La Guerra del Golfo fue diferente
Las Bolsas europeas registraron el jueves 17 de enero de 1991 subidas históricas en un solo día y volúmenes de negociación récord. En la noche anterior se puso en marcha la mayor operación bélica desencadenada por la alianza multinacional, hasta entonces, contra Irak. La que se denominó Tormenta del Desierto consiguió la victoria pocas horas después de haber comenzado. La capacidad de reacción de las tropas iraquíes fue nula.
La noche del 16 de enero y la jornada del día siguiente han pasado a los anales de la historia de las Bolsas y de los mercados financieros por el trasiego histórico de posiciones desde unos mercados a otros. Todo el mundo intentaba enmendar la plana a la velocidad del rayo, porque se esperaba algo más negativo. El petróleo fue el primero en reaccionar.
El precio del barril de crudo brent había finalizado la víspera en Nueva York a 29,20 dólares y subió hasta 34 dólares con la explosión de las primeras bombas en territorio iraquí. Horas antes de que los mercados de acciones europeos abrieran sus puertas, el precio se había desplomado 10 dólares.
Lo mismo sucedió con el oro, que desde siempre ha servido de valor refugio, o así lo han entendido los especuladores en situaciones de incertidumbre o de clima bélico. El metal amarillo bajó de una tacada, en apenas tres horas, 10 dólares por onza.
Con estos planteamientos las Bolsas lo tenían muy fácil. Sólo era necesario seguir la estela marcada por las materias primas. Madrid subió un 6,56%, la subida más alta de su historia en un solo día, con volumen récord, asimismo, de 16.000 millones de pesetas. Fráncfort, que hasta entonces era el mercado más castigado, ganó un 7,56% y París, un 7,05%. En Londres, donde la guerra se vivía de manera más intensa por el grado de participación del Reino Unido, las ganancias fueron del 2,4%. Esta suma menor obedeció a las declaraciones de mandos militares de la alianza en las que alegaban que la guerra podría crecer y extenderse.
Respecto a Wall Street, el día del inicio del ataque aliado, el 16 de enero de 1991, el Dow cerró con una subida del 0,7 %. Al día siguiente la subida fue del 4,6 % y seguía, de este modo, los pasos del resto de los grandes mercados de acciones del mundo.
Durante los días siguientes, las noticias del frente suponen nuevos espaldarazos para las Bolsas mundiales y empujones a la baja para los precios del petróleo. La subida acumulada a final de enero fue del 9,6% en Wall Street; del 14,9% a final de febrero; del 16% a final de marzo y del 16,4% en la declaración de alto el fuego el 26 de abril.
¿Y el resto del año? El ejercicio finaliza con un aumento acumulado del 25,1% , aunque a mediados de diciembre la subida se mantenía en el 15%. También el dólar se recupera con fuerza durante la guerra, 10,31% acumulado al final del conflicto. Esta situación no se mantiene, sin embargo, durante el año. A final del ejercicio cierra en niveles similares a los de 1990.
La economía estadounidense cerró el ejercicio del conflicto con una caída del 0,5%, pero el crecimiento de la OCDE siguió relativamente alto, en niveles del 1,2%, gracias al crecimiento del 2,5% de la economía de la eurozona y del 3,1% de Japón. A partir de 1992 las Bolsas mantendrían ganancias anuales superiores al 10 %, al tiempo que la economía recuperaría fuerza. Los analistas dicen que eso es otra historia.
A la hora de buscar similitudes entre ambas guerras, los expertos señalan que ahora existe una mayor convergencia de los ciclos económicos que antes, como lo demuestra la debilidad de la economía estadounidense y de la alemana, ésta como locomotora de la eurozona. Destaca, asimismo, la deflación en la que se encuentra desde hace varios años la economía japonesa.
Ahora el signo económico es de debilidad, frente a cifras vigorosas entonces en la mayor parte de los países. Se insiste, también, en los márgenes de maniobra cada vez más escasos con que cuentan los Gobiernos debido a la postración de los tipos de interés, hecho que contrasta con los altos tipos de aquellos años.
Esta situación coincide en el tiempo con el fuerte deterioro acumulado de la confianza de los inversores y empresas tras los escándalos contables y financieros en EE UU durante el ejercicio pasado. Además, el PER del S&P en 1990 era de 12 veces, para pasar a 15 en 1991. Ahora supera las 30 veces.
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Fuertes divergencias en los ciclos económicos
La OCDE crecía a tasas del 3,8% en 1989, pero con la economía de Estados Unidos debilitándose hasta un 3,5% (4,1% en 1988), la japonesa hasta un 5,3% (6,5% el año anterior) y la de la eurozona sin cambios desde un ritmo de crecimiento anterior del 4%. Resultaba llamativo el diferente crecimiento de la inversión en estos países (zona económica en el caso de la eurozona): del 8,6% y 7,1 % en Japón y eurozona respectivamente, frente al 2,9% en Estados Unidos.Respecto a los mercados financieros, las Bolsas acumulaban subidas por encima del 30% en los dos años anteriores. En el caso de la deuda, el bono del Tesoro a 10 años mantuvo rentabilidades promedio del 8%. El dólar, por su parte, se apreció un 7% en tasa efectiva, frente a la depreciación del 1% del año anterior. El 2 de agosto de 1990 las tropas de Irak entran en Kuwait. Las Bolsas mundiales caen con fuerza, acumulando al cierre de la jornada descensos superiores al 1 %.En los siguientes días se suceden las caídas: 1,9 % el 3 de agosto; 3,3% el 6 de agosto y un 0,2% el 8 de agosto. Entre el 6 y el 8 de agosto la ONU declara el embargo sobre Irak, lo que ofrece un pequeño respiro a los mercados. El día 8, el Dow subió un 0,9%. Sin embargo, el pesimismo se adueña del mercado: repunte de los precios del petróleo al alza, escenario económico incierto al mismo tiempo que aumenta la inestabilidad en los mercados.Entre septiembre y diciembre las Bolsas llegan a descender en tasa acumulada un 12,2 %, pero finalizan el año con un descenso apenas del 2,2 %.