Lo que España se juega en Argentina
Unas elecciones presidenciales muy abiertas coinciden con incipientes señales de recuperación de la economía, pero se acumulan problemas sin resolver. Las empresas españolas y los mercados, pendientes de las primeras medidas del ganador
Argentina celebra mañana elecciones presidenciales en un clima económico y social muy complicado, pero no tan explosivo como el que recibió al presidente saliente, Eduardo Duhalde, el 2 de enero de 2002, entre piquetes y caceroladas. Caído De la Rúa tras dictar el corralito y fracasado en sólo una semana Rodríguez Saá tras suspender el pago de la deuda, Duhalde ofició entonces el entierro de la paridad peso-dólar, que era el pilar del sistema económico, y se rindió a la devaluación. La economía argentina se derrumbó, con una caída anual del 11% en el PIB, y dejó a más del 60% de la población en la pobreza.
Abundan ahora las señales de tímida recuperación. Entre enero y febrero de este año la economía creció un 5%. El peso se cambia cerca de los 2,80 por dólar, su mejor posición en un año. La Bolsa de Buenos Aires -que fue instrumento para sacar dinero del país durante el corralito- alcanzó esta semana su máximo anual y acumula notables ganancias desde enero: el 24% medida en pesos y un 49% en dólares. Estos datos significan 'un rebote técnico, la reacción natural a una caída tan profunda, y no un verdadero crecimiento', según Martín Anidjar, estratega de JP Morgan en Nueva York. Ni la inversión ni el empleo repuntan y la sustitución de exportaciones causada por la devaluación pierde fuerza. Para el nuevo Gobierno quedan pendientes las más importantes medidas de fondo, entre ellas un acuerdo con el FMI -que debe llegar antes del 9 de septiembre, cuando vencen préstamos de 2.700 millones de dólares-, la reforma fiscal, el ajuste bancario y la reestructuración de la deuda, que permitirían terminar con la excepcionalidad económica.
'Hace cinco meses nadie daba un duro por Argentina y ahora sí', señala una fuente financiera española que apuesta por el optimismo. Ha elevado los ánimos el levantamiento del corralón y el corralito, que atrapaban los depósitos de los argentinos desde diciembre de 2001. El fin de la restricción no implicó retiradas masivas de fondos ni tampoco disparó la demanda de dólares. Ya no hay pánico.
Desde los noventa las empresas españolas han invertido 43.369 millones de dólares. En los dos últimos años hubo que afrontar provisiones muy fuertes
Las fuertes provisiones efectuadas durante los dos últimos ejercicios por las compañías españolas con intereses en el país suramericano hacen que los inversores españoles se hayan tomado los comicios con cierta calma en comparación la agitación financiera previa a las elecciones brasileñas que ganó el izquierdista Lula. En Argentina no hay favorito y se da por seguro que la presidencia se decidirá en segunda vuelta el 18 de mayo. Los analistas advierten que el país austral supone todavía un foco de incertidumbre que puede penalizar a la Bolsa española en el corto plazo, por lo menos hasta que se conozca el nombre del nuevo inquilino de la Casa Rosada, su equipo y sus primeras decisiones.
España se convirtió en uno de los mayores inversores en Argentina en los años noventa, cuando el Gobierno Menem emprendió reformas económicas que incluyeron la privatización de empresas públicas. Las empresas españolas han invertido desde 1990 cerca de 43.369 millones de dólares, la mayor cantidad después de Estados Unidos, según datos de la Fundación Cámara Española de Comercio de la República Argentina (Fucaes). No obstante, la crisis cortó el grifo del dinero. En 2002 la inversión fue de tan sólo 1.003 millones, un 69% menos que el año anterior. Los miembros de esta fundación son Telefónica, Repsol, Agbar, Acesa, BBVA, Endesa, Dragados, Indra, Prosegur, Mapfre y Gas Natural, las compañías que más han invertido en Argentina.
Entre sus directivos se ha extendido la opinión de que lo peor ya pasó y el país empieza a normalizarse, aunque los problemas de fondo quedaron sin resolver. Los más pesimistas señalan que con el historial de incumplimientos argentino, no es previsible que el capital exterior vuelva a confiar en el país. Algunos afectados por la suspensión de pagos están recurriendo a la justicia, como la gestora de fondos EML, que reclama 700 millones de dólares perdidos en bonos. El Gobierno respondió, a través del ministro de Economía, Roberto Lavagna, que los inversores 'saben muy bien' que por la vía de los tribunales 'no van a cobrar'. Ningún candidato aclara cuándo y cómo se reestructurará la deuda.
Algunas fuentes empresariales españolas se aferran a que difícilmente la situación empeorará para las multinacionales. 'Como el valor del negocio argentino se ha puesto casi en cero, en cuanto la economía empiece a ir bien se liberarán provisiones y saldrán grandes plusvalías contables'.
Las empresas prestarán mucha atención a que se garantice cierta seguridad jurídica tras más de un año de constantes cambios de criterio desde la Administración. Un ejemplo ha sido Repsol, la mayor compañía hispano-argentina, que desde el estallido de la crisis ha estado afectada por normativas cambiantes sobre fiscalidad, limitación de exportaciones y disposición de divisas, e incluso veladas amenazas de renacionalización de YPF. La compañía explica que la situación se ha empezado a normalizar a partir de junio del año pasado, cuando el sector y el Gobierno pactaron un levantamiento paulatino de las medidas de excepción.
