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Salud laboral en el nuevo mercado

Recientes publicaciones sobre el mercado de trabajo europeo han demostrado que la intensificación del trabajo, nacida de la reorganización de los procesos de producción, ha tenido su incidencia. La proporción de trabajadores que declaran estar sometidos a un ritmo de trabajo muy elevado ha pasado del 48% en 1990 al 56% en 2000, y los sometidos a plazos muy estrictos de ejecución de tareas, del 50% en 1990 al 60% en 2000. Entre las consecuencias, en el año 2000, el 33% de los trabajadores padecían lumbalgias, y el 23% dolores en el cuello y en los hombros.

Las tasas de accidentes laborales siguen siendo muy altas en ciertos sectores clásicos: pesca, agricultura, construcción, salud y servicios sociales tienen una tasa de accidentes que supera la media en un 30%. Industrias extractivas y manufactureras, hostelería, restauración y transporte, en un 15%. Estas cifras son más elevadas si consideramos las pymes y las microempresas. Por ejemplo, en la construcción, la tasa de incidencia supera la media en un 41%. Pero la diferencia asciende a un 124% en las empresas que cuentan entre uno y nueve empleados, y a un 130% para las de 10 a 49 empleados. La cada vez más intensa participación de la mujer en el mercado laboral introduce nuevas variables en la salud y la seguridad en el trabajo. Mientras que en 1995 el 17,8% de las enfermedades profesionales diagnosticadas afectaba a mujeres, el porcentaje correspondiente a determinadas afecciones era claramente superior: el 45% de las alergias, el 61% de las enfermedades infecciosas, el 55% de los trastornos neurológicos y el 48% de los trastornos hepáticos y dermatológicos. Las cifras muestran pues la existencia de elementos específicos de las mujeres respecto a las enfermedades profesionales.

Y en las próximas décadas aumentará el porcentaje de trabajadores europeos de 50 años y más, al tiempo que disminuirá el de trabajadores más jóvenes. Si contrastamos los datos por edades, se advierte, por una parte, que los más jóvenes son más propensos a sufrir accidentes laborales y, por otra, que el grupo de edad de más de 55 años es el que sufre los accidentes más graves, con una tasa de mortalidad superior a la media europea. Esta última categoría es también la que registra una mayor incidencia de enfermedades profesionales de larga gestación, mientras que los más jóvenes tienden a desarrollar más alergias o enfermedades infecciosas.

El mercado de trabajo experimenta una creciente diversificación de las formas de trabajo. En este contexto, merece atención la cada vez mayor importancia de las relaciones laborales temporales, ya que la temporalidad y la falta de antigüedad son factores que influyen negativamente en la salud en el trabajo. Los trabajadores con menos de dos años de antigüedad son más propensos a los accidentes laborales. Para los trabajadores temporales tal efecto se deja sentir especialmente en construcción y servicios sociales y salud. Las enfermedades emergentes, como el estrés o la ansiedad, así como la violencia en el trabajo y el acoso, son responsables del 18% de los problemas de salud asociados al trabajo, una cuarta parte de los cuales implica dos semanas o más de ausencia laboral. La frecuencia de estas patologías es dos veces superior en los sectores de la educación y los servicios sociales y de salud. Su aparición no se debe tanto a un riesgo específico como a un conjunto de factores: la ordenación del tiempo de trabajo, las relaciones jerárquicas, la fatiga asociada al transporte y el grado de aceptación de la diversidad étnica y cultural en la empresa.

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