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La revuelta antipublicitaria invade el metro de París

Llamada a un mejor consumo, convocatoria de una obra de Calderón de la Barca en la Comédie-de-France, ofertón de vuelo en avión de una compañía de bajo coste, ganga de los ocho días de oro de las galerías Printemps... desfilan rápidamente ante la aburrida retina en un cotidiano trayecto en el metro parisiense. La proporción de mensajes publicitarios en el suburbano gana hoy 99 a 1 a la cultura.

Si a un 73% de franceses no sólo no le importa, sino que lo prefiere porque ameniza el letargo del trayecto, según las encuestas, queda un pequeño porcentaje de ellos que desde hace meses expresa todo lo fuerte que puede su protesta ante la 'mercantilización del espíritu' que supone tanta invasión. Es la brigada antipub, un colectivo de jóvenes cada vez más numeroso que rompe carteles o escribe contramensajes en los espacios dedicados a la llamada al consumo en el metro de París y ahora también en otros espacios públicos y en otras regiones de Francia.

La urgencia de consumir 'menos' y no 'mejor', como reza la campaña medioambiental de Carrefour, las llamadas a que se compren un cerebro las modelos que se prestan a campañas publicitarias que denigran, según su parecer, el papel de la mujer o el derecho de los niños a soñar con otra cosa que con los productos que se anuncian son algunos de los cientos de mensajes con los que el grupo invade el metro y otros espacios públicos ante la creciente curiosidad de los viajeros.

Claro que la denuncia tiene un coste para la empresa de transporte público de París, que ha llevado a 62 jóvenes a los tribunales por la degradación de más de 2.500 paneles y les exige el pago de un millón de euros. El Tribunal de París, donde comenzó el juicio hace unos días, se convirtió en plataforma de gran número de intelectuales que apoyan al colectivo de jóvenes e intentan servirse del proceso para lanzar de nuevo el debate sobre el papel de la publicidad en la sociedad. 'Es un movimiento sociológico y no contra el metro', explican en la empresa de transporte público, 'que se sirve del metro porque su visibilidad es mucho mayor'. Sin embargo, 'exigimos no deteriorar los espacios públicos'.

Dada la mediatización que ha ganado el proceso, los 62 jóvenes, que se declaran no culpables, han obtenido durante dos semanas 47 espacios para lanzar libremente sus mensajes con la campaña 'Sí a la libertad de expresión, no a la degradación'. La iniciativa, que la brigada antipub rechazó, no ha funcionado. Después de que se vieran mensajes racistas y antisemitas, la empresa se ha visto obligada a ocuparlos de nuevo con publicidad. Sin embargo, en señal de buena voluntad, y sobre todo de evitar mayores jaleos, ha bautizado de nuevo la estación de Libertad, que ahora ha pasado a llamarse Libertad de Expresión.

El resultado del proceso, que se conocerá el próximo 28 de abril, poco parece importar a estos jóvenes, que reclaman la revuelta ciudadana como medio de protesta ante la ausencia de otros canales.

La urgencia de consumir 'menos' y no 'mejor', como reza una campaña de Carrefour, es uno de los cientos de mensajes que inundan el metro

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