la productividad global de la economía, a través de reformas de las políticas públicas de enseñanza universitaria y profesional; de investigación, desarrollo e innovación de infraestructuras y del mercado de trabajo, sin perder la estabilidad presupuestaria.

Mucho se ha discutido en España sobre el tema de la insuficiencia de los recursos destinados a la financiación de la educación universitaria. Pero la cuestión de si dichos fondos se gestionan con equidad y eficiencia parece que no ha interesado tanto y, sin embargo, creo que es un tema de palpitante actualidad, sobre el cual una gran parte de países han empezado a efectuar reformas.

Tratar de corregir ineficiencias de la intervención pública con ayudas oficiales, además de ser ilegal, perpetúa lo ineficiente

l En la actualidad los estudiantes universitarios pagan, a través de las tasas universitarias alrededor del 15% del coste de la educación; el resto se financia con fondos públicos a través de los impuestos generales. Existe un sistema de becas para estudiantes de baja renta familiar, que cubren total o parcialmente el importe de las tasas académicas, que no llega al 20% de los estudiantes. La financiación pública de las universidades mediante un sistema de transferencias directas del 85% de su coste, tal y como ahora se realiza, produce falta de equidad en el sistema, así como ineficiencias en su gestión.

No se garantiza la equidad, ya que los fondos públicos que financian la universidad, provienen de impuestos que son pagados por todos los españoles, ricos y pobres. En cambio los alumnos universitarios provienen proporcionalmente en mayor número de familias de renta media alta y muy alta y de familias con estudios universitarios. Tampoco se garantiza la eficiencia, ya que las tasas de abandono entre estudiantes universitarios con muy elevadas, y desincentiva la eficiencia interna y externa, dado que las universidades no compiten entre sí por captar alumnos y profesores, porque al tener cubiertos costes, la calidad no es un factor de competitividad.

Ningún Gobierno, y menos uno socialista, debería tolerar esta falta de equidad. Por razones de eficiencia y equidad se propone que el dinero vaya al estudiante, si bien, por las externalidades positivas que la educación universitaria produce, el 20% del coste se financiaría con cargo al Presupuesto, que iría directamente a las universidades en función de los alumnos matriculados en cada una. El resto de la matrícula debería correr a cargo del beneficiario del servicio, excepto para los estudiantes de renta baja y media baja, a quienes se concedería una beca, con cargo a los Presupuestos, que cubriría el 80% del coste total de la matrícula. Para los estudiantes de baja renta, existirían además becas de desplazamiento si se matricularan fuera de su provincia y préstamos salario si, en razón de su entorno familiar, no pudieran cursar estudios universitarios, aún teniendo capacidad para ello, a causa de tener que incorporarse al mercado de trabajo para aportar un ingreso al hogar.

Con este modelo las universidades competirían por atraer estudiantes, basándose en la calidad de la enseñanza, porque el dinero seguiría al estudiante.

En cuanto a la formación profesional, no pueden ir por un lado las necesidades de las empresas y por otro el sistema de formación. De todos es conocida la falta de eficiencia de esta política pública que además recibe una fuerte ayuda comunitaria, ¿por qué no se hace una evaluación de la misma para tratar de corregir sus múltiples ineficiencias?

l La investigación, el desarrollo y la innovación es otro de los factores necesarios para impulsar la productividad y por tanto el crecimiento sostenible. España sólo gasta la mitad de la media europea y un tercio de la de Estados Unidos, y la participación del sector privado en el conjunto del gasto es también menor que en la Unión Europea.

¿Se dispone realmente de indicadores que muestren la eficiencia de este gasto, como por ejemplo el número de inventos patentados, el enlace entre la investigación militar (que absorbe la mitad del gasto en investigación) y la investigación básica civil y sus aplicaciones en el campo empresarial, como sucede en otros países?

Las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento (TIC) se han revelado como un factor fundamental para el crecimiento de la productividad, y en España poco se ha hecho en este campo. Y si bien el poder público debe intervenir para apoyar las TIC, son las propias empresas las llamadas en primer lugar a coger esta antorcha.

l En cuanto a las infraestructuras, disponiendo ya España de una red de autovías relativamente aceptable, la red de transporte por carretera debe dirigirse a la construcción de autopistas adjudicadas por concesión, continuando con el modelo hoy existente, sin incidir en la estabilidad presupuestaria, pagando el usuario por su ubicación, que además daría lugar a una descongestión de las autovías, beneficiando así a los que no pagan.

l Por último, la reforma del mercado de trabajo podría hacer compatible un incremento de la productividad con un ritmo elevado de generación de empleo. Su objetivo debería ser doble: por un lado, acabar con la dualidad hoy existente de una fuerte tasa de trabajadores temporales, en los cuales la empresa no gasta en formación. Y, en cambio, los trabajadores fijos sólo pueden ser expulsados del mercado de trabajo con fuertes indemnizaciones, lo que da lugar a que el empresario apenas contrate nuevos trabajadores. Y, por otro lado, que la negociación de los convenios laborales se efectúe a nivel de empresa, fijándose los salarios de acuerdo con la productividad.

Tratar de corregir las ineficiencias de las intervenciones públicas con ayudas públicas, como ha aparecido en la prensa, de incentivar contratos fijos con los rendimientos del fondo de reserva de la Seguridad Social, además de ser ilegal, perpetuaría las ineficiencias.

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