Los tipos a largo no suben
Hace justo un año, las Bolsas, tras dibujar un doble suelo, iniciaron una clara recuperación que las ha llevado a niveles que para el caso de la española se han situado hasta un 55% por encima de donde estaba entonces.
¿Qué ha ocurrido entre tanto con los tipos de interés de largo plazo? Si se toma como referencia la deuda pública española a diez años, la conclusión es que está casi exactamente en el mismo nivel: el 3,83%. A la deuda pública norteamericana le sucede casi exactamente lo mismo: estaba entonces y está ahora en 3,75%.
Entre tanto, a lo largo de los últimos doce meses se ha situado por debajo de ese nivel (en 3,53%) por un corto periodo, ha subido hasta el 4,46%, y ha vuelto a caer de nuevo. Eso para la deuda española. La norteamericana ha hecho algo muy parecido, con un mínimo en 3,11% y un máximo en el 4,45%.
Los fondos de inversión de renta fija a largo plazo domiciliados en España han reflejado en sus rentabilidades esa volatilidad de la deuda, de tal forma que, de los últimos doce meses, ha habido cuatro en los que el rendimiento medio era negativo y otros ocho con rentabilidad media positiva. Con todo, para ese período de 365 días, la rentabilidad media se sitúa en 2,38%. Es decir, mientras los mercados hacían su viaje de ida y vuelta, el partícipe que estuviera ajeno a las oscilaciones veía la rentabilidad de sus fondos crecer, sin que un ápice de ese fruto pudiera atribuirse (por decirlo de una manera simplificada) a las plusvalías generadas (hay que destacar que este período de doce meses se termina sin que ninguno de los fondos de renta fija a largo plazo tenga pérdidas).
La situación recuerda mucho a la que se inició a finales de verano de 1998 cuando, con motivo de la subida de los tipos de interés provocada por la crisis de la deuda rusa y la subsiguiente amenaza de quiebra del Long Term Capital Management, los tipos de interés de largo plazo iniciaron también un viaje de ida y vuelta que los llevaría al mismo nivel de partida, 4,41%, justamente tres años después.
De conjunto, pues, y a pesar de severos repuntes por el camino, la tendencia a la baja de los tipos de interés de medio y largo plazo se mantiene y completa ya un período de diez años: desde que terminara el repunte que se produjo en 1994, con motivo de la subida de tipos de interés de intervención que hizo la Reserva Federal a finales de febrero de ese año y que puso a los mercados de renta fija al borde del colapso.
¿Y que es lo que va a suceder ahora? El anterior, fuerte y transitorio, repunte de los tipos; es decir, el que se produjo entre septiembre de 1998 y septiembre de 2001, terminó su fase alcista justo en el mes en que se iniciaba la crisis bursátil (marzo de 2000); después se redujo en más de 200 puntos básicos. La caída de tipos anticipaba por tanto, junto con la de la Bolsa, la recesión de la economía norteamericana de enero a noviembre de 2001. ¿Está anticipando en esta ocasión algo parecido?
Ralentización
Hasta que pasen unos meses esa pregunta no tendrá respuesta, aunque lo más probable es que sí esté anunciando que las economías de todo el mundo van a sufrir un cierta ralentización. Algo que es difícil de contrastar en un momento como el actual, en que las cifras de crecimiento de la economía de los EE UU y de las del Extremo Oriente siguen siendo muy buenas. Incluso Japón, aunque las perspectivas sobre el país se hayan enfriado recientemente, parece haber entrado en la senda de crecimiento en virtud de sus últimas y positivas cifras.
Los motivos para pensar en ese decaimiento del ritmo al que crece la economía norteamericana, que marcará como es habitual la velocidad de las demás, son fáciles de imaginar. La subida del precio de las materias primas no puede seguir a este ritmo sin terminar provocando inflación en los EE UU y, a poco que el dólar se aprecie frente al euro y al yen, en la Eurozona y en Japón.
También hay que tener en cuenta que ni la economía de los Estados Unidos puede seguir creciendo al ritmo de los últimos meses -so pena de impedir que el déficit por cuenta corriente siga sin corregirse- ni el gobierno norteamericano podrá mantener su nivel de gasto actual por mucho tiempo más.
Análisis El efecto de la curva en J
La balanza comercial norteamericana sigue deteriorándose, y una de las causas es la propia depreciación del dólar. Cuando una moneda se deprecia aunque resulte, para los particulares y empresas del país en cuestión, más caro realizar importaciones, éstas aumentan por causa del llamado efecto curva J.Este efecto consiste en que el valor en dólares de las importaciones valoradas en otras monedas aumenta cuando el dólar se deprecia, creando la falsa impresión de que las importaciones continúan creciendo.