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Thomas Saul

El jefe de Fitch en España reclama normas de contabilidad más estrictas

La fusión entre Fitch e IBCA en 1997 y la posterior adquisición de Duff and Phelps convirtió a Fitch en una de las tres grandes agencias de calificación (rating) de deuda en el mundo. Thomas Saul (California, EE UU, 1957) dirige la matriz española en Barcelona desde su fundación en 1992.

Pregunta. En Alemania se ha planteado crear una agencia europea para 'hacer frente' a las tres grandes de origen anglosajón, ¿cree que hay lugar para una cuarta agencia?

Respuesta. Sí, en los mercados siempre hay sitio, pero la cuestión es si la empresa aportaría algún valor añadido a lo que hacemos las otras tres. No es tan fácil crear una agencia de este tipo. Las tres grandes somos lo que somos por imagen y por tradición. Nuestra escala de calificación fue inventada por Fitch a principios del siglo pasado, no es algo que se improvise. Respecto al origen, es cierto que el de las tres es anglosajón, pero nosotros tenemos doble matriz en Londres y Nueva York, con accionistas finales franceses.

P. ¿Ha influido en la calificación de la deuda de las empresas españolas su aventura latinoamericana?

R. Sí, en un principio fue motivo de bajada. Hay dos tipos de empresa, unas que han invertido financiándose desde sus subsidiarias y otras, como Repsol, que captó 15.000 millones de dólares de deuda en España para financiar su crecimiento allí. Su bajada fue más drástica. Cada caso es especial, por ejemplo Endesa, su inversión allí es cada vez menos representativa. Antes suponía el 45% del resultado bruto de explotación de la compañía. Después de la inversión en Europa, sobre todo en Italia, se ha reducido hasta el 34%.

P. Las grandes empresas del Ibex habían reducido su deuda en un 8,4% al cierre del primer semestre del año pasado. ¿Continuará la tendencia? ¿Se reflejará en las calificaciones?

R. Todas las empresas tuvieron un periodo de mucha expansión y se han dado cuenta de que debían concentrarse en sus negocios, algunas han vendido y se han reorganizado. Si siguen el ritmo de reducción de deuda, es muy posible que haya una subida en los ratings a medio plazo. Endesa estaría más cómoda con A+ y Repsol podría volver a la A. Aunque no se puede juzgar a todas las empresas igual, según el sector pueden permitirse más deuda (como las eléctricas) o menos. También hay que tener presente que aunque la tendencia continuará a corto plazo, tendrá un límite, porque estar sin deuda no es rentable, ni eficiente, ni tiene sentido. Muchas empresas tienen planes de reducir deuda a cinco años, pero sólo contemplamos tres, porque lo lógico es que en ese punto vuelvan a invertir.

P. Después de Enron o Parmalat el papel de los auditores está siendo muy cuestionado. ¿Y las agencias calificadoras? ¿Qué responsabilidad tienen en estos asuntos?

R. Nosotros nos basamos en cuentas auditadas, y si por alguna razón no son fidedignas, no tenemos método para saberlo. Detectar la veracidad de las cuentas escapa a nuestras funciones. Pero desde luego los reguladores deberían encontrar la manera de que el balance de una empresa sea el reflejo de su estado o que se sepa que por cualquier motivo no lo refleja. Ahora no es así. Hay tantas herramientas semilegales para sacar partidas fuera de balance que cada día es más difícil obtener una impresión fidedigna de una compañía a través de sus cuentas. Pero nuestra función siempre será necesaria, porque el inversor quiere tener una opinión independiente y cualificada sobre una determinada emisión de deuda.

P. Se creía que en Europa no podía darse un caso Enron. ¿Cree que lo de Parmalat es algo aislado o surgirán otros escándalos similares?

R. Estoy convencido de que es excepcional. ¿Cuántas empresas puede haber que digan que tienen 10.000 millones de euros y no los tengan? Son conductas que no entiendo, porque tarde o temprano son descubiertas.

P. Banco Pastor ha prescindido de sus servicios para reducir costes. ¿Lo harán otras compañías?

R. No es una tendencia de mercado. Llevábamos un año negociando con ellos y simplemente no ha habido acuerdo. Y puedo asegurar que no es una cuestión de dinero. El coste de un rating dentro de una emisión de deuda es muy pequeño, suele ser entre 40.000 y 60.000 euros en emisiones de millones. Iberdrola, por ejemplo, que lanza emisiones continuamente, tiene una cuota fija anual. Pero hablando de reducción de negocio, lo que sí va a traer menos ingresos son las fusiones en ciertos sectores, por ejemplo en las cajas andaluzas, o la fusión de Acesa y Aurea en Abertis. Es posible que haya más fusiones en banca, construcción y en energía a nivel europeo.

P. ¿El mercado castigará a Pastor por tener una calificación menos?

R. No, las grandes suelen tener tres calificaciones, pero hay compañías que funcionan con dos (OHL o Sol Meliá) o incluso con una (Abertis). Hay diferencias en la metodología de trabajo, por eso es interesante un tercer rating, porque nunca son los tres iguales.

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