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Jürgen B. Donges

'Alemania necesita el coraje del thatcherismo'

Jürgen B. Donges (Alemania, 1936), catedrático de Ciencias Económicas de la Universidad de Colonia, asegura que Alemania necesita un fuerte impulso reformador, y para ello precisa el 'coraje del thatcherismo, de alguien que lo haga aunque tenga a los sindicatos en contra', cualidad que cree que no acompaña a Schröder. Asesor del Instituto de Estudios Económicos, Donges cree que el primer problema en Alemania es el coste de su Estado de bienestar, que 'llega al 30% del PIB y está quebrado'.

Pregunta. ¿Qué le pasa a Alemania?

Respuesta. En la última década acumulamos dos graves problemas: una unificación muy costosa y un Estado de bienestar muy caro. En cuanto a la unificación alemana, generamos una hipoteca por cometer varios errores de política económica. El primero fue darle al marco oriental el mismo valor que al occidental, que no reflejaba la situación real de ambas economías; el Bundesbank sugirió una conversión de uno a dos, y los economistas dijimos desde uno a tres, a uno a cinco. Pero con la paridad unitaria hemos mandado a una buena parte de empresas de la Alemania oriental a la quiebra, porque con la productividad baja (un tercio de la occidental) no podía funcionar. El segundo error gravísimo, en este caso de los sindicatos y las patronales, es igualar cuanto antes las condiciones salariales a ambos lados de la antigua frontera, a pesar de que la productividad oriental iba más lenta.

'Hemos llevado el Estado de bienestar a la perfección, con perfección alemana; pero ahora nos cuesta el 30% del PIB y está en quiebra'

Toda esta hipoteca tiene números: 70.000 millones de euros al año de transferencias que hay que hacer pasar por la frontera, y eso es el 4% del PIB, y son recursos no disponibles para otras cosas. Lo normal cuando uno compra una casa y tiene que pagar una hipoteca es restringirse en otros gastos. Pero eso es lo que no hemos hecho en Alemania: no nos hemos restringido en otros gastos.

P. ¿Qué problemas genera el Estado de bienestar?

R. Una Seguridad Social generosa, más una sanidad generosa, una cobertura de paro espléndida, el salario social, etc., absorbe ahora un 30% del PIB. Esto se financia con impuestos y cuotas sociales altas, que son impuestos al empleo. Y lo que es más grave: ha cambiado nuestros comportamientos como ciudadanos; todos esperamos todo del Estado; no hay iniciativa y así no podemos funcionar.

P. ¿Es tan rígido como trasciende el mercado de trabajo?

R. Está muy regulado. Tenemos una telaraña que ha ido creciendo con los años, y aprieta a la economía y no la deja utilizar el potencial de crecimiento que tiene una sociedad con mano de obra muy cualificada y unas empresas muy fuertes, capitalizadas y competitivas.

P. ¿Las reformas que preparan los señores Schröder y Clement son suficientes?

R. No es reforma todo lo que están calificando como tal. Buena parte de las cosas que hace el señor Clement no es otra cosa que reponer las que eliminaron porque las había puesto en marcha el señor Kohl. Es eso, aunque se quiera disfrazar de una reforma; pero para empezar, no está mal. Pero si nos fijamos en la Agenda 2010, toca temas que van más lejos, algunos de ellos considerados tabús, como flexibilizar la legislación por despido, que en Alemania es muy restrictiva; reducir las prestaciones por desempleo, que son muy generosas, o prestaciones sanitarias, etc.

P. ¿Puede pasar la reforma el filtro del SPD?

R. Esto es un primer paso, pero no es descartable que en el congreso del primero de junio del SPD le echen mucha agua, que es lo que me temo. Pero supone que por vez primera el Gobierno reconoce que tenemos un problema estructural y casero, y precisa recetas concretas. Y eso puede suponer que se recupere la confianza, ahora por los suelos, tanto de consumidores como de empresarios, y que todo el mundo crea que se quiere arreglar este país. Pero yo soy muy escéptico. Ni este Gobierno ni los anteriores han logrado que me crea nada, porque no lo han hecho. Los diagnósticos están hechos ya todos: necesitamos coraje y decisiones. Necesitamos una especie de thatcherismo, alguien que diga 'voy a hacerlo', aunque tenga a los sindicatos en contra.

P. ¿Tiene Schröder fortaleza política para hacerlo?

R. No. Al contrario. Schröder no es un político con visión; actúa con la demoscopia en la mano; y las encuestas son ahora muy malas para él, con un apoyo muy escaso, y eso le condiciona. En las pasadas elecciones, que las daban por perdidas, aprovecharon muy bien las inundaciones y la guerra con Irak, donde el canciller se hizo fuerte con la promesa de que Alemania no iba a mandar soldados al frente. Pero ganó las elecciones... y hemos perdido un año.

P. ¿Y los sindicatos pueden tener la misma radicalidad que en Italia o Francia?

R. Se han radicalizado en los últimos tiempos, especialmente los dos más poderosos, tanto IG Metall como Verdi, por cuestiones personales, por cambio de liderazgo. Pero el problema principal es un mecanismo adicional al resto de países por el que los sindicatos ejercen su influencia: tienen una presencia muy fuerte como diputados del SPD; cerca de un 75% de los diputados son a la vez miembros de sindicatos. Estos diputados no ven con entusiasmo una reforma de la Seguridad Social, que significa recortar prestaciones. No se trata de cosmética ahora: la Seguridad Social está en quiebra, y sólo se arregla metiendo mano a los derechos adquiridos, tanto en pensiones como en sanidad, salario social, etc. Hay que recortar los derechos y bonificaciones engordadas durante 50 años y que han llevado al Estado de bienestar a la perfección, con perfección alemana, claro está. Y me cuesta creer que diputados sindicalistas hagan esto, y seguiremos a paso de tortuga.

P. ¿Puede entrar Europa, o incluso Estados Unidos, en la peligrosa senda japonesa, con deflación y estancamiento?

R. En Estados Unidos no me lo creo, porque tiene mercados muy flexibles, y las bases preparadas para un despegue rápido en cuanto todo mejore un poco: tecnología, productividad y el nivel del dólar. Pero en Europa la situación es distinta, sobre todo en Alemania. Tiene en común con el Japón de los noventa los problemas estructurales y los Gobiernos sin el empeño para hacer reformas.

El profesor Donges considera inútil una bajada de tipos de interés en la zona euro. 'Depende de lo que se quiera conseguir; si se trata de dar estímulos al inversor bursátil, la bajada será bien acogida; pero para estimular las economías europeas, tengo reparos sobre su utilidad. Ahora la política monetaria no es restrictiva; el tipo de interés es muy bajo ya; no hay restricción monetaria, y la M3 crece muy deprisa; en Alemania y Francia no veo ningún síntoma de que las empresas o los consumidores no inviertan ni consuman más porque los tipos sean muy altos. Además, si bajan los tipos de interés, no se arreglan los problemas de las economías, las causas estructurales del estancamiento. Bajar los tipos en Alemania es como echar gasolina a un coche con el motor roto. La recuperación del euro supone importar estabilidad y da mayor margen. Que nadie espere que una bajada de tipos sea la receta mágica para que Francia, Alemania e Italia crezcan, y que pueda servir de excusa para ahorrarse reformas'.

Donges, que forma parte del equipo de sabios que asesora al Gobierno Schröder, llama la atención sobre el peligroso crecimiento del unilateralismo norteamericano. 'El unilateralismo genera un renacimiento del proteccionismo, con acuerdos bilaterales limitados. Pero puede perder fuerza por la depreciación del dólar, que en alguna forma reduce la competencia en las importaciones, las encarece, es un arancel encubierto, y puede calmar un poco la avalancha proteccionista. Pero las elecciones en Estados Unidos están cerca, y no creo que Bush cometa el error de su padre y deje cabos sueltos como para perder las elecciones; por tanto, cabe esperar nuevos impulsos al proteccionismo y no a la liberalización'.

Respecto a la caída del dólar, asegura que 'hemos perdido el subsidio implícito que tenían los exportadores europeos; ahora hay que competir con calidad y no con precio.'

'Bajar tipos es echar gasolina a un coche sin motor'

El profesor Donges considera inútil una bajada de tipos de interés en la zona euro. 'Depende de lo que se quiera conseguir; si se trata de dar estímulos al inversor bursátil, la bajada será bien acogida; pero para estimular las economías europeas, tengo reparos sobre su utilidad. Ahora la política monetaria no es restrictiva; el tipo de interés es muy bajo ya; no hay restricción monetaria, y la M3 crece muy deprisa; en Alemania y Francia no veo ningún síntoma de que las empresas o los consumidores no inviertan ni consuman más porque los tipos sean muy altos. Además, si bajan los tipos de interés, no se arreglan los problemas de las economías, las causas estructurales del estancamiento. Bajar los tipos en Alemania es como echar gasolina a un coche con el motor roto. La recuperación del euro supone importar estabilidad y da mayor margen. Que nadie espere que una bajada de tipos sea la receta mágica para que Francia, Alemania e Italia crezcan, y que pueda servir de excusa para ahorrarse reformas'.Donges, que forma parte del equipo de sabios que asesora al Gobierno Schröder, llama la atención sobre el peligroso crecimiento del unilateralismo norteamericano. 'El unilateralismo genera un renacimiento del proteccionismo, con acuerdos bilaterales limitados. Pero puede perder fuerza por la depreciación del dólar, que en alguna forma reduce la competencia en las importaciones, las encarece, es un arancel encubierto, y puede calmar un poco la avalancha proteccionista. Pero las elecciones en Estados Unidos están cerca, y no creo que Bush cometa el error de su padre y deje cabos sueltos como para perder las elecciones; por tanto, cabe esperar nuevos impulsos al proteccionismo y no a la liberalización'.Respecto a la caída del dólar, asegura que 'hemos perdido el subsidio implícito que tenían los exportadores europeos; ahora hay que competir con calidad y no con precio.'

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