La llamada Fuerza de Respuesta Rápida (NRF, por sus siglas en inglés) deberá 'alcanzar su capacidad operativa inicial lo antes posible, pero a más tardar en octubre de 2004, y su capacidad operativa final no más allá de octubre de 2006', dice la declaración aprobada ayer por los jefes de Estado y de Gobierno de los 19 países aliados.
La nueva fuerza recurrirá a 'tecnología punta y será flexible, desplegable, interoperativa y apta para sostener operaciones prolongadas, al tiempo que tendrá elementos terrestres, marítimos y aéreos listos para ser transportados rápidamente a cualquier lugar', un cambio significativo para la alianza. Los miembros también acordaron una reestructuración de la cúpula militar. Todas las medidas están encaminadas a asegurar la conexión entre EE UU y sus aliados ante los peligros que se temen como consecuencia del 11-S.
No obstante, el presidente de EE UU, George Bush, no consiguió un apoyo claro de la OTAN a un ataque militar contra Irak. La declaración recoge un lenguaje más ambiguo: 'Los aliados de la OTAN están unidos en su compromiso de tomar medidas efectivas para asistir y ayudar en los esfuerzos de la ONU para garantizar el cumplimiento pleno e inmediato de Irak con las condiciones o restricciones de la resolución 1.441 del Consejo de Seguridad de la ONU'.
La cumbre de la OTAN sirvió, además, para que se invitara a entrar en la organización a siete países ex comunistas: Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, países que hace unos años eran rivales de EE UU.