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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dudas sobre el plan de Bush

El plan de estímulo del presidente George Bush costará al Tesoro estadounidense unos 670.000 millones de dólares en 10 años, y los analistas no tienen claro que las medidas propuestas sean tan eficaces como propugna la Casa Blanca. Bush sabe que ninguna guerra salvará su reelección a menos que repunte la economía. Y está dispuesto a ofrecer todos los incentivos necesarios para conseguirlo, aunque con ello hipoteque aún más las finanzas públicas (el déficit federal alcanzó los 159.000 millones de dólares en 2002 y algunos creen que este año superará los 200.000 millones).

El plan incluye medidas como acelerar los recortes de impuestos aprobados en 2001, incentivar la inversión empresarial y promover la creación de empleos (los Estados recibirán 3.600 millones de dólares para programas de formación y recolocación de parados). Pero la más ambiciosa y polémica de las propuestas es la exención fiscal a los dividendos. Un golpe de efecto con el que Bush pretende elevar los ánimos en Wall Street y, con ello, en el conjunto de la languideciente economía estadounidense.

El debate sobre la doble imposición de los beneficios (que son gravados fiscalmente cuando son declarados por la empresa y cuando se reparte dividendo) colea desde hace décadas en el Capitolio. Hasta ahora, ningún presidente de EE UU se había atrevido a proponer una exención fiscal completa de la remuneración al accionista por temor a ser acusado de beneficiar a los más ricos. Para que la idea fuese políticamente correcta ha sido necesario que se produzca una explosión del capitalismo popular, sobre todo a través de los fondos de inversión, que ha democratizado Wall Street y convertido su bonanza en algo importante para millones de familias de clase media.

De ser aprobada por el Congreso, la exención supondrá un ahorro de 300.000 millones de dólares en 10 años para los inversores estadounidenses, que han sufrido pérdidas brutales durante los últimos tres años (el periodo más largo de declive continuado en Wall Street desde la Segunda Guerra Mundial). Además, provocará cambios en la política de muchas compañías que hasta ahora optaban por recomprar acciones para impulsar el precio, en lugar de repartir dividendos. Sin embargo, no hay que olvidar que esta medida sólo beneficiará a 35 millones de accionistas (en torno al 12% de la población total) y que el ciudadano-accionista medio apenas se ahorrará unas decenas de dólares al año con esta exención (el grueso de los beneficios irá a quienes ingresan más de un millón de dólares al año).

En Wall Street, los inversores se anticiparon al plan de Bush impulsando los índices al alza el pasado lunes. Pero el escepticismo era la nota dominante ayer, una vez revisados los detalles del programa. No está claro que el plan genere el entusiasmo necesario para impulsar el ánimo de consumidores e inversores en EE UU. Si Bush fracasa en su intento, la mayor economía del planeta seguirá renqueando. Y, con ella, todas las demás.

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