Envejecimiento y pensiones en Europa
Francisco de Vera examina los efectos del envejecimiento de la población en la UE. El autor repasa las actuaciones propuestas por los ministros de Economía de la Unión para la reforma del sistema de pensiones
La generación europea del baby boom, la que había mantenido las cifras de población en edad de trabajar saludablemente altas, se jubila. El efecto es bien simple, se van los que trabajaban y lo hacen para permanecer vivos más años que sus antecesores cobrando pensiones que tendrán que pagar un colectivo proporcionalmente menor que el que se ocupaba de este menester en el pasado. La pirámide de población ha engordado en su cabeza y se ha hecho más alta. Es más, como en el caso español, ha dejado de ser pirámide para convertirse en un botijo.
De acuerdo con las estimaciones de la UE, las próximas décadas, a pesar de las reformas en los sistemas de pensiones, el envejecimiento de la población provocará un aumento del gasto en pensiones públicas entre el 3% y el 5% para la mayoría de los países miembros. Dicho de otra manera, si en el año 2000 las pensiones públicas representaban el 10,4% del PIB de la UE, en el año 2040 esa cifra se elevará al 13,6%.
En estas estimaciones España no sale bien parada, aunque la cifra para 2000 es menor que la media europea, el futuro resulta un tanto descorazonador: el 16% del PIB español de 2040 se dedicará a las pensiones de vejez. El porcentaje, con ser importante, no informa mucho sobre cómo afectará al nivel de bienestar de la gente. Que los pensionistas reciban una buena tajada del PIB no debería ser más que motivo de regocijo para todos. No hay estampa más entrañable que unos viejecitos pulcros y sonrientes. Sin embargo, en nuestro caso lo que preocupa es la cantidad de asalariados que tendrán que pagar la factura de las pensiones. Hoy en día, dos trabajadores se reparten el coste de cada pensión. De acuerdo con estimaciones, en 50 años cada pensionista sólo contará con un afiliado al sistema disponible para pagar sus mensualidades.
A pesar de las reformas emprendidas, el gasto en pensiones públicas aumentará entre el 3% y el 5% en la mayor parte de los países de la UE
No hacen falta muchos números para concluir que ese trabajador, si no queremos que sea un enemigo de la medicina preventiva, tendrá que ser mucho más productivo para poder cumplir sus obligaciones de contribuyente al sistema de reparto. La cuestión es si resulta posible aumentar la productividad en la cuantía necesaria.
Los que gustan de dar tratamiento simplista a los problemas, equiparando erróneamente simplicidad con sentido común, afirman que una recuperación de la tasa de natalidad y un crecimiento de la inmigración serán los mejores paliativos para el envejecimiento de la población. A juicio de los expertos, ninguno de los dos elementos tienen garantía de éxito. Aparentemente, existe un límite a la absorción de migración que da la propia capacidad productiva, y por otra parte, los inmigrantes también aportan dependientes que reducen el efecto favorable neto de los flujos migratorios.
Por su parte, las mejoras en materia de natalidad que puedan lograrse, bien porque las mejores condiciones económicas incentiven a los jóvenes a tener hijos antes, bien por la incorporación de inmigrantes con patrones de natalidad más generosos, no permite aventurar tasas de natalidad superiores a las de los países europeos que las tienen más altas -y en los que la recepción de inmigrantes es importante- como Francia o Reino Unido. Y tampoco esas tasas resolverían el problema.
Todo ello es importante porque si bien el incremento porcentual del gasto en pensiones es algo que no es consecuencia de un único factor social, sino producto de varias causas que actúan con mayor o menor intensidad en cada país, de todos ellos el envejecimiento de la población es una de sus principales causas.
Pero junto a ella se sitúan otras no menos importantes, como las variaciones en la composición de la población en edad de trabajar -mayor participación de las mujeres, que cambiarán pensiones de viudedad por pensiones por derecho propio-, los criterios que determinan los beneficiarios del sistema, y las cuantías de las pensiones.
Para enfrentarse al problema, el Ecofin ha diseñado una estrategia que se concreta en tres áreas de actuación: medidas para incrementar la tasa de ocupación, reducción de la deuda pública a un ritmo mayor que el alcanzado hasta ahora y reforma del sistema de pensiones.
Las medidas para aumentar la tasa de ocupación afectan a varios órdenes: participación femenina en la población activa, edad para tener derecho al cobro de pensiones de vejez y grado de ocupación de los mayores de 55 años. Son de destacar las propuestas para retrasar la vejez (cobrar pensiones más tarde, reincorporar a los mayores al sistema productivo) que van en paralelo con el aumento de la esperanza de vida.
La reducción de la deuda pública, que se esperaba por el cumplimiento del Pacto de Estabilidad, debería dejar fondos para suplir carencias del sistema público de pensiones. La recesión económica europea ha hecho pensar que no se puede contar mucho con este elemento por ahora.
Finalmente, el enfoque que se hace de la reforma del sistema de pensiones en el seno de la UE parece haber abandonado todo planteamiento radical a la chilena. Lo que aspiran a conseguir las propuestas en las que se está trabajando son reformas parciales (paramétricas) que relacionen la cuantía de los beneficios recibidos tras la jubilación con las aportaciones realizadas y con el tiempo de contribución, sin abandonar ni poner en crisis el sistema de reparto. Se trata simplemente de compensar el coste adicional que representa para el sistema la mayor esperanza de vida y el envejecimiento de la población en su conjunto con complementos de pensiones contributivas que aligeren la presión sobre el sistema básico de reparto.
El asunto sigue en la agenda del Consejo Europeo que tendrá una vez más que evaluar los progresos en los trabajos que se vienen realizando sobre la materia en su reunión de 20 y 21 de marzo. Aunque no hay que esperar grandes progresos en estos momentos, lo que en el Consejo se diga contribuirá a seguir creando el cuerpo de opinión sobre el que finalmente se edificará la reforma de los sistemas de pensiones.