El control de Irak en la posguerra separa a Washington y Londres
Al final, Irak no debe ser gobernada por americanos o por británicos o por ningún poder extranjero. Tiene que ser gobernada por primera vez en décadas por el pueblo iraquí'.
Con el eco de estas declaraciones pronunciadas ayer por el primer ministro británico, Tony Blair, respondiendo a las de Powell cuando dijo que EE UU no había 'tomado este gran peso con sus miembros de coalición para no tener un control significativo', se celebra hoy la reunión de ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) con la difícil misión de cerrar las brechas abiertas entre los Quince por la guerra.
La cuestión del papel de Naciones Unidas en la etapa posguerra ya fue analizada por Blair y Bush hace una semana, pero no hubo acercamiento, ya que para EE UU la ONU tendría un mero papel de coordinación.
Desde entonces, Bush no se ha vuelto a referir a la cuestión por más que Blair la vea como una manera de limar asperezas con la mayoría de sus socios de la UE.
El presidente de turno, de la UE, el griego Costas Simitis abogó ayer por un papel activo de la ONU porque ' la gestión de los asuntos tras la guerra por los atacantes podría traer nuevos conflictos y crisis'. El ministro de Exteriores Jack Straw quiere que se organice una conferencia de la ONU, similar a la de Bonn en 2001, que ayudó a formar un nuevo Gobierno tras la guerra de Afganistán.
Plazo de 90 días
No obstante, pese a las intenciones del aliado británico, es el ex general Jay Garner quien desde un hotel en Kuwait está organizando el futuro de la Administración tras Sadam Husein.
Su papel está planificado desde enero. Garner, cuyo jefe militar será el general a cargo de la guerra, Tommy Franks, tiene como misión dar ayuda humanitaria, reconstruir la infraestructura y poner al país en el camino de la democracia.
Y todo ello en 90 días, al cabo de los que se pasará el Gobierno a los iraquíes, lo que muchos analistas ven irreal. La crítica a esta agenda viene no sólo por la complejidad de la tarea en la que trabajan un reducido número de británicos, australianos e iraquíes sólo como consultores, sino porque, cuanto más larga sea la guerra y más víctimas civiles haya, más difícil será el escenario dibujado por los americanos de una bienvenida popular y de agradecimientos.
The Washington Post afirmaba ayer que entre los que planean la reconstrucción se empieza a cuestionar si el grupo de Garner comprende la complejidad y el caos con el que se encontrarán, en parte por el desconocimiento real de un país con el que se rompieron relaciones hace más de una década.
Este Gobierno de transición causa fricciones además entre los Departamentos de Defensa, con su titular, Donald Rumsfeld y el de Estado. Rumsfeld trata de promocionar a Ahmed Chalabi y sus cercanos como consultores para los 23 ministros norteamericanos que se instalen en este Gobierno.
El Pentágono ha vetado a ocho candidatos propuestos por el Departamento de Estado para sustituirlos con los llamados 'halcones neoconservadores'.
Reconstrucción
Por otro lado, la brecha entre ambas orillas del Atlántico no hace más que ampliarse con el monopolio de las obras de reconstrucción que también ejerce EE UU. Tampoco aquí los británicos están teniendo un gran papel.
El mayor contrato de reconstrucción de carreteras, hospitales y puentes entre otras infraestructuras, valorado entre 600 y 900 millones de dólares (de un presupuesto total de unos 1.700), se concederá la semana que viene a una empresa de EE UU, ya que se ha vetado a las de otras nacionalidades por motivos de seguridad nacional. Bechtel, Fluor o Parsons son favoritas.
Esta última sustituye a Halliburton, una empresa ex presidida por el vicepresidente de EE UU, Dick Cheney, de esta licitación pública pero secreta.
La Usaid, agencia para el desarrollo a cargo de estas contrataciones, defiende este método de selección diciendo que con tan poco tiempo es imposible buscar la competencia deseable y esperan que al menos el 50% de las subcontratas sean extranjeras.
Representantes de unas 80 empresas británicas tienen previsto reunirse con el Gobierno de Blair para tratar de asegurarse contratos.
La gran preocupación es que el Pentágono prohíba que empresas que invierten en el sector energético en Irán participen en la reconstrucción iraquí.
Médicos sin Fronteras reclama transparencia
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) no quieren confusiones. Algunas organizaciones americanas están rechazando las presiones del Pentágono para trabajar con ellos y bajo la protección de las tropas en Irak. La razón es que no quieren que se les relacione ni que se confunda su labor con la de las tropas sobre el terreno. El temor de estas organizaciones, algunas de las cuales llevan años trabajando sobre el terreno cuando EE UU rompió relaciones con Irak, es que, pese a la protección, se ponga en peligro la seguridad de sus trabajadores.Médicos sin Fronteras expresa su punto de vista, ya compartido por otras ONG en su página en Internet al referirse a su preocupación por que se mezclen 'las ayudas humanitarias y las agendas militares', lo que puede terminar en que no se llegue a prestar ayuda a los más necesitados. 'La Administración de EE UU ha hablado de usar a las ONG como fuerza multiplicadora en los esfuerzos de guerra particularmente en lo que llaman ganar los corazones y las mentes de los iraquíes'. Para esta organización este lenguaje y actividades 'amenazan con minar la neutralidad e independencia de organizaciones humanitarias distintas de los contendientes', además de erosionar la percepción de que la asistencia no responde a otros motivos que la necesidad. 'La asistencia que tiene motivaciones políticas o de relaciones públicas, o se percibe como tal, puede llevar a una discriminación contra ciertas comunidades o poner en peligro la seguridad de los trabajadores'.