Medio millón de explotaciones ha desaparecido en 20 años
La fotografía de las explotaciones agrarias españolas durante los últimos 20 años la han captado los censos agrarios realizados por el Instituto Nacional de Estadística en 1982, 1989 y 1999, cuyos datos han sido hecho públicos recientemente.
En 1986 España se incorpora a la Unión Europea y las expectativas arrojan, entonces, cierta esperanza y, sin embargo, el campo no se mueve. Pero la realidad es otra. En 1999 se reforman las organizaciones de mercado con desiguales tensiones para el campo español.
Esto se refleja en la encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) de ese año: la competitividad urge si se quiere viabilizar las producciones.
Según datos de este organismo reflejados en el Libro Blanco de la Agricultura que prepara el ministerio, el número de explotaciones censadas en 1982 fue de 2.375.327.
Se produce una ligera caída en 1989, cuando se censan 2.284.944, o sea, 90.386 menos y un considerable desplome en el siguiente censo que ya refleja 1.790.162, y del que han desaparecido 590.383 explotaciones. Si la caída entre los dos primeros censos es de un 3,8%, entre los dos últimos es de un 21,7%.
Esta concentración de explotaciones la explica el hecho de que el tamaño medio de las fincas crezca entre 1989 y 1999 casi un 5%: desde las 18,8 hectáreas de media hasta las 23,6.
La superficie agraria
En este periodo también creció la superficie agraria utilizada (SAU) un 6,4%.
Las hectáreas dedicadas a la actividad agroganadera y forestal aumentaron desde los 24.760.506 en 1989 hasta las 26.316.787.
El uso con criterios más competitivos de las explotaciones lo corrobora, además, el que durante los dos últimos periodos analizados disminuya la superficie total de las fincas a pesar de que aumente la dedicada a la producción agrícola. Cae desde las 44.311.770 hectáreas en 1982 a 42.939.193 en 1986 cifra que a su vez se reduce hasta 42.180.950 en 1999.
Los datos del último censo reflejan asimismo que las fincas son más grandes en Aragón, donde cuentan con una media de 51,8 hectáreas; en Castilla y León, donde la explotación media posee 46,5 hectáreas, y en Navarra, que tabula sus precios tipo con 37,5 hectáreas.
Las explotaciones de menor tamaño se encuentran en Valencia, con 7,6 hectáreas, y en Galicia, con 7,4.
Si bien la provincia con mayor número de fincas grandes es Cáceres, que alberga 792 explotaciones superiores a las 500 hectáreas; seguida de Badajoz, con 720, y de Ciudad Real, con 547.
A la cola se encuentran las provincias de Tarragona, La Palmas y A Coruña, donde las fincas que superan las 500 hectáreas apenas llegan al medio centenar.
El precio sube un 300%
Por lo que se refiere al precio de la tierra, el coste medio de la hectárea era en 1983 de 2.564 euros, casi un 300% inferior que el precio actual, 7.552 euros.
Hasta 1989 se registran incrementos anuales superiores o cercanos al 10%, sin embargo, justamente en 1989, fecha de la encuesta, los precios se desploman y sólo comienzan a crecer tras la reforma de la política agraria comunitaria, en 1992, y como consecuencia de las generosa distribución de ayudas prometida por éstas, que después se tornaron más austeras.
Con respecto a los cultivos, caen los herbáceos en secano desde el 77,57% de la superficie en 1982 hasta el 75,58% en 1999, se mantienen prácticamente los frutales también de secano de un 4,36% a un 4,54%.
Se dispara el olivar de un 10,77% a un 13,73% y cae igualmente el viñedo del 7,30% al 6,15%.
En regadío, estos mismos cultivos experimentan una caída en herbáceos, que va del 75,55% al 64,68%, y en frutales, del 18,02% al 16,80%, mientras que protagonizan un impulso espectacular el olivo, que pasa de un 3,13% a un 12,44% y casi dobla su superficie el viñedo, que pasa de registrar un 3,30% al 6,08%.