'Somos mucho más que un lobby'
Catedrático de Economía de la Empresa, desde 1993 ha estado involucrado en la gestión del Instituto de la Empresa Familiar. Fernando Casado destaca la labor docente e impulsora de la entidad y detesta que se la considere sólo grupo de presión
Tiene 60 años y una actividad envidiable, siempre relacionada con el mundo de la empresa familiar y la docencia. Es director general del Instituto de la Empresa Familiar (IEF) casi desde su fundación en 1992. El IEF nació como una asociación sin ánimo de lucro constituida por un grupo de empresarios familiares. A él pertenece la mayoría de las emblemáticas familias y grupos empresariales, como los Puig, Del Pino, Carulla, Godó, Molins, Entrecanales, Osborne... Todos sus socios son presidentes, consejeros delegados o miembros del consejo de administración de sus propias empresas. Aunque este club familiar nació en Cataluña, en la actualidad sólo el 40% de sus socios son empresas catalanas. Desde su creación, el instituto ha consolidado su papel como interlocutor de peso ante instituciones y gobiernos respecto a la problemática de la empresa familiar. La mayoría de sus reivindicaciones, en favor de un marco jurídico y fiscal más favorable a estas empresas, han sido escuchadas.
Pregunta. El Instituto de Empresa Familiar ha venido funcionando como lobby; ¿puede hacernos un balance de este periodo? ¿Cuáles han sido los logros más importantes en estos últimos años?
Respuesta. No quisiera que se viese al instituto sólo como un lobby. En la actividad del IEF hay tres objetivos bien definidos: motivar el espíritu emprendedor, profundizar en todas las relaciones familia-empresa y las funciones propias del lobby. Efectivamente, durante estos años se ha conseguido un marco fiscal que sirve de referente a nivel europeo y de modelo a otros países de nuestro entorno. Desde la perspectiva civil, ha mejorado mucho el impuesto de sucesiones y el de patrimonio en todo el tema de las herencias. Hay una fiscalidad más favorable para los holdings y las inversiones en I+D. En cuanto al marco legal, la aprobación de la Ley de Nueva Empresa, en referencia a la autocartera y al derecho de voto, es un paso muy importante para permitir la financiación de las empresas familiares y la posibilidad del registro del protocolo. Es importante disponer de un marco que regule las relaciones entre la familia y la empresa.
'La gestión empresarial se ve entorpecida, en muchas ocasiones, por problemas familiares y esto hace que estas compañías no estén del todo profesionalizadas'
P. Las empresas familiares representan el 90% del tejido industrial, el 65% del PIB en España y generan más del 80% del empleo privado, excluidos los autónomos. Además, el 20% de las 1.000 mayores empresas industriales son familiares. ¿Cuáles son, a su juicio, las ventajas y los inconvenientes de este tipo de empresas?
R. La empresa familiar aporta tradición, continuidad y proyección en la sociedad. Estas empresas están muy enraizadas en sus lugares de origen y por tanto muy implicadas en la sociedad en la que se crean. No están preocupados por los beneficios rápidos, sino que piensan en el largo plazo y en la tradición de hacer bien las cosas, pues está implicado su propio apellido. Son más flexibles que otro tipo de empresas, pues las decisiones se toman de manera más dinámica, y son las que lideran el auténtico espíritu emprendedor. Sin embargo, la gestión se ve entorpecida de vez en cuando por problemas familiares y esto hace que no esté suficientemente profesionalizada. Por otro lado sigue habiendo problemas con la dimensión de los recursos, que en la mayoría de los casos suelen provenir de la propia autofinanciación, y la manera de obtener financiación sin perder el control de la empresa.
P. ¿Cree que la dimensión de las empresas españolas es la adecuada para competir en un mercado cada vez más globalizado?
R. Estamos asistiendo a una transformación muy importante en lo que se refiere a dimensión. No hay crecimiento vertical, sólo un modelo que se denomina un conglomerado de empresas. Si el conglomerado crece, la empresa debe adecuarse a ese crecimiento, tanto en eficiencia, innovación y desarrollo.
P. En la actualidad el instituto cuenta con 105 empresas asociadas, cuya facturación global representa el 8,5% del PIB español y dan empleo a más de 210.000 personas. Cerca del 20% de las empresas asociadas al instituto pertenecen al sector servicios. Algo más del 18% a la industria y un 17,6% al sector de la alimentación. El sector menos representado es el de banca y seguros, con un 4,9% del total. ¿Están todos los que deberían estar? ¿Echa en falta a algún grupo que podría estar y aún no se haya adherido?
