La presión sobre el BCE
Al poco de crearse el BCE, el ministro de Economía alemán manifestó públicamente que el banco debía ocuparse del empleo y las inversiones en lugar de atenerse a su monetarismo dogmático; tal forma de proceder le costó la salida del Gobierno. Era la primera vez que se atacaban los pilares básicos del BCE establecidos en el artículo 108 del Tratado de la Unión; en abril de 1999 el BCE fijó el tipo de interés en el 2,5% rebajando medio punto.
En la cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno de Gante en noviembre de 2001, la Comisión Europea presentó un documento asegurando que en la Unión Monetaria se daban las circunstancias para que el BCE bajara los tipos de interés, ya que la consolidación fiscal estaba muy avanzada, con una tendencia a la baja en la inflación. En la reunión estuvo el presidente del BCE, que con gran dureza hizo ver que la bajada de tipos en la zona euro estaba condicionada a que los precios descendieran del objetivo del 2%, que el control de la inflación corresponde, por el Tratado de la Unión, al BCE y que el objetivo fijado por el banco se esperaba alcanzar a comienzos de 2002. Ante esta postura, la petición fue retirada y quedó reducida a una mera sugerencia.
A finales de 2002 el BCE bajó medio punto el tipo de interés, aduciéndose para ello el descenso de las previsiones inflacionistas y la desaceleración económica en la zona del euro, a pesar de que la amplia liquidez de dicha zona -situada en el 7% en el trimestre agosto-octubre- parecía que no hacía muy aconsejable la bajada del tipo de interés. Las presiones de la situación económica de Alemania, que se encaminaba a la recesión pudiendo entrar en una deflación, y de Francia, con un crecimiento por debajo del 1%, pesaron mucho en la decisión.
Hay Estados de la UE que no sólo incumplen el Pacto de Estabilidad, sino el propio Tratado de la Unión
Apoyándose en el artículo 105 del Tratado de la Unión, que establece que 'sin perjuicio del objetivo principal del BCE, éste apoyará las políticas económicas generales de la Comunidad', los Estados han pretendido crear un órgano que coordinase las políticas presupuestarias nacionales y la política monetaria europea a cargo del BCE, a lo que éste siempre se ha negado, ya que estima que el Tratado no le otorga la responsabilidad directa de otros objetivos distintos de la estabilidad de precios, ya que no cita objetivos secundarios, sino que en el desempeño de su objetivo principal tenga en cuenta otros objetivos de la comunidad establecidos en el artículo 2.
A las presiones de los miembros de la Unión Monetaria, principalmente Francia y Alemania, para que el BCE realice una política monetaria laxa de apoyo al crecimiento, aunque suponga una pérdida de estabilidad, se unen las políticas presupuestarias realizadas, que han llevado a varios Estados no sólo a incumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), sino inclusive el propio Tratado de la Unión.
En efecto, el Ecofin no aprobó la propuesta de la Comisión Europea para activar el procedimiento de alerta rápida previsto en el Reglamento CE número 1466/97 del Consejo para formular una recomendación a Alemania con el objetivo de impedir que se produzca un déficit excesivo y se adoptasen las medidas de gasto necesarias, con lo cual se vulneró, lisa y llanamente, el Pacto de Estabilidad.
Cuatro meses después, en el Ecofin convocado para la víspera de la Cumbre de Sevilla, el Gobierno francés manifestó su imposibilidad de equilibrar las cuentas públicas en el 2004, pidiendo que tal objetivo se aplazara a 2007. La propuesta no fue aceptada, si bien se acordó flexibilizar el PEC, de forma que se consideraría cumplido si el Presupuesto estaba próximo al equilibrio. El resultado fue una nueva vulneración del PEC.
Recientemente la Comisión Europea puso en marcha el procedimiento sancionador previsto en el Protocolo sobre el procedimiento aplicable en caso de déficit excesivo incorporado como Anexo al Tratado de la Unión: tal procedimiento iba dirigido contra Alemania y Francia, y el Ecofin no lo ha aprobado. La Comisión ha recurrido al Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea.
El canciller alemán y el primer ministro francés acaban de expresar públicamente su opinión sobre la necesidad de bajar los tipos de interés para dinamizar las economías de los dos países. Independientemente de que el BCE acceda a tal petición -no lo hizo en su reunión del pasado jueves- es evidente que a los grandes de la Unión no les importa el cumplimiento de las normas y el interés general de la Comunidad Europea, sino los intereses propios de cada uno de sus países. No vendría mal que los líderes del eje franco-alemán recordarán las palabras que Jean Monnet pronunció el 20 de junio de 1950 ante los representantes de los seis países que iniciaban las conversaciones que habían de dar lugar al nacimiento de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero: 'Estamos aquí para culminar una obra común, no para negociar ventajas, sino para buscar nuestra ventaja en la ventaja común'.