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Javier Echeverría

'El riesgo actual es crear una sociedad policial de la información'

Javier Echeverría ha mezclado filosofía y matemáticas a lo largo de toda su carrera profesional, pero Internet, entendida como un nuevo entorno social, es el tema que acapara sus últimas reflexiones, galardonadas con el Premio Nacional de Ensayo

Dos años después de ganar el Premio Nacional de Ensayo por su obra Los señores del aire, Javier Echeverría, filósofo y matemático de origen navarro aunque afincado en San Sebastián, apuesta por una autorregulación de Internet que nos evite desembocar en una 'sociedad policial de la información'. Su concepto de Telépolis y el Tercer Entorno es una de las más significativas aportaciones hispanas a la cibercultura. Investigador y profesor de Ciencia, Tecnología y Sociedad en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Echeverría acaba de publicar un nuevo libro titulado Ciencia y Valores y el próximo año lo hará en México con La revolución tecnocientífica.

Pregunta. Muchas páginas web están cerrando ante la nueva Ley española de Internet, ¿algún consejo?

Respuesta. Las páginas web quizá no sean lo más decisivo en el espacio electrónico. La cuestión fundamental es que tiene que haber un control en Internet, pero no debe ser excesivo, hay que promover en todo momento la libertad de expresión, la intimidad y la privacidad. Pensar que el Estado es el controlador de la vida privada de los ciudadanos o, lo que es lo mismo, ir hacia una visión policial de la sociedad de la información es uno de los mayores riesgos que existen en la actualidad. Esta obsesión por la seguridad nos puede llevar, desde el modelo cívico que propongo con Telépolis, a un poder dominante y a una sociedad espantosa.

P. El ministro ha pedido calma; el secretario de Estado apuesta por la autorregulación; los internautas publican guías de ayuda, ¿qué está pasando?

R. Hay una crisis, efectivamente. El Estado debe ser un árbitro, no debe intentar hacer suya la Red. Se trata de una estructura transterritorial y, por ejemplo, vemos cómo autos judiciales contra la web de Batasuna no son aplicables porque se van a un servidor de Australia. El Estado todavía piensa en Internet como si fuera un territorio sobre el que tiene soberanía y resulta que es otro espacio social. Este es el conflicto. Todavía falta por constituir Telépolis en el tercer entorno, esa es mi teoría. Tiene que haber ley y orden en Internet, pero no una ley estatal, sino una norma autogenerada. Estoy claramente por la autorregulación, aunque naturalmente con elementos de control. Internet ha generado sus propias normas de convivencia y que el Estado entre en un espacio que desconoce e intente aplicar modelos clásicos me parece un error estratégico.

P. Los Gobiernos y las empresas dicen que los ciberataques siguen creciendo, ¿se trata de algo más que de piratas ?

R. Los problemas de seguridad en las empresas están creciendo enormemente. En el espacio digital ha surgido una nueva modalidad de poder que yo llamo los señores del aire y han surgido movimientos sociales frente a ese poder, como siempre ha sucedido. Sin embargo, hay que distinguir entre ellos, hay que saber diferenciar entre hackers y crackers. Hay grandes delincuentes en la Red mientras que sólo parecen preocupar los pequeños.

P. Tenemos un nuevo enfrentamiento entre dos de esos señores del aire, Microsoft y AOL, que han presentado sus nuevos navegadores, ¿algún pronóstico?

R. Depende mucho de los reguladores. Lo que me preocupa de todo esto es la feudalización de estos señores, no sólo de los usuarios finales, sino también de los intermedios, es decir, las empresas y los Estados. No puede existir un monopolio sobre los artefactos informáticos que permiten el uso de la Red porque, si los servicios telemáticos están controlados por un solo agente, el propio Estado queda mediatizado. Esto puede ser muy grave, ¿quién garantiza que no hay un programa Echelon que espía los programa de la Administración electrónica? No tengo pronóstico respecto a la batalla entre estos señores, pero sería bueno que los Estados fueran conscientes de que la distribución de poder en el espacio electrónico es muy alarmante.

P. Dos años después del pinchazo de la burbuja electrónica, Yahoo, MSN o eBay obtienen beneficios. ¿Es creíble?

R. Me alegro de que el sector educativo, de investigación, de ocio, de vida privada en Internet no haya pinchado. Los que han caído han sido aquellos que pensaban que iban a hacer negocios fabulosos. Está muy bien que se haya producido un derrumbe de este tipo de especuladores. Esto ha demostrado que el ciberespacio tiene una fuerza civil y quien piense que ha encontrado ahí una mina de oro se ha equivocado. Hay que tener en cuenta que en este espacio toda iniciativa es efímera, es decir, si dura dos o tres años, ya es un gran éxito porque hay que estar innovando constantemente.

P. Los creadores de Internet reciben el Premio Príncipe de Asturias a la investigación y muchos se preguntan ¿la Red tenía padres?

R. La Red fue una elaboración colectiva. Es cierto que Vinton Cerf o Berners Lee hicieron unos desarrollos muy importantes. Me parece muy bien que se les premie, pero habría que crear también un galardón para el internauta desconocido, es decir, a la gran cantidad de jóvenes voluntarios que mantuvieron la Internet Society, por ejemplo, en los noventa, sin ánimo de lucro. Espero que los premiados se acuerden también de esa enorme cantidad de gente desconocida que puso en funcionamiento lo que ellos habían diseñado.

P. ¿Si no estás en Internet, no existes?

R. No estoy de acuerdo. Es mucho más importante la televisión, por ejemplo, y ahí no hay brecha digital. En algunos lugares del Tercer Mundo donde no hay apenas teléfonos llega la televisión. Internet es una comunidad donde existen muchos lugares recónditos, no digo secretos; hay muchas comunidades virtuales que nadie sabe que existen, pero están funcionando. Soy partidario de participar en los tres entornos: la naturaleza, la ciudad y esta nueva modalidad de existencia social que es la Red. Existir en este nuevo entorno es voluntario, pero en muchos sectores es casi imprescindible, como los que tienen que ver con lo digitalizable: la música, los libros, las imágenes, etc.

P. ¿Brecha o abismo digital?

R. No hay solamente un tipo de brecha. Hay una brecha generacional que todo el mundo comenta. Las personas de una cierta edad están discapacitadas para desenvolverse en el espacio electrónico, mientras que para los más jóvenes estas herramientas casi forman parte de su naturaleza. Otra brecha importante es la lingüística. Las personas que, aunque saben manejarse bien con Internet y la informática, luego a la hora de la verdad, lingüísticamente, están en peores condiciones para operar que los que saben inglés, por ejemplo. Hay que prestar mucha atención a esto. Pienso que conforme Telépolis se vaya decantando acabará estructurado por lenguas y el que sea plurilingüe tendrá mayor capacidad.

P. ¿A quién benefician finalmente las grandes revoluciones tecnológicas?

R. Desde luego, no a los que las promueven, no a los pioneros; pero sí a los que vienen inmediatamente detrás de ellos, que son los que consiguen los grandes beneficios. Con Internet, en dos o tres años, se generaron fortunas comparables a las que se crearon en la segunda revolución industrial, que tardaron 20 años en crearse. Por tanto, hay un cambio muy claro en la distribución de las grandes fortunas. Sin embargo, tengo que decir que con Internet aparece una nueva fuente de riqueza, no medida en términos exclusivamente monetarios, que se ha convertido en determinante: la información y el conocimiento. Ahora lo verdaderamente importante es que esta riqueza se distribuya adecuadamente y sólo se podrá conseguir mediante grandes programas educativos que capaciten a toda la población para poder moverse por este nuevo espacio.

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