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Tribuna
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Responsabilidad social, un nuevo modelo

Emilio Botín ha anunciado un plan de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) para el banco que preside. Un nuevo departamento será el responsable de implantarlo y dar cuenta trimestralmente de su marcha a la comisión ejecutiva y al consejo de administración. Algo está cambiando en el mundo de los negocios que empuja a las empresas a adoptar este nuevo enfoque de gestión que compagina beneficios, responsabilidad social y desarrollo sostenible. ¿Moda o necesidad? El tiempo lo dirá.

La falta de confianza en los mercados. Los escándalos financieros de grandes compañías, en todas las partes del mundo, están produciendo un efecto generalizado de rechazo y desconfianza. El falseo intencionado de la verdadera situación financiera de empresas de la importancia de Enron y Worldcom, ubicadas en los primeros lugares de los rankings de reputación empresarial, y el ocultamiento del fraude por la auditora Andersen han llevado a los mercados a una situación difícil, semejante a la de un considerable número de inversores, empleados, clientes, entidades financieras y proveedores de dichas compañías.

En las últimas semanas hemos conocido la puesta en práctica en EE UU -paradójicamente el país con la economía de mercado más desarrollada- de medidas gubernamentales de control que pretenden evitar el empeoramiento de la situación. En España, la Comisión Aldama tiene el encargo del Gobierno de estudiar la transparencia y seguridad de los mercados financieros y las sociedades cotizadas. La Ley Financiera, por su parte, y la reforma contable anunciada completarán los mecanismos de control encargados, fundamentalmente, de restablecer la confianza perdida. Sin embargo, los más agoreros piensan que, a pesar de todos los controles, podemos encontrarnos ante la punta de un iceberg, que irá emergiendo para mostrar una realidad que pondrá en jaque al propio sistema de mercado.

Maximizar el valor para los accionistas con unos resultados más que ambiciosos se ha convertido en una espada de Damocles

Un directivo de empresa que trabaje y luche por su propio beneficio difícilmente podrá centrarse en el colectivo

El análisis de la situación de falta de confianza nos proporciona tres aspectos clave:

Las reglas del mercado. Maximizar el valor para los accionistas por la obtención de unos más que ambiciosos resultados empresariales se ha convertido en una espada de Damocles para los responsables de las empresas, que, obsesionados por unos beneficios en progresión geométrica, no dudan en quebrantan las normas y los valores profesionales elementales.

La codicia de los directivos. Determinados sistemas de retribución e incentivos se sustentan en el afán de enriquecimiento personal de los directivos de las compañías que ponen al servicio de este fin todos los resortes a su alcance. Llama la atención que los directivos de firmas investigadas por los escándalos en EE UU fueran los que ganaban más que la media.

Relación de poder en las organizaciones. El gobierno de las sociedades, responsable del mantenimiento del equilibrio de poderes entre los distintos grupos de interés (stakeholders) de las empresas, ha descuidado su atención en la, a veces, fuerte disputa bilateral por el control entre propietarios y dirigentes. Los consejos, en muchas ocasiones, no han desempeñado adecuadamente la labor de control de las operaciones realizadas por los gestores, los cuales han podido ocultar y manipular a sus anchas la información sobre la verdadera marcha de las compañías. Es decir, sistema (mercado), personas (dirigentes) y organizaciones (procedimientos de control).

La maximización del beneficio, que no la obtención del mismo, presupone un enfoque de corto plazo, si atendemos a que un sistema complejo, como el representado por las organizaciones empresariales y el mercado, donde los resultados dependen de gran número de variables, algunas de ellas imposibles de controlar, no puede pretender alcanzar año tras año incrementos de beneficios óptimos, exponencialmente superiores a los de periodos anteriores, sin aparentes limitaciones. Lógico es pensar que ante la imposibilidad conceptual de obtener máximos beneficios hasta el infinito, la empresa un año puede tener resultados inferiores a los pretéritos, pudiendo experimentar pérdidas coyunturales, difíciles de evitar cuando hablamos de trayectorias de largo plazo.

Los mercados, por tanto, no deberían gravitar exclusivamente en la órbita de la maximización del valor (accionista, beneficios), sino que, teniendo en cuenta el carácter social de las organizaciones que los conforman, deberían centrarse en mayor medida en aspectos más esenciales y de sostenibilidad (económica, social y medioambiental).

