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Columna
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Demografía frente a economía

El pasado sábado se celebró en Santiago de Compostela el IV Congreso Nacional de Familias Numerosas, donde fui gentilmente invitado a dar una conferencia. Durante la jornada, se expuso la aportación que las familias numerosas hacen en materia demográfica, social y económica, el esfuerzo que implica el hecho de tener hijos y la necesidad de políticas de apoyo a las unidades familiares.

Para tener una idea del proceso demográfico que se ha operado en España basta con resaltar que el índice de envejecimiento, que es la proporción de mayores de 64 años respecto a la población menor de 15, ha pasado desde el 15,5% de 1900 hasta el 117,4% de 2001. Por lo que se refiere al índice de dependencia de ancianos, que es la proporción de mayores de 64 respecto a la población de 15 a 64 años, pasa del 8,5% de 1900 al 24,9% de 2001 y, lo que es más grave, caso de mantenerse la actual fecundidad, a mediados del presente siglo habrá un mayor de 64 años por cada dos activos potenciales de 15 a 64.

Hay quien piensa que el problema de nuestro envejecimiento poblacional se puede resolver por la mayor fecundidad de las mujeres extranjeras, que ha llevado a aumentar en una décima el número de hijos por mujer (desde 1,16 en 1996 hasta 1,26 en 2002). Sin embargo, mediante las simulaciones realizadas por los demógrafos Margarita Delgado y Francisco Zamora (nº 99 de Economistas, enero de 2004), se demuestra que, para que la inmigración resuelva este problema, llegando a 2,1 hijos por mujer, haría falta o bien multiplicar por 7,2 el número de residentes extranjeras o bien que cada una de las que ahora residen en España tuviera, por término medio, 20,2 hijos.

En concreto, la pérdida de importancia de las familias numerosas, homogeneizadas con el criterio actual de tres hijos o más, ha sido espectacular puesto que las mujeres nacidas antes de 1911 que tuvieron hijos, en el 67% de las ocasiones tuvieron tres hijos o más, mientras que las nacidas entre 1961 y 1970 que han tenido descendencia, ya poco expuestas a riesgo de embarazo, sólo han tenido ese número de hijos en el 10,7% de las ocasiones. Como resultado de esta variación en el comportamiento fecundo, se puede ver cómo se ha pasado en tan sólo los últimos 20 años de tener en España 2,2 millones de núcleos familiares con tres o más hijos solteros a poco más de un millón en 2003, si bien cabe hacer la consideración de que este último dato, extraído de la EPA por no contar con datos del censo de 2001, no incluye aquellas familias donde la persona de referencia sea distinta del padre o de la madre de los niños.

Por la encuesta de presupuestos familiares sabemos que las parejas con tres hijos o más gastaron entre marzo de 2001 y marzo de 2002 una media de 5.101.975 pesetas (30.663 euros), un 58,7% más que la media nacional y que, curiosamente, a pesar de haberse generalizado su gratuidad, en enseñanza superan en un 151% la media, en servicios médicos lo hacen en un 52% y en servicios hospitalarios gastan un 110% más que la media de hogares.

Estos problemas económicos se ponen de relieve en las razones que, según la encuesta de fecundidad de 1999, aducen las mujeres en edad fértil para no haber tenido el número de hijos deseados. Dejando fuera al 36,4% de mujeres que aún piensan tener el número de hijos que desean, un 48,5% confiesan insuficiencia de recursos económicos, un 22,1% la necesidad de trabajar fuera de casa y un 10,6% la situación de desempleo suya o de su pareja.

Estas razones, que engloban al 81,2% de las mujeres, dan la clave de que no se tengan los hijos que se desearían tener, que son 2,1 por mujer, el número que garantiza el relevo generacional.

En el Congreso se han tratado extensamente los problemas de toda índole que han hecho caer la fecundidad y perder importancia a las familias numerosas. Por mi parte, introduje el problema del exagerado precio de las viviendas, que retrasa la edad a la que se contrae matrimonio y, por tanto, el tiempo de exposición al riesgo de embarazo y, además, genera una situación de endeudamiento casi vitalicio que no es el panorama más adecuado para plantearse tener hijos, sobre todo cuando más del 50% de los jóvenes de 20 a 29 años tienen empleos temporales.

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