La devaluación del peso no afecta tanto a Repsol (el petróleo se cobra en dólares y un peso débil abarata costes) como las trabas gubernamentales. Desde enero de 2002 Repsol sufre cargas impositivas a las exportaciones de crudo (25%), gasolina diésel (5%) y gas licuado (5%), recuerda Pablo Cuadrado, analista de Banif. 'Además tiene restringido el destino de buena parte de sus ingresos, ya que está obligada a mantener el 30% de la facturación por las exportaciones de crudo en Argentina. Y sufre la congelación de las tarifas de gas natural'. Cuadrado cree que habrá que estar atentos a las negociaciones que emprenda la petrolera con el nuevo Ejecutivo. El pasado año Repsol provisionó contra resultados 1.100 millones de euros por sus riesgos al otro lado del Atlántico. Merrill Lynch ha rebajado la recomendación sobre Repsol YPF a vender tras poner en duda su capacidad de generar resultados en Argentina. Por el contrario, Fitch ha mejorado su perspectiva crediticia a estable desde negativa por las medidas adoptadas para limitar el impacto de la difícil situación operativa en Argentina.
Telefónica y Gas Natural están pendientes de acuerdos sobre las tarifas que pueden cobrar en Argentina. En el caso del teléfono fijo y el gas, la combinación de congelación de precios y devaluación del peso hace mella en las cuentas de las matrices. Para Telefónica la carga argentina -a los resultados y al balance- ha sumado 3.300 millones de euros entre 2001 y 2002. La contribución de Argentina a los ingresos totales de Telefónica cayó al 3,7% en 2002, frente al 12,6% de 2001. La aportación al beneficio bruto de explotación (Ebitda) se vio reducida del 11,5% al 3,4% del total.
Al cierre del pasado año, la exposición del grupo a las sociedades argentinas se redujo hasta los 968 millones de euros, frente a los 6.000 millones que tenía antes de la devaluación, incluyendo fondos de comercio y la financiación prestada a estas sociedades. Pero los analistas creen que el problema argentino podría seguir siendo un lastre. 'El nuevo presidente podría permitir suaves incrementos en las tarifas, pero pensamos que los precios sólo subirían a partir del tercer trimestre de este año', comentan los expertos de Goldman Sachs en su último informe sobre la operadora. Los resultados de Telefónica en el primer trimestre podrían deparar más sorpresas negativas a pesar de los fuertes saneamientos realizados, según este banco de inversión. Los ingresos de Telefónica de Argentina de enero a marzo de 2003 se prevén en 161 millones de euros, un 52% menos que hace un año.
Gas Natural, propietario del 50,4% de la distribuidora Gas Natural BAN, afirma que necesita actualizar tarifas para mantener la calidad del servicio que da a 1,2 millones de clientes en el gran Buenos Aires. 'Esta cuestión debería ser prioritaria debido a que el congelamiento de tarifas dura ya 16 meses', dice la empresa gasista. No obstante, según portavoces oficiales, Gas Natural 'confía en la recuperación de la economía argentina y continúa apostando por mantener su presencia en el país'. En los dos últimos años se provisionaron 210 millones de euros por la devaluación del peso.
La banca española no ha abandonado a su suerte a las filiales argentinas, como llegó a amenazar Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander Central Hispano, en lo peor de la crisis. La banca española sí ha recortado con dureza su red de oficinas en Argentina, un 22%. Morgan Stanley ve improbable una retirada de BBVA y SCH, aunque no descarta del todo 'una crisis financiera sistémica que podría llevar a los bancos a abandonar el país sin recibir críticas de la comunicad internacional'.
En SCH se asegura que ya están cubiertos los riesgos en Argentina tras hacerse provisiones de 2.200 millones de euros en los dos últimos ejercicios. El banco pagó este mes 150 millones de dólares para aumentar al 59% su participación en la gestora argentina de fondos Orígenes, lo que cumplía un acuerdo con Bank of Boston y ya estaba provisionado. El BBVA participó el pasado diciembre en una recapitalización de 208 millones de dólares en el Banco Francés, del que tiene un 80%, mediante conversión de deuda subordinada. Desde la entidad se destaca que 'el conjunto de la inversión del grupo en Argentina está provisionada al 100%'.
Morgan Stanley señala que el mayor peligro para el BBVA y el SCH es la solvencia de sus filiales, que de seguir deteriorándose podría obligar a nuevas recapitalizaciones. 'Durante 2002 el mayor riesgo para los bancos fue el de la liquidez. Ahora el problema es otro. El número de préstamos no cobrados ha aumentado considerablemente', dice en un informe sobre el sector bancario español.
Sobre la banca española pende otra gran incertidumbre, como es la temida redolarización de los depósitos, a la que obligarían sentencias de la justicia argentina recurridas en última instancia. Volver a poner en dólares los depósitos que el Gobierno obligó a convertir en pesos al tipo oficial (1,4 por dólar) costaría a BBVA y SCH más de 3.000 millones de dólares, una cifra que se considera inasumible. Argentina parece ir a mejor, pero aún dará dolores de cabeza.