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Tribuna
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Días peores

Hasta septiembre de 2002, según el Banco de España, el margen de intermediación de las entidades de crédito españolas se cifró en algo más de 20.000 millones de euros. Esto supuso una caída del 5% anual respecto a 2001. Los resultados agregados de 2002 publicados por la CECA y la AEB no contradicen estos resultados, algo retrasados, del Banco de España.

Las causas de esta caída del margen son, fundamentalmente, la ralentización y mayor incertidumbre, la evolución de los tipos de interés y el impacto que sobre la banca nacional tuvo la crisis en Latinoamérica. Para comprender cómo estos factores han impactado en el margen de intermediación, veamos primero en qué consiste y qué factores influyen en su comportamiento.

El margen de intermediación de una entidad de crédito se define como la diferencia entre los productos financieros (+) y los costes financieros (-) de ésta. Básicamente, es el margen que las instituciones de crédito obtienen por intermediar entre ahorradores y prestatarios. Como es obvio, el margen de intermediación depende de dos factores fundamentales: primero, el balance y, segundo, los tipos de interés.

Aunque el efecto sobre el margen de intermediación de estos dos factores no es simple, a priori parece que aquel mejora cuando se produce un incremento de los niveles de tales variables. Sin embargo, debemos entender el margen de intermediación como una variable dinámica que depende no sólo del estado del balance y de los tipos actuales, sino de los tipos pasados a los que se contrataron los diferentes servicios, el crecimiento del balance y el comportamiento de todos los tipos de interés que preocupen al gestor de la entidad a la hora de determinar sus políticas financiera y comercial.

Dado el sentido dinámico del margen de intermediación, debemos tener en cuenta el grado de liquidez de las partidas del balance. En general, las del activo son menos líquidas que las del pasivo, por lo que su renovación o repreciación se producirá con menor frecuencia que las otras y los tipos a los que están referenciadas serán con referencias a mayor plazo que las más líquidas.

Esto significa que los efectos de los tipos podrían afectar antes al pasivo que al activo, de forma que la caída de los tipos puede parecer transitoriamente favorable a las entidades.

La ralentización e incertidumbre de 2002 tuvo un efecto claro sobre los tipos. En la primera mitad de 2002, la evolución de los tipos euribor fue ligeramente al alza, lo cual benefició en cierto grado el margen de intermediación dado el crecimiento del balance. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de 2002, el panorama cambió por completo, ya que el mercado esperaba bajadas de tipos. Estas expectativas se reflejaron en tipos a la baja que, teniendo en cuenta los tipos del activo pasados, más altos, hizo que los costes financieros aumentasen en relación a los productos financieros, produciéndose una reducción del margen que todavía hoy puede no haber acabado.

La evolución de los mercados de valores ha hecho que muchos ahorradores busquen un refugio más seguro para sus inversiones. Al tiempo, los hogares han seguido demandando un volumen fuertemente creciente de financiación. En este punto es destacable que el índice de morosidad apenas haya aumentado, lo que ha ayudado a mantener el ritmo de crecimiento de las hipotecas en España. Esto ha permitido que el balance medio de las instituciones de crédito residentes creciese un 11,2% anual y, además, mientras mantenían condiciones muy competitivas en sus operaciones, buscando, a la vez, vías de financiación alternativas como la titulización de sus carteras hipotecarias.

Yesto ha tenido dos efectos, por un lado, un aumento del margen de intermediación debido al crecimiento del balance y, por otro, una reducción debida a la competencia entre las instituciones. Pese a todo, en el agregado del sistema crediticio español tiene una importancia muy significativa la caída del margen de intermediación que viene de Latinoamérica.

Dado el estado actual de la economía, las expectativas de margen de intermediación para 2003 no son muy halagüeñas. En primer lugar, la inercia del balance y de los tipos continúa afectando; los tipos siguen a la baja, por lo que sus próximas renovaciones generarán menor margen que las anteriores. En segundo lugar, es difícil mantener el dinamismo del balance sin incurrir en riesgos excesivos; mantener el crecimiento de las hipotecas dada la coyuntura actual puede significar el aumento del riesgo de impago. Por último, aunque el crecimiento esperado del balance medio se modere, los riesgos asumidos en la expansión pueden pasar factura.

Así, si se produjese un crecimiento nulo del margen de intermediación, mantenido por el crecimiento del balance, éste podría ser interpretado como una buena noticia en el corto plazo, pero con consecuencias negativas en el largo, ya que una bajada continua (y extrema) de tipos dejaría a las entidades sin mucho margen para operar, pudiendo provocar, en el peor de los casos, una reducción de beneficios en el sistema crediticio con potenciales implicaciones sobre el crecimiento económico.

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