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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cielos más abiertos

El Tribunal de la UE consideró ayer ilegales los acuerdos bilaterales suscritos por la mayoría de los países europeos y EE UU para concederse, recíprocamente, el derecho de vuelo a sus líneas aéreas de bandera. El tribunal considera que la negociación de estos acuerdos no sólo invadió áreas que competen a la UE en su conjunto -y no a los Estados miembros individualmente-, sino que también se incorporan cláusulas discriminatorias para el resto de compañías comunitarias que violan la libertad de establecimiento consagrada en la UE.

Gracias a esta sentencia, la posibilidad, por ejemplo, de un vuelo en Air France de Roma a Nueva York o en Iberia de Londres a Los Ángeles está más cerca. En un futuro no lejano, cualquier aerolínea europea podrá aspirar a una ruta trasatlántica sin origen en el aeropuerto local, algo imposible hoy por los acuerdos bilaterales.

El concepto de compañía de bandera mantiene su vigencia en el mercado estadounidense. Pero en Europa, desde la liberalización acordada en 1992, representa una situación anacrónica que aquellos acuerdos han contribuido a enquistar. El riesgo a perder los derechos de vuelo trasatlántico, que EE UU sólo reconoce a las compañías controladas por capital del Estado firmante, ha sido uno de los mayores obstáculos, según las propias empresas, para la necesaria consolidación del sector aéreo en Europa. La comisaria europea de Transportes, Loyola de Palacio, auguró ayer saludables consecuencias para la racionalización de un sector en el que todavía conviven '12 compañías de bandera con vocación global'. Una racionalización necesaria en la que, las que sobrevivan, podrán aspirar a convertirse en compañías de bandera europea, en lugar de nacional.

La Comisión pidió ayer con carácter de urgencia que los Estados le otorguen un mandato para negociar un acuerdo global con EE UU, que libere un espacio aéreo trasatlántico en el que el cielo europeo no sólo sea abierto, sino también único. Son buenas noticias. La fragmentación impuesta por los acuerdos con Washington ha dañado demasiado tiempo al sector y a los clientes, privados de una saludable competencia.

Los países de la UE deben aceptar la propuesta lanzada ayer por la comisaria de Transporte, que se ofreció a iniciar las negociaciones con EE UU este mismo año. El periodo de incertidumbre que crea la ilegalización de ocho de los convenios firmados (Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Bélgica, Luxemburgo, Austria y Alemania) debe ser lo más breve posible para no perjudicar una industria que atraviesa numerosas turbulencias. Los Estados de la UE deben renunciar de una vez a las tentaciones proteccionistas de normas o acuerdos internacionales que impiden explotar el potencial comercial y económico del mercado interior.

La sentencia también debe servir de señal a EE UU, que a menudo se empeña en ignorar que la UE tiene una sola voz en numerosos asuntos. Washington se sabe mucho más fuerte en la negociación individual con cada país que frente a los Quince.

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