Aznar jalea la guerra
Desorientación es la palabra que mejor define la reacción de algunos dirigentes y candidatos del PP a las elecciones de mayo ante el mensaje lanzado por José María Aznar desde Washington en el que vincula su apoyo a la guerra en Irak con la incorporación de Batasuna a la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado norteamericano. 'Espero que algunos ciudadanos comprendan que hay esfuerzos, decisiones y viajes que merecen la pena', resumió ayer el presidente del Gobierno en una breve comparecencia ante la prensa.
Pocas horas después, el líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, le preguntaba desde Madrid a Aznar si España dejará de contar con el apoyo de EE UU en la lucha antiterrorista en el caso de que no respalde otro hipotético conflicto bélico promovido por Bush. Zapatero se interesó también por saber si la Unión Europea o Francia han pedido alguna vez algo a España a cambio de su abrigo contra ETA.
Estas preguntas flotan en el aire, lo mismo que la constatación que hacen algunos candidatos del PP de que la sombra de la guerra no sólo no se ha disipado de la carrera electoral, sino que ha sido jaleada por quien, en la última junta directiva del partido, emplazó a sus dirigentes a orillar el conflicto y sus efectos y a centrarse en los temas propios de una campaña municipal y autonómica.
La justificación del respaldo a la guerra ofrecida ayer por Aznar es la primera que han podido escuchar sus votantes desde antes, incluso, del inicio de las hostilidades. Eso puede jugar a su favor. '¿Quién espera apoyo si no se le da antes?', comentó el presidente, ayer, en Washington. Los 22 mítines que protagonizará en la campaña que formalmente se inició anoche con la pegada de carteles evidencian también que el proceso electoral tiene un alcance político de marcado carácter nacional, lo que facilita su consideración como primera vuelta de las legislativas de 2004, incluso por aquellos que pudieran estar más interesados en limitar las implicaciones del 25-M a causa de unos hipotéticos resultados adversos.
Aclarados, siquiera parcialmente, los motivos que condujeron a Aznar a embarcarse en semejante cruzada ante la incomprensión de los dirigentes de su partido y de parte de su Gobierno, falta por ver si éstos resultan convincentes para los electores y éstos lo reflejan en las urnas.