El tamaño de un fondo no influye en la rentabilidad de la inversión
Uno de los temas típicos de debate en el sector de fondos de inversión es si el tamaño de los fondos está o no correlacionado con su rentabilidad. En la discusión se enfrentan dos argumentos. Por un lado, la capacidad que tienen los fondos pequeños de moverse con mayor agilidad que los que tienen un patrimonio elevado, lo que, traducido en términos de mercado, significa poder hacer y deshacer posiciones de cartera con más rapidez y sin alterar de manera significativa el precio de los valores en el proceso de compraventa, bien sea encareciéndolo o deprimiéndolo. Y, también, cuando el fondo está explotando algún tipo de filón (por ejemplo, si se trata de empresas de pequeña capitalización) el incremento de volumen impediría que se pudiera seguir invirtiendo en empresas que en el pasado hubieran proporcionado buenas revalorizaciones.
El otro lado de la cuestión, es decir, las ventajas que se derivan de que el fondo tenga un patrimonio elevado, tiene que ver con la capacidad de obtener descuentos importantes en las comisiones de intermediación o de conseguir una buena cesión de la comisión de colocación cuando se trata del lanzamiento de nuevas emisiones, de renta fija o variable, con la consiguiente repercusión favorable sobre la rentabilidad del fondo.
En general la ventaja de tener un patrimonio grande reside en que los gastos que no se expresan como porcentaje sobre el patrimonio del fondo se diluyen más cuanto mayor es éste. Unos y otros, gastos diversos y comisiones de gestión y depósito, forman lo que se suele llamar TER (Total Expense Ratio) o porcentaje de gastos totales que se le cargan al fondo, y que va a cobrar una gran relevancia en el mercado español a partir de este mismo año.
Sin embargo, y aunque este tema es corriente que se discuta en términos coloquiales entre los gestores y distribuidores, no ha recibido demasiada atención desde la perspectiva académica.
Recientemente, Lipper ha realizado en EE UU dos estudios para intentar comprobar la relación que existe entre rentabilidad y tamaño. Y la conclusión ha sido que no existe ninguna.
En el primero de estos estudios, lo que se hace es someter a examen los llamados fondos de valor y de crecimiento. Los resultados muestran que entre 1991 y 2001, es decir, a lo largo de diez años, y si se consideran periodos contiguos de uno, tres y cinco años, no se evidencia que en ninguno de esos periodos el tamaño del fondo afecte a la rentabilidad ni en términos brutos ni netos ni cuando se toma la rentabilidad ajustada por el riesgo.
El segundo de los informes se centra en los fondos llamados de small caps o fondos que invierten en compañías de pequeña capitalización. La conclusión es que tampoco en este caso se detecta que haya ningún efecto que pueda explotarse de manera efectiva para obtener un plus de rentabilidad.