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Elecciones

La recuperación argentina, pendiente de la fortaleza política del nuevo Gobierno

El ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien esta semana cumplió un año de gestión, dio a conocer ayer una serie de indicadores que evidencian una cierta recuperación de la economía argentina.

Los datos oficiales revelados por Lavagna indican que el PIB de febrero pasado avanzó un 5,8% frente al mismo mes del año anterior, cuando la economía se encontraba en medio del colapso generado por la devaluación del peso en enero. Con relación a enero, el aumento de la producción fue del 1,8%.

Respecto a la situación del empleo y tras 20 trimestres consecutivos de caída interanual ininterrumpida de la ocupación, en febrero se registró una pobre subida del 0,5%. La generación de nuevo trabajo provino de las industrias con capacidad para sustituir importaciones y de aquellas que se orientan hacia la exportación. La industria fue el sector que tuvo mayor impulso en esta recuperación, con un aumento interanual del 17,4% en febrero.

Si se toman estos datos sin comparar con series anteriores, parecería que hay un crecimiento importante de la economía. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la comparación se ha establecido con el peor momento de la depresión posconvertibilidad y, además, que la inversión está paralizada. En tanto ésta variable no crezca, el impulso actual se agotará más tarde o más temprano, de acuerdo al sector que se analice.

En este sentido, parecen atinadas algunas observaciones del economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Abel Viglione, quien asegura que lo que está ocurriendo 'es un buen dato, pero no es crecimiento, es sólo recuperación'.

Para Viglione, 'lo que define el crecimiento es un proceso de inversiones, y no se está dando. Menos inversiones signifca menor relación de capital respecto a cada unidad de trabajo y no veo que abuenden los avisos de empleo. Aquí se destruyeron instituciones y, hasta que eso no se revierta, no habrá inversiones en serio'. Con un visión similar, el Instituto de Investigaciones de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) ha elaborado un estudio que muestra que aunque el PIB crezca a un ritmo del 7% anual, habrá más paro si ese crecimiento se concreta 'sin un mayor componente de empleo'. Como gran parte del empuje actual está concentrado en las exportaciones de materias primas y productos de bajo valor agregado, el paro se mantiene en valores que superan el 22% de la población activa.

Sin embargo, la mejora industrial, centrada en textiles, metal-mecánica y automóviles, está hablando de una subida del consumo, aunque está sea limitada y se explique en parte por la sustitución de importaciones. Pero, en cualquier caso, esa reactivación no está impulsando ni nuevas inversiones ni un mayor número de contrataciones laborales.

Divisiones

Si bien Lavagna logró evitar la temida estampida de la inflación con una política monetaria restrictiva y de altas remuneración de títulos públicos, la normalización del sector financiero está muy lejos de haberse logrado. Recientemente, un técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo, en una conferencia realizada en Buenos Aires, que debe acometerse una reforma en profundidad del sistema bancario, con fusiones, absorciones y cierre de entidades.

En este contexto, no ha sorprendido la división operada en la Asociación de Bancos de Argentina (ABA), con la salida de las instituciones argentinas que han reflotado la anterior Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), dejando en ABA a los bancos extranjeros. La pugna entre entidades para salvaguardar sus intereses incide directamente sobre las posiciones de los candidatos presidenciales que dividen sus preferencias entre diferentes grupos bancarios. Algo parecido ocurre en la Unión Industrial Argentina (UIA).

Al próximo presidente no sólo le espera la extraordinaria tarea de reconstruir el Estado y las instituciones. Pues el crecimiento económico y la estabilidad política sólo serán posibles si el nuevo Gobierno consigue representar el interés general.

La deuda sigue condicionando el futuro del país

Lavagna advirtió ayer que si 'Argentina no crece, no hay capacidad de pago'. El ministro de Economía, quien podría seguir en su cargo si el triunfador de las elecciones del domingo es el peronista Néstor Kirchner, respondió así al comentar la decisión de una firma de las islas Caimán que ha iniciado un juicio en Nueva York para cobrar bonos públicos argentinos por 700 millones de dólares. 'Los acreedores saben muy bien que, más allá de que ejerzan su derecho legal, es muy difícil cobrar por la vía judicial', señaló Lavagna.El próximo Gobierno, cualesquiera sean los nuevos presidente y ministro de Economía, heredará una deuda pública de más de 150.000 millones de dólares y las demandas presentadas contra el Estado por empresas extranjeras que se consideran perjudicadas por incumplimiento de contratos. Hasta ahora, esos reclamos judiciales totalizan unos 2.000 millones de dólares e incluyen a empresas concesionarias de servicios públicos, fundamentalmente españolas.El FMI se prepara para tomar contacto con los dos candidatos que obtengan las dos primeras minorías en la elección del lunes y que competirán en la segunda ronda del 18 de mayo. Uno de ellos será el que asuma la presidencia el 15 de mayo. El Fondo prevé pedir a Argentina que aumente del 2,5% al 4% su meta de superávit fiscal primario, para destinarlo íntegramente al pago de la deuda. Lavagna descarta, por su parte, que los acreedores deberán aceptar una reducción de la deuda si quieren cobrar algo.

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