R. En total, considerando las asociaciones regionales, son unas 700 empresas, cuya facturación conjunta representa el 12% del PIB nacional. Están prácticamente todos. El instituto adoptó la decisión de estar formado por cerca de un centenar de empresas para que los empresarios se sientan parte del mismo y su participación sea muy activa. Aunque alguna familia significativa no está, podemos decir que el 95% de las grandes empresas familiares sí están representadas.
P. ¿Cree que la legislación laboral debería tener en cuenta la dimensión de la empresa?
R. El tema laboral es en el que menos hemos profundizado, pues consideramos que le corresponde a la CEOE. Como organización hemos tenido una especial delicadeza en entrar, ya que consideramos que es función de la patronal y nuestro punto de vista no puede interferir en la negociación.
P. Varios informes señalan la transición generacional como causa principal de la mortalidad empresarial registrada entre las empresas familiares de Europa. En nuestro país, sólo el 35% de ellas pasan a manos de la segunda generación y únicamente un 13% a la tercera. ¿A qué cree que es debido?
R. Efectivamente, la sucesión es el proceso más delicado y uno de los inconvenientes de la empresa familiar. Pero que sólo siga siendo familiar el 35% de las empresas en segunda generación no siempre quiere decir que la empresa muere: puede crecer, la puede comprar una multinacional... También es importante puntualizar que entre una y otra generación pasan entre 30 y 35 años; desde ese punto de vista, el grado de mortandad es similar al de otros tipos de empresas.
La importancia de la implicación familiar en la empresa empieza a manifestarse en la segunda generación y se agudiza en la tercera. Tengamos en cuenta que pasar de un fundador que manda, a ser tres o cuatro hermanos que comparten decisiones y posteriormente ser una veintena de primos en tercera generación lo hace más complejo todo. Hasta hace poco no había un sistema claro para analizar y afrontar este tipo de problemas, lo que llevaba a que las cifras fueran las que son.
P. A su juicio, ¿qué tipo de medidas deberían adoptarse para evitar esta pérdida de patrimonio empresarial?
R. Se ha profundizado en el estudio de las causas. Se han ido desligando los problemas de la familia y los de la empresa, y en la medida en que se ha establecido un marco de actuación como es el protocolo familiar, que recoge las dificultades que vendrán y tiene ya definidas las medidas a adoptar, se debe producir una mayor longevidad.
P. ¿Qué asociados disponen de protocolo familiar?
R. No tenemos cifras exactas, pero calculo que un 30% disponen ya de él y otro 30% lo están estudiando.
P. La apelación a los mercados de valores es un tema abordado por pocas empresas familiares, ¿cuál es el motivo?
R. Para acudir a los mercados se requiere una determinada dimensión y, en general, nuestras empresas familiares son pequeñas. Aunque también es cierto que hay un componente cultural que superar.
P. ¿Cree suficientes las medidas de apoyo fiscal a las inversiones en I+D+i para animar a las empresas?
R. Durante muchos años se ha producido con patentes de fuera. Hay que mentalizar al empresario para que utilice el marco que tiene y avanzar también en la inspección para dar más garantías al empresariado sobre los logros.
P. ¿Cree que los empresarios tienen suficiente información y saben utilizar las ayudas disponibles?
R. Hay que potenciarlo mucho más. No hay fluidez suficiente ni la infraestructura necesaria para hacer llegar esa información a la mayoría de las empresas.
P. Se ha producido una avalancha de recomendaciones sobre el buen gobierno de las empresas; ¿no cree que un exceso de regulación puede apagar muchas vocaciones?
R. Este ambiente de mayor transparencia es positivo y, en la medida en que no es de obligado cumplimiento para las no cotizadas, es bueno como marco de referencia.
P. ¿Un empresario nace o se hace?
R. Nace. Lo que ocurre es que no se motiva a aquel que tiene aptitudes desde pequeño para ser empresario. No existen estudios sobre la creación de empresas y haría falta motivar más las vocaciones empresariales.
P. ¿Cuáles son los retos más importantes de la empresa familiar?
R. La profesionalización, en especial la sucesión y las normas que hagan posible la continuidad; la I+D+i, para lo que se deben aumentar los acuerdos con las universidades; y la internacionalización, necesaria para establecer estructuras permanentes en los mercados a los que se exporta.