¡Feliz cumpleaños, São Paulo!
Cuando hablamos de São Paulo está claro que estamos manejando palabras mayores. Se trata de una de las cinco ciudades más grandes del planeta. Mal contados (a la baja, seguramente) pasan de 10 millones de vecinos. Es, además, capital de un Estado tan grande como el Reino Unido y casi tan poblado como España. En un país, Brasil, que por su dimensión y empuje es la octava potencia económica del mundo; São Paulo representa el 10% del PIB, lo que equivale a unos 76.700 millones de dólares. Acordes con las grandes cifras muestran su cara poco amable los grandes contrastes: los desequilibrios sociales son todavía lacra del presente y el gran reto del futuro.
Hace 450 años, todo lo que había entre los ríos Tamanduatéi y Anhangabáu era una colina muy apropiada para vigilar a los indígenas y protegerse de sus ataques. Un grupo de jesuitas, liderados por el padre canario José de Anchieta, levantó allí una cabaña el 25 de enero de 1554, festividad de la conversión de San Pablo. æpermil;se fue el origen de São Paulo. Todavía hoy, en el centro histórico, se puede visitar ese ombligo fundacional mineralizado en piedra, el Patio del Colegio. A comienzos del XIX, al obtener Brasil su independencia, São Paulo se convirtió en capital de la provincia, desplegando una intensa actividad política y cultural.
A finales de ese siglo estaba madura para una transformación económica de alcance, gracias al auge de la industria cafetera, la construcción del ferrocarril y la llegada masiva de inmigrantes europeos.
A São Paulo, en cualquier caso, no se le puede medir con los parámetros de otras ciudades históricas. Su dinamismo desaforado hace que en el centro antiguo convivan edificios coloniales (religiosos sobre todo) con soberbios rascacielos, siendo ese núcleo fiel reflejo de la evolución urbana. Entre las reliquias más vetustas están el monasterio e iglesia de Nuestra Señora de la Luz, de 1774 (todavía ocupado por monjas en una parte, otra parte aloja el Museu de Arte Sacra), el ecléctico Monasterio de São Bento, la catedral metropolitana (con el órgano mayor de América) o la Santa Casa de Misericordia. Al eclecticismo arquitectónico del siglo XIX -muy bien representado por los edificios de Ramón de Azevedo, autor del Teatro Municipal- siguió el impensado vigor de las vanguardias, con la obra sobre todo de Oscar Niemeyer, que realizó la sede de la Bienal de São Paulo en el complejo Ibirapuera y el Memorial de América Latina, entre otras cosas.
En São Paulo conviven elegantes ejemplos de modernismo con rompedores diseños y high-tec. Y, desde luego, lo que menos se espera uno es toparse con algún renoir, van gogh o picasso en el MASP (museo de arte moderno). El Museo Paulista cuenta bien la biografía de esta urbe que aloja no menos de sesenta museos.
Pero lo que ha hecho a São Paulo diferente es su vitalidad. Se ha dicho de ella que es la ciudad que nunca para y nunca duerme. Una ciudad de talante mestizo, con barrios enteros sacados adelante por grupos de inmigrantes; así, en el distrito Libertade no es difícil topar con linternas y arcos de gusto japonés; la colonia japonesa de São Paulo es la mayor fuera de Japón, y tienen su propio museo. El distrito de Bixiga, en cambio, está teñido de color italiano, con trattorias y pizzerías bulliciosas; es, además, un barrio bohemio, donde se encuentran la mayoría de los teatros, casi siempre con alguna pieza de Nelson Rodrígues en cartel.
Todo lo que sucede en Brasil, ocurre primero en São Paulo. La pasión por el fútbol se explaya en siete estadios (el Morumbi entre ellos, capaz de albergar a más de 100.000 espectadores); pero también está la pasión por la Fórmula 1, y el Grand Prix en el circuito de Interlagos.
São Paulo es el motor del Forum Metropolitano, una federación que integra a 39 municipios del área. Algunos de esos municipios han optado por una especialización orgánica, como Embu das Artes, que se ha convertido en la extensión obligada para ir a comprar artesanía o antigüedades. En otro de esos concejos, Santana de Parnáiba, se celebra una de las semanas santas más coloristas de América. Ya están todos los figurantes y cofrades a punto para la inminente cita de este año.
Todo lo que sucede en Brasil, siempre ocurre primero en São Paulo