La codicia representa interés personalista, enfrentado al interés del grupo o al proyecto constructivo de futuro para todos. Un directivo que trabaje y luche por su propio beneficio difícilmente podrá centrarse en el benéfico colectivo. Cuando el gobierno corporativo, es decir, el sistema de dirección y control supremo de las compañías, relaja el cumplimiento de sus funciones, incurre en falta grave que puede desembocar en la desaparición de la entidad, produciendo un grave perjuicio en todos los estamentos de la sociedad (económico, político y social).

Empresa buena, empresa socialmente responsable. Responsabilidad social corporativa (RSC) significa básicamente asumir la esencia social de las organizaciones empresariales, conjunto de personas que interactúan en el marco de la sociedad, tanto desde un punto de vista de su propia composición elemental (organización igual a la suma de individuos sociales) como desde la óptica de miembro integrante de un sistema social (ciudadano corporativo). La responsabilidad social corporativa, como enfoque de gestión ético, induce comportamientos responsables hacia todas las personas y grupos que interactúan en la empresa, de forma tal que se alcanzan la confianza de todos ellos y la reputación necesaria para legitimarse ante la sociedad.

El Libro Verde de la Comisión Europea para promover el desarrollo de la RSC en el continente se refiere a ésta como el 'concepto por el cual las empresas deciden contribuir voluntariamente a mejorar la sociedad y a preservar el medio ambiente.

A través suya las empresas se conciencian del impacto de su acción sobre todos los stakeholders y expresan su compromiso de contribuir al desarrollo económico, a la vez que a la mejora de la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, de la comunidad local donde actúan y de la sociedad en su conjunto'.

Las siguiente lista, en la que se plasman las dimensiones internas y externas de la responsabilidad social corporativa, recoge algunos de los comportamientos empresariales socialmente responsables más relevantes en los distintos grupos de interés:

Empleados: Formación continua, delegación y trabajo en equipo, transparencia y comunicación interna, equilibrio trabajo-familia, diversidad de la fuerza laboral, política de retribuciones transparente y coherente, igualdad de oportunidades y contratación responsable, participación en beneficios y capital, empleabilidad y perdurabilidad del empleo, seguridad e higiene en el puesto de trabajo, procesos de recolocación

Accionistas: Retribución del capital, transparencia informativa, inversiones éticas, código de buen gobierno.

Gestión de procesos productivos: Ahorro en consumo de energía, procesos limpios sin emisiones contaminantes.

Clientes, proveedores y competidores: Productos y servicios de calidad, fiables a precios razonables; selección y relaciones de colaboración con proveedores, colaboración con competidores.

Comunidad local y global: Aportación al desarrollo local, colaboración con proyectos comunitarios, suscripción de convenios internacionales de colaboración.

Confianza en los mercados. Restablecerla tras los escándalos financieros es la principal preocupación de muchas instituciones. La RSC establece lazos duraderos de confianza a través de comportamientos persistentes generadores de algo bueno para personas y sociedad, que van más allá, lógicamente, del mero cumplimiento de los controles legales.

La RSC no sólo ha demostrado que genera confianza y mejora la reputación de las organizaciones, también se han contrastado sus efectos positivos en el incremento de beneficios, reducción de costes, aumentando las ventas y la fidelidad de los clientes, mejorando la productividad y la calidad, incrementando la capacidad de atraer y retener talento, reduciendo las inspecciones y las sanciones legales y mejorando la capacidad de atraer recursos financieros por medio de las inversiones socialmente responsables.

Y no podría ser de otra manera, en tanto en cuanto, la responsabilidad social corporativa es un sistema de gestión integral que abarca todas las áreas de la empresa, del gobierno y la dirección estratégica, hasta la información y auditoría social, pasando por el control de gestión y la dirección de personas.

La responsabilidad social corporativa propone un nuevo concepto de empresa impulsado por instituciones internacionales de la importancia de las Comunidades Europeas (European Framework for Corporate Social Responsibility) y las Naciones Unidas (Global Compact) que han establecido un plan de acción a medio plazo, para que en los próximos años la RSC se incorpore a gran parte de las compañías del mundo.

En definitiva, la responsabilidad social corporativa representa un proyecto de empresa ético y humano que pretende cubrir las carencias de un enfoque excesivamente mercantilista y deshumanizado, a la vez que aporta argumentos para ayudar a restablecer un clima de confianza en los mercados, en las organizaciones y en sus directivos.

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