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Perdidas

Alierta pone el contador a cero

El ejercicio del que hoy dará cuentas César Alierta ante sus accionistas es, sin duda, el más difícil y controvertido de su historia. Telefónica y dos de sus filiales cotizadas, Móviles y Terra Lycos, han registrado pérdidas sin precedentes y la caída bursátil ha sido la más intensa de los tres años consecutivos de crisis de los mercados y del sector. La buena noticia para los 1,698 millones de accionistas de la operadora es que este escenario ha obligado a Telefónica a cambiar su política de remuneración a los inversores. Tras cuatro años consecutivos sin dividendo, los accionistas cobrarán dos este ejercicio, uno en efectivo y otro en especie, más la amortización de un 2% del capital.

Telefónica comenzó el año 2002 con la mirada puesta en Argentina, en la devaluación del peso y en los efectos de la drástica crisis económica en el consumo. Pronto el real brasileño se unió a las preocupaciones y el enfriamiento de las economías de todo el mundo puso los contadores en modo de alarma.

Ya en el primer trimestre la suerte del ejercicio estaba echada: Telefónica tuvo que apelar al crédito fiscal para tornar en beneficios lo que eran pérdidas antes de impuestos. Aun así, el desplome del resultado fue del 72%, con unos números que devolvían a la operadora a niveles de 1994.

El escenario no mejoró en el segundo trimestre; de hecho, empeoró. Y Alierta decidió aprovechar la tesitura: puesto que el ejercicio estaba perdido, aprovechó para limpiar la casa y poner fin a las aventuras que pudieran lastrar la evolución futura.

Entre las decisiones capaces de hipotecar cuentas de resultados más allá de la presente, la apuesta europea por la telefonía móvil UMTS brilló con luz propia. Telefónica desembolsó más de 6.000 millones de euros en la compra de licencias del nuevo móvil en Alemania, Italia, Suiza y Austria, en lo que supuso la primera decisión de calado que tomó Alierta al asumir la presidencia.

El dinero en la balanza

El dinero echado en saco roto y los problemas de imagen se pusieron en un lado de la balanza. En el otro, las previsiones de inversión necesarias para rentabilizar este negocio, el horizonte temporal estimado para ello y el impacto anual en los resultados de cuatro filiales en pérdidas durante una década, como mínimo. Las cuentas no ofrecieron lugar a dudas.

En el mes de julio Telefónica hizo pública la noticia. Todo el negocio de UMTS, salvo el español, fue saneado. Otra vez, la operadora tuvo que dar la espalda a Europa, un continente donde su expansión parecía vetada. Las pérdidas ascendieron a 5.574,2 millones en el semestre, fruto en buena parte de los cargos extraordinarios por saneamientos. Con todo, la operadora reconoció que incluso sin ellos habría habido números rojos, y los cifró en 206,7 millones.

La primera intención de Telefónica fue pisar el acelerador y compensar estos resultados con un segundo semestre brillante. La realidad se mostró tozuda otra vez. El consumo no repuntó, las divisas latinoamericanas siguieron su camino y a ello se unió el desplome del dólar. A los financieros de Telefónica no les quedó otra opción que gestionar la desgracia de la mejor manera posible.

El cierre del año no iba a dar, por tanto, ninguna alegría, así que Telefónica repitió la jugada del primer semestre y decidió hacer limpieza profunda de los activos deteriorados del balance. Terra Lycos y MediaWays se unieron al negocio de UMTS en Europa. ¿Resultado?, 5.576,8 millones de euros de pérdidas en 2002, las mayores de la historia bursátil española al superar el récord del Banesto intervenido.

Dividendos

A pesar de la evolución del año y la caída bursátil acumulada en tres ejercicios -del 62,8%-, a los accionistas les queda el consuelo de que los acontecimientos han forzado a Alierta a cambiar la política de remuneración a los inversores. La junta del año pasado mostró la unanimidad del accionariado pidiendo el regreso del dividendo. El devenir de los acontecimientos hizo el resto. El mismo día de julio en que se anunciaban las pérdidas récord por el saneamiento del negocio de UMTS, Telefónica hacía pública su intención de volver al dividendo y amortizar un 2% del capital de la operadora que tenían en autocartera. Dos fórmulas de retribución para un solo año. A ello se ha unido el dividendo en especie, que se aprobará hoy y que consistirá en el reparto hasta de un 30% del capital de Antena 3 entre los accionistas.

En el lado negativo está, sobre todo, el efecto de las pérdidas y la fuerte caída en Bolsa que, sin embargo, no ha ahuyentado a los accionistas de la empresa. Desde la última junta, Telefónica ha logrado 37.000 inversores más, lo que no está mal, aunque suponga un frenazo en seco en el espectacular ritmo de crecimiento de socios registrado en los últimos años. En 2000 se sumaron unos 220.000 accionistas y en el ejercicio siguiente el crecimiento fue de 261.000, 10 veces más que en el último año.

Pero los efectos colaterales de los números rojos no se quedan ahí. Telefónica lleva hoy a la junta la propuesta de modificar sus estatutos, porque si no los consejeros no pueden cobrar. La redacción actual del código interno de la operadora exige beneficios para retribuir a los administradores. Y no los hay.

La compañía apela a la austeridad de sus directivos

El presidente de Telefónica, César Alierta, y el consejero delegado, Fernando Abril-Martorell, tuvieron ayer una jornada muy intensa. Por la mañana presentaron ante la prensa el balance del año y las previsiones para el futuro; por la tarde hicieron lo propio ante los principales directivos del grupo.La cita fue en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo de Madrid, el mismo donde hoy se celebrará la junta, y los asistentes, 800 ejecutivos en directo y 300 que seguían el encuentro por videoconferencia desde Brasil, Argentina, Chile y Perú.La principal apelación de Alierta y Abril a sus directivos fue a la austeridad, con la petición de que controlaran las inversiones y se concentraran en la generación de flujo de caja libre.Ante los principales representantes de la plantilla, el presidente destacó la evolución de Telefónica frente a sus competidores, tanto por evolución bursátil como por la menor deuda que arrastra.

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