Gobierno en negro
Nadie puede ser considerado culpable de una catástrofe si no ha contribuido a provocarla. Pero el Gobierno, menos que ninguno, es quien puede pedir exención de responsabilidades como ha sucedido en las tres semanas que han transcurrido anegadas en la marea negra del Prestige. En lugar de afrontar el problema, buscar soluciones y aportar medios, el Gobierno central y la Xunta de Galicia han dado un recital de falta de coordinación, ineficiencia, inacción, desinformación rayana en la censura, cinismo y ceguera.
En 22 días de desastre, esa obcecación en quitarse de encima el problema ha dado paso a la ira, porque indigna ver cómo faltan contenedores donde depositar el fuel recuperado por afectados y voluntarios a veces sin más herramienta que las propias manos. Nadie se explica que los barcos recogedores, prestados por países amigos, pierdan horas preciosas porque no tienen dónde descargar la basura. Parece que ningún responsable haya pensado en que su deber primero, en lugar de echar la culpa a otros o provocar rifirrafes diplomáticos, es movilizar medios. En ayuda ha venido material militar de socios comunitarios, pero el Gobierno mantuvo la marginación del Ejército frente a este desastre con el desatinado argumento de que las Fuerzas Armadas españolas son ahora profesionales.
Desde el 13 de noviembre, cuando un golpe de mar hirió de muerte al petrolero, el Gobierno obró con el decidido propósito de alejar el problema. Actuó contra viento y marea, es decir, contra el sentido común. Cuando el buque se hundió a 3.600 metros de profundidad, el vicepresidente Mariano Rajoy aseguraba que no se podía hablar de marea negra ante una evidencia contaminante que sepultaba los zapatos en playas y acantilados. Hoy el balance provisional es la prohibición de pescar o mariscar en toda la costa gallega, 200 playas contaminadas, una capa de chapapote que durará años en las rocas, 50.000 toneladas de fuel grosero como amenaza sumergida en alta mar y un impacto aún impredecible sobre el turismo.
Con el petrolero lejos de la costa, los ministros se sacudieron las manos, anunciaron que habían evitado una catástrofe con su rápida intervención y se fueron de fin de semana. El presidente Fraga y el ministro Álvarez-Cascos, de caza. Otros tres ministros, a cargo del erario público, al Coto de Doñana. Tienen derecho al ocio, pero están obligados a soportar que se les recuerde que también deben afrontar sus obligaciones. ¿Qué hace en el Gobierno que ha creado el Ministerio de Medio Ambiente un titular que tardó una semana en comprender que una marea negra es de su competencia? El presidente Aznar criticó las fotos demagógicas antes de anunciar la visita del Rey a la zona. æpermil;l se reservó para ir con 'soluciones bajo el brazo'. Fraga habló de llevar cuartos en vez de palabras, y Cascos, del boletín oficial. ¿Acaso han olvidado que ellos son administradores electos y no dueños del Presupuesto pagado con los impuestos de todos?