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Tribuna
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La difícil encrucijada de la telefonía móvil

La telefonía móvil es el segmento de mercado de las telecomunicaciones que ha experimentado el mayor crecimiento, en usuarios y en ingresos, sobrepasando largamente cualquier expectativa o previsión. Actualmente este segmento se empieza a comportar como un mercado maduro, por tanto con cifras de crecimiento y rentabilidad mucho más moderadas. Esta situación previsible coincide en el tiempo con una crisis sectorial que induce a las Administraciones a adoptar políticas intervencionistas, estableciendo regulaciones sobre unos mercados que se habían desarrollado libremente.

Ante esta encrucijada, los operadores móviles se ven obligados a adoptar nuevas estrategias de desarrollo, sin disponer de un modelo probado y garantizado.

Se parte de grandes fortalezas a defender: una penetración de la telefonía móvil que sobrepasa el 80% de la población, frente al 44% de la fija; una red explotada con alta eficiencia (ocupación), lo que optimiza el coste de sus servicios; un servicio de voz con un precio promedio por minuto facturado que es casi cinco veces superior al telefónico fijo; un servicio de terminación en interconexión que supone el 35% de sus ingresos, frente al 12% del equivalente en redes fijas; un servicio de mensajería de muy alta rentabilidad que supone más del 10 % de los ingresos, sin parangón en las redes fijas, y una facturación por empleado unas 38 veces superior a la de las redes fijas.

Y también se parte de grandes oportunidades a desarrollar: mayor mercado potencial (población frente a residencias y empresas), mejor accesibilidad a la localización física de dispositivos (nuevos mercados), posibilidades de tener servicio en otros países, tráfico por terminal más de nueve veces inferior al tráfico por línea fija, baja elasticidad de la demanda al precio de los servicios, facilidades únicas para prestar ciertos servicios (localización), terminales mas inteligentes que permiten funcionalidades y servicios personales.

Pero no está exento de incertidumbres: un cambio tecnológico que requiere cuantiosas nuevas inversiones, sin estar soportadas por un plan de negocio razonablemente contrastado -que puede acortar la vida útil de las infraestructuras actuales, incrementar los costes comerciales para favorecer la migración tecnológica y aumentar el número de competidores- y sin una visión clara de los nuevos servicios a suministrar, de su contribución a los ingresos por usuario y de la forma de repartirlos entre los nuevos agentes en la cadena de valor.

Ni tampoco está exento de riesgos: principalmente actuaciones reglamentarias aproximando sus condiciones operativas a las de las redes fijas -precios de interconexión orientados a costes; separación contable; requisitos de calidad de los servicios; apertura de mercados para operadores sin red, virtuales, de acceso indirecto, de mensajería o de localización-.

Así, en Francia, Italia, Holanda, España y Reino Unido se han forzado a la baja los precios de interconexión desde otras redes, incluso fijando un price-cap para asegurar futuras bajadas anuales. Para compensar una bajada del 15 % en esos precios se requiere un aumento de los ingresos medios por cliente superior al 5%, o un aumento de los ingresos por SMS superior al 70%, o una reducción equivalente de los costes de comercialización -comisiones y subvenciones al terminal-.

Claramente, esa bajada de precios afectará negativamente al ritmo de caída de las tarifas. Además, el estado de muy alta ocupación de las redes favorece ese ralentizar, ya que podrían no soportar los aumentos de tráfico inducidos manteniendo la calidad de servicio.

La búsqueda de nuevas fuentes de ingresos ha mostrado caminos inciertos. Así, la creación de ISP móviles (WISP) o portales propios, como instrumentos para canalizar la provisión de servicios facturables, se ha visto mediatizada por el lentísimo despegue de las aplicaciones tipo comercio electrónico, por la lenta penetración y uso de terminales para transmisión de datos y por la realidad de que una gran parte de esas aplicaciones no son consustanciales a la movilidad.

La utilización del terminal móvil como medio de pago, aunque atractivo tecnológicamente, plantea las dudas del aumento del coste transaccional sobre otros medios disponibles. Los servicios de transmisión de datos, tipo acceso a Internet, se enfrentan a la realidad de la menor velocidad de transmisión respecto a otros tipos de acceso, además de que para aplicaciones de navegación o manejo de ficheros lo que se requiere es accesibilidad sin hilos y no movilidad, lo que puede ser atendido eficazmente con otras tecnologías (wifi) precisamente en donde pueda aparecer la demanda.

Ante tantos senderos sinuosos, los operadores están moviéndose con muy diversas estrategias, tales como: la provisión de soluciones IT que integren la tecnología con la movilidad, o invirtiendo en otras tecnologías de acceso tipo wifi, o apostando fuertemente por promover soluciones de transmisión de datos personales (MMS). Lo que se trata es de decidir, sin imposiciones externas, donde poner los recursos, cuando estos son menores y además hay que sostener los mercados actuales.

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