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Warrants

Los derivados y los fondos de alto riesgo agudizan la volatilidad de las Bolsas

En enero el 82% de los warrants que se negociaban en la Bolsa de Madrid eran calls, es decir, contratos por los que el inversor apuesta a una subida de la Bolsa. Sólo el 18% eran puts, es decir, que sólo este porcentaje de inversores jugaba a ganar dinero si el mercado bajaba. En septiembre, no obstante, ya se compraron más puts (un 51%) que calls.

En los mercados de derivados se han multiplicado las apuestas bajistas, al tiempo que proliferan las ventas de acciones a crédito por parte de grandes inversores y fondos de alto riesgo. Ello no ha provocado las caídas de la Bolsa, que están justificadas. Pero sí las ha acelerado y ha llevado la volatilidad a límites insoportables.

La última oleada de crisis bursátil ha sido la puntilla. Por ejemplo, en agosto los futuros alcistas negociados en MEFF aumentaron porque los inversores pensaban que la Bolsa se iba a recuperar. No fue así, y regresaron los contratos bajistas.

'Lo que mueve el mercado ahora mismo es la posibilidad de ganar mucho dinero con una Bolsa bajista. Es lo que están haciendo todos los hedge funds, y se ha convertido en un elemento fundamental de la crisis. No hay interés en que el mercado se recupere, y los índices han llegado a precios ridículos', afirma Alicia Jiménez, jefa de análisis de Selftrade.

Las ventas cortas son el mecanismo que más duele al Ibex. Oficialmente, sólo los hedge funds, o fondos de alto riesgo, lo hacen. La práctica consiste en pedir acciones prestadas y venderlas apostando por una caída del mercado. De hecho, la salida masiva de papel suele tumbar las cotizaciones, lo que permite recomprar los títulos a menor precio, para devolverlos y embolsarse la diferencia. Estas recompras provocan las violentas subidas que se registran en épocas bajistas.

Por el contrario, si los fondos se equivocan y la Bolsa sube en vez de bajar, deben recomprar las acciones a toda prisa para poder devolverlas sufriendo una pérdida mínima. El resultado es, de nuevo, más violencia en los movimientos del mercado. De ahí que la volatilidad se haya disparado en los últimos meses.

En la Bolsa española las ventas cortas son, en teoría, más complicadas, pues cada orden de venta debe estar referida a unas acciones concretas. En otros países los operadores pueden vender títulos sin decir cuáles son, lo que les permite no tener que pedir acciones, sino limitarse a vender a cuenta del saldo total y cuadrar su cartera después.

Los datos oficiales de préstamo de valores no reflejan la verdadera dimensión de esta operativa. Según Bancoval, el préstamo ha crecido en el último año. Pero sigue representando una parte pequeña del negocio. Las operaciones de ventas cortas se hacen pidiendo las acciones fuera del mercado, de gran inversor a gran inversor. Estos movimientos, denominados OTC, son los que tumban la Bolsa. Ocurrió con Fenosa, que se desplomó después de que un inversor pidiese prestado el 10% del capital de la eléctrica, presumiblemente para una venta a crédito.

'A los que tenemos un enfoque estratégico nos resulta difícil plantear la política de inversión', reconoce Félix González, director de gestión de activos de Beta Capital. 'Los hedge funds causan la fuerte volatilidad actual, aunque rebotes como el registrado últimamente pueden ser más que el cierre de posiciones cortas'.

Otro de los efectos que provoca un mercado cada vez más dominado por especuladores es dar más importancia a los movimientos técnicos. 'La Bolsa permanece en un rango amplio, de un 15%, y se mueve descontando noticias, atacando soportes y resistencias', afirma González.

Un ejemplo de este juego se ve en los contratos de warrants negociados en la Bolsa de Madrid. En septiembre, por ejemplo, el tercer contrato de warrants más negociado fue un put de Ibex a 5.000 puntos. En otras palabras, una apuesta a que el índice perdía los 5.000. La pérdida por el Ibex de los 6.500 puntos fue la apuesta más común, seguida de un call sobre los 6.000.

Mover el mercado desde las Islas Caimán

Ha ocurrido alguna vez que un gestor de un hedge fund muere en accidente de coche y los inversores no pueden reclamar el dinero, porque nadie sabe dónde está ni cómo se gestionaba. Ni se puede reclamar el dinero. Los fondos denominados off-shore, domiciliados en paraísos fiscales, son un producto oscuro que no rinde cuentas a nadie. 'Es un pozo ciego para el dinero', comenta un gestor.En todas las crisis bursátiles desde 1987 los fondos de alto riesgo off-shore han jugado un papel determinante, y no para bien. Apuestan por la bajada de la Bolsa con dinero prestado, lo que les da un inmenso poder para tumbar los mercados. En 1998, tras la crisis rusa, el fondo Long Term Capital Management rozó la quiebra porque se había equivocado en sus inversiones. No eran todo apuestas bajistas, sino más bien arbitraje entre distintos activos utilizando acciones y dinero prestados. Lo salvó un paquete de rescate orquestado desde la Reserva Federal de Estados Unidos. Ya fuese porque el LTCM contaba entre sus fundadores con varios premios Nobel de Economía, por los excelentes contactos tejidos en Wall Street o simplemente para evitar una crisis financiera mayor, el Tesoro y el sector bancario pagaron las apuestas erróneas de otros. Pero esta experiencia no llevó a tratar de regular a los fondos de alto riesgo. La comercialización sí está controlada. La CNMV establece que para que se puedan vender fondos en España deben estar domiciliados aquí, y establece estrictos criterios de control del riesgo. Pero los fondos off-shore más especulativos están domiciliados en paraísos fiscales como las Bermudas o las Islas Caimán. La regulación local es inexistente, pero como el movimiento de dinero de un país a otro está liberalizado, pueden comprar y vender sin límites y, así, tumbar los mercados sin que los reguladores puedan hacer nada.

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