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Espejo de los Fondos

El dividendo de la paz

Juan Ignacio Crespo

Esta expresión, que fue de uso corriente entre 1990 y 1991, cayó posteriormente en el olvido. Las circunstancias actuales podrían ponerla en circulación de nuevo. Entonces se refería a la cosecha de buenos resultados económicos que habría de producirse tras el derrumbe de la Unión Soviética, fundada en dos razones: 1) 'La reconstrucción' del bloque soviético y su acercamiento a los niveles de vida de Occidente y 2) la desaparición del famoso dilema 'cañones o mantequilla', que permitiría frenar la carrera armamentística.

No sabemos si el dividendo de la paz fue lo que vino a continuación: el periodo más largo de expansión económica del que existe noticia y que, en los EE UU, abarcó de marzo de 1991 a enero de 2001. Los procesos históricos no pueden repetirse ni simularse en un laboratorio cambiando alguna de sus circunstancias para ver qué es lo que hubiera sucedido, en este caso, sin el derrumbe de la Unión Soviética. Lo que sí sabemos es que el desorbitado déficit fiscal que había acumulado EE UU durante la era Reagan, en gran parte fruto del esfuerzo bélico conocido como la Guerra de las Galaxias, desapareció durante la presidencia de Bill Clinton. Por su parte, el proceso de 'reconstrucción' de Europa del Este se reveló como un asunto mucho más complejo de lo pensado inicialmente, con un esfuerzo desmesurado por parte de Alemania Federal para integrar a Alemania del Este, esfuerzo que terminó provocando la casi desaparición del sistema monetario europeo entre 1992 y 1993, y que, probablemente, tiene mucho que ver con la actual crisis económica por la que atraviesa la primera potencia económica europea.

De estos temas se hablaba hace 12 años, cuando estalló la Guerra del Golfo. Hoy, las circunstancias son diferentes y, sin embargo, el telón de fondo es muy parecido. En ambos casos las economías están en un proceso de estancamiento; el dólar debilitándose con rapidez; los precios del petróleo disparados a pesar del debilitamiento de las economías; el precio del oro reflejando la incertidumbre bélica y camino de los 420 dólares/onza (un mes después de la invasión de Kuwait alcanzó justo ese nivel máximo); las Bolsas acentuando su tendencia a la baja ante la proximidad del conflicto bélico y el déficit fiscal de EE UU repentinamente al alza.

Las circunstancias con respecto a la Guerra del Golfo son diferentes y, sin embargo, tienen un telón de fondo parecido, las economías están estancándose

Pero existe ahora un elemento radicalmente diferente, la incipiente crisis de muchos de los organismos internacionales creados durante los últimos 60 años y en especial de la OTAN. Una crisis que sólo tiene un precedente parecido (aunque inverso) en lo que sucedió en 1956, cuando EE UU negó su apoyo al intento de Inglaterra y Francia de recuperar el control del canal de Suez. Aquello certificó el final de Gran Bretaña como primera fuerza imperial y Francia volvió a dejarle claro su papel de gran potencia honoris causa.

No sabemos cómo será el desarrollo concreto de los acontecimientos de las próximas semanas. Lo que sí parece claro es que, tal y como ya sospechábamos que estaba ocurriendo con lo económico, se está dibujando también un nuevo mapa político internacional que hará que dentro de cinco años sea irreconocible el antiguo.

En momentos como éste, de estancamiento de la economía; con los mercados bursátiles bajistas o en movimiento horizontal con grandes oscilaciones; con las relaciones políticas convencionales alteradas y con una guerra en ciernes, a los inversores sólo les queda tranquilizarse pensando en que pronto llegue... el dividendo de la paz